(RV).- «En el Papa no ha
disminuido la serenidad que lo lleva a gobernar la Iglesia con determinación y clarividencia».
Es lo que desea decir el arzobispo Angelo Becciu, sustituto de la Secretaría de Estado,
sobre el asunto de las cartas robadas al Santo Padre, presuntamente por su ayuda de
cámara. Mons. Becciu alienta a que «hagamos nuestra la parábola evangélica que el
Papa Benedicto ha recordado hace pocos días: el viento se abate sobre la casa, pero
ésta no se derrumbará. El Señor la sostiene y no habrá tempestades que puedan abatirla».
En una entrevista, publicada por L'Osservatore Romano, este miércoles, el
arzobispo Becciu señala que ha visto al Santo Padre «dolido, porque, por lo que ha
podido verse hasta ahora, alguien cercano a él parece responsable de comportamientos
injustificables desde cualquier punto de vista. Cierto, en el Papa prevalece la piedad
por la persona implicada. Pero queda el hecho de que ha sufrido una acción brutal:
Benedicto XVI ha visto publicadas cartas robadas de su casa, cartas que no son simple
correspondencia privada, sino informaciones, reflexiones, manifestaciones de conciencia,
incluso desahogos que ha recibido únicamente en razón de su ministerio».
«También
por eso el Pontífice está particularmente dolido, por la violencia que han sufrido
los autores de las cartas o los escritos dirigidos a él», añade el sustituto de la
Secretaría de Estado, que luego pone de relieve que la publicación de estos documentos
es «un acto inmoral de inaudita gravedad. Sobre todo porque no se trata únicamente
de una violación, ya en sí misma gravísima, de la reserva a la que cualquiera tiene
derecho, sino también de un vil ultraje a la relación de confianza entre Benedicto
XVI y quien se dirige a él, también para expresar en conciencia una protesta. No se
han robado simplemente algunas cartas al Papa, se ha violado la conciencia de quien
se ha dirigido a él como al Vicario de Cristo, y se ha atentado al ministerio del
Sucesor del Apóstol Pedro».
Tras subrayar que «no se puede tratar de justificar
la publicación de las cartas con una pretensión de transparencia y reforma de la Iglesia:
no es lícito robar ni aceptar lo que otros han robado», el arzobispo Becciu reitera
«no puede haber renovación que pisotee la ley moral, quizá basándose en que el fin
justifica los medios, un principio que además no es cristiano».
Ante una parte
de los artículos publicados por la prensa, en estos días, que insiste en que las cartas
robadas revelan un mundo turbio dentro de los muros del Vaticano, Mons. Angelo Becciu
observa que «los documentos publicados no revelan luchas o venganzas, sino esa libertad
de pensamiento que, en cambio, se dice que la Iglesia no permite. (…) Los diversos
puntos de vista, incluso las valoraciones contrastantes, son más bien normales. Si
alguien se siente incomprendido, tiene todo el derecho de dirigirse al Pontífice.
¿Dónde está el escándalo? Obediencia no significa renunciar a tener un juicio propio,
sino manifestar con sinceridad y hasta el fondo el propio parecer, para luego aceptar
la decisión del superior. Y no por cálculo, sino por adhesión a la Iglesia querida
por Cristo».
Respecto a la imagen del Vaticano que se está transmitiendo estos
días, el arzobispo Sustituto de la Secretaría de Estado afirma que siente mucho que
esté tan deformada, pero que «ello nos debe hacer reflexionar y estimularnos a todos
nosotros a esforzarnos a fondo para hacer que se vea una vida más conforme con el
Evangelio».