(RV).- “Jesús se presenta como el «pan de vida» que sacia para siempre.” Expresó el
Sucesor de Pedro en su saludo a los peregrinos de lengua española que acudieron a
Castel Gandolfo para rezar con él la oración mariana dominical del Ángelus, a las
12 del mediodía.
No detenerse en el horizonte humano, abrirse al de
Dios
“Jesús quiere ayudar a la gente a ir más allá de la satisfacción
inmediata de las propias necesidades materiales, que son importantes –expreso el Papa
en la reflexión previa a la oración del Ángelus-. Quiere abrir a un horizonte de la
existencia que no es simplemente aquel de las preocupaciones cotidianas del comer,
del vestir, de la carrera. Jesús habla de un alimento que no se termina, que debemos
buscar y recibir.”
“La multitud no comprende –dijo el Papa-… Jesús, verdadero
pan de vida que sacia nuestra hambre de sentido, de verdad, no se puede “ganar” con
el trabajo humano; viene a nosotros solamente como don del amor de Dios, como obra
de Dios que debemos pedir y recibir”.
Antes de rogar a la Virgen María que
sostenga nuestro camino de fe, el Obispo de Roma manifestó: “El Señor nos invita a
no olvidarnos que si bien es necesario preocuparse por el pan material que restaura
las fuerzas, todavía es más fundamental hacer crecer la relación con él, reforzar
nuestra fe en aquel que es el pan de vida, que llena nuestro deseo de verdad y de
amor". (RV-jesuita Guillermo Ortiz)
Saludo del Papa a los peregrinos
de lengua española (Audio)
Texto
y audio completo de la reflexión en italiano (Audio)
Queridos
hermanos y hermanas
En la liturgia de la Palabra de este domingo continúa
la lectura del capítulo 6° del Evangelio de Juan. Estamos en la sinagoga de Cafarnaún
en donde Jesús tiene su conocido discurso luego de la multiplicación de los panes.
La gente había buscado de hacerlo rey, pero Jesús se había retirado, antes sobre el
monte y luego a Cafarnaún. No viéndolo, se había puesto a buscarlo, había salido sobre
los barcos para alcanzarlo al otro lado de la orilla del lago y finalmente lo había
encontrado. Pero Jesús sabía bien cual era el motivo de tanto entusiasmo en seguirlo
y lo dice claramente: “les aseguro que ustedes me buscan, no porque vieron signos,
sino porque han comido pan hasta saciarse” (v.26). Jesús quiere ayudar a la gente
a ir más allá de la satisfacción inmediata de las propias necesidades materiales,
aún si son importantes. Quiere abrir a un horizonte de la existencia que no es simplemente
aquel de las preocupaciones cotidianas del comer, del vestir, de la carrera. Jesús
habla de una comida que no perece, que es importante buscar y acoger. Él afirma: “Trabajen,
no por el alimento perecedero, sino por el que permanece hasta la vida eterna, el
que les dará el Hijo del hombre” (v. 27).
La multitud, una vez más,
no comprende, cree que Jesús pida la observación de preceptos para poder obtener la
continuación de aquel milagro, y pregunta: “¿Qué debemos hacer para realizar las obras
de Dios?” (v. 28). La respuesta de Jesús es clara: “La obra de Dios es que ustedes
crean en aquel que él ha enviado” (v. 29) El centro de la existencia, aquello que
da sentido pleno y firme esperanza al camino, a menudo difícil, es la fe en Jesús,
es el encuentro con Cristo. No se trata de seguir una idea, un proyecto, sino de encontrarlo
como una Persona viva, de dejarse implicar totalmente por él y por su Evangelio. Jesús
invita a no detenerse en el horizonte humano y abrirse al horizonte de Dios, al horizonte
de la fe. Él exige una única obra: recibir el plan de Dios, esto es “Creer en aquel
que él ha enviado” (v.29). Moisés había dado a Israel el maná, el pan del cielo, con
el cual Dios mismo había alimentado a su pueblo. Jesús no dona cualquier cosa, sino
Sí mismo: es Él el “pan verdadero, bajado del cielo”, y es en el encuentro con Él
que nosotros encontramos al Dios viviente.
“¿Qué debemos hacer para
realizar las obras de Dios?” (v. 28) pregunta la multitud, pronta para actuar, para
que el milagro del pan continúe. Pero Jesús, verdadero pan de vida que sacia nuestra
hambre de sentido, de verdad, no se puede “ganar” con el trabajo humano; viene a nosotros
solamente como don del amor de Dios, como obra de Dios que debemos pedir y recibir”.
Queridos
amigos, en los días cargados de ocupaciones y de problemas, pero también en aquellos
de descanso y de distensión, el Señor nos invita a no olvidarnos que si bien es necesario
preocuparse por el pan material y restaurar las fuerzas, aún más fundamental es el
hacer crecer la relación con Él, reforzar nuestra fe en Aquel que es el “pan de vida”,
que colma nuestro deseo de verdad y de amor. La Virgen María, en el día en el cual
se celebra la dedicación de la Basílica de Santa María la Mayor, nos sostenga en nuestro
camino de fe. (Traducción del italiano-Claudia Alberto)
Saludos
del Papa después de la plegaria mariana
Después de la plegaria mariana,
como es habitual, el Santo Padre ha saludado en distintas lenguas a los peregrinos
presentes en Castel Gandolfo y les ha bendecido particularmente. Estas han sido las
palabras en nuestra lengua:
"Saludo con afecto a los peregrinos de lengua española
que participan en esta oración mariana, en particular al grupo de fieles de la Diócesis
de Albacete. En el evangelio de este domingo Jesús se presenta como el «pan de vida»
que sacia para siempre. Que nosotros, al recibirlo en la Eucaristía sepamos permanecer
en Él y vivir con Él, acercándonos cada vez más a su gracia santificadora. Confiemos
a Nuestra Señora, la Virgen María estos propósitos. Muchas gracias".
Acogiendo
a los queridos amigos franceses, el Papa les ha dicho que en el Evangelio de este
domingo vemos a una multitud desplazarse para seguir a Jesús. Al igual que ayer, las
multitudes de hoy también tienen hambre y sed de comida terrenal y espiritual. Al
compartir su Palabra y su Cuerpo, Jesús nos llena y nos satisface. Que la Virgen María
les ayude a aceptar este regalo de Dios y les deje transformar, como los Apóstoles
en el día de la Transfiguración, con el rostro luminoso de Cristo resucitado!
Seguidamente,
el Santo Padre ha dado la bienvenida a todos los peregrinos y visitantes de habla
Inglesa. Benedicto XVI les ha asegurado sus oraciones para que su estancia en Roma
les ayude a crecer más cerca del Señor. Luego comentando asimismo el Evangelio de
hoy: "Yo soy el pan de la vida. Quien venga conmigo y crea en mí no tendrá nunca hambre
ni sed”, les ha instado “a poner nuestra fe y nuestra confianza en Cristo y en sus
promesas, para que podamos tener una vida en abundancia”.
Con alegría gran
alegría, el Pontífice saludó asimismo a todos los peregrinos de lengua alemana presentes
en Castel Gandolfo, y especialmente a un grupo de monaguillos de la diócesis de Augsburgo.
También con ellos el Papa ha comentado el Evangelio de San Juan. «¿Qué debemos hacer
para realizar las obras de Dios?». Y Jesús responde «La obra de Dios es que ustedes
crean en aquel que Él ha enviado». El Papa ha explicado que “Creer en Cristo Jesús
es creer en la manera de alcanzar la salvación. Por la fe, nos encontramos con él,
que nos da la vida verdadera y el verdadero deseo del corazón humano. Pongámonos en
sus manos.
También para los peregrinos polacos, el Pontífice ha tenido
unas palabras de bienvenida y saludo. Tras insistir una vez más en el Evangelio de
hoy, les ha recordado que “el tiempo de vacaciones es tiempo de oración”. Y les ha
invitado a visitar iglesias y capillas, para adorar y alabar a Cristo, Pan vivo que
da sentido a nuestras vidas.
Un cordial saludo, finalmente, el Papa lo ha
dirigido a los peregrinos italianos, en particular a los grupos parroquiales, a las
familias y a los jóvenes, con un pensamiento especial para los “Scout” de la parroquia
María Santísima del Perpetuo Socorro de Palermo. Queridos amigos, les ha dicho, “esforzaos
en responder siempre fielmente a la vocación a la santidad, que Cristo ofrece y dirige
a cada cristiano”. (ER - RV)