RV).- La noche de la quinta y de la sexta sinfonía de Beethoven, dedicadas al Papa,
en el sugestivo marco del patio del palacio Apostólico de Castel Gandolfo, fue la
noche de una orquesta especial de jóvenes dirigida por un gran director. De esta intensa
atmósfera de armonías habló, presentando el concierto, el cardenal Gianfranco Ravasi,
Presidente del Pontificio Consejo para la Cultura.
Dirigiéndose a Benedicto
XVI, el purpurado dijo que “en el día dedicado por la liturgia a san Benito, casi
como un homenaje de buenos deseos dirigidos a su persona, la Orquesta West-Eastern
Divan -con su apasionado fundador y director W Daniel Barenboim - se presentaba delante
de Su Santidad y del presidente de la República italiana, Giorgio Napolitano. Estas
fueron sus palabras hablando de la orquesta y de la espiritualidad de la música.(audio)
Estos jóvenes
músicos son el símbolo vivo de las tres grandes culturas religiosas de Tierra Santa,
la judía, la cristiana y la musulmana. Les une no sólo la fe en el único Dios y la
común raíz abrahámica, sino también la música, que es la verdadera lengua universal
de la humanidad. Santidad, la música que dentro de poco volverá a sonar nos volverá
a recordar que - a pesar de todo - sigue habiendo justicia, amor y paz en el mundo
y nos repetirá que Dios, si todavía nos deja la música, es una señal de que no se
ha cansado de amar a la humanidad. (ER – RV)