(RV).- Es el documento firmado por el Secretario Ejecutivo de Pastoral de Movilidad
Humana, Juan Luis Carbajal Tejeda, que presenta la difícil situación que viven los
habitantes de la aldea, denominada precisamente Tierra y Libertad, ubicada en Río
Dulce, Livingston Izabal.
Tierra y libertad es una comunidad que cuenta con
cerca de cuarenta y cinco familias. Más de 160 personas se enfrentan día a día con
los retos para sobrevivir. Ésta es una comunidad con escenarios sombríos desde hace
décadas, que nació cuando familias enteras abandonaron su tierra como resultado del
conflicto armado, guerra interna, persecución y opresión militar en Guatemala. Entre
ellos, algunos inmigrantes hondureños cruzaron la frontera de regreso a Honduras (Aldea
El Tesoro) para establecerse como refugiados en su propia patria.
“Nos fuimos
a pie por los montes, pues el ejército masacraba, mataba gente… Aquí estamos de nuevo
y somos nadie…”, se lee en este documento, que empieza aclarando que “Tierra y Libertad
no es, en este caso, un grito revolucionario o subversivo contra los grandes terratenientes
o patrones injustos y explotadores de sus trabajadores campesinos. Tierra y Libertad
tampoco es aquí un lema en estandarte para organizar una marcha, o quema de llantas
o una manifestación bloqueando puentes o carreteras”.
Tras recordar los doloroso
años pasados y los desplazamientos vividos, que llevaron a estas familias a Bolivia,
siguiendo lo establecido por el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados,
pero sin encontrar condiciones para una vida digna, ahora después de cinco años de
su regreso, se encuentran sin documentos, agua potable y servicios médicos, que en
algunos casos son urgentes.