(RV).- (Audio) Una imagen
bellísima de Dios, de carne y huesos, es la Sagrada Familia de Nazaret: Jesús, María
y José carpintero. Porque Dios no es alguien solo, solitario. Dios es comunidad y
comunión de personas. Dios es todo lo contrario del egoísmo, del individualismo. Dios
es lo contrario del no compartir; el contario del hacer y vivir cada uno por su lado
y por su cuenta. Es todo lo contrario de “cortarse solo” para hacer la mía”, en aras
de una libertad de la que termino esclavo, prisionero de alguna de las tantas adicciones
de hoy. Dios es Amor. Dios es el abrazo intenso del Padre y del Hijo en el gozoso
Espíritu de Amor Santo. Por ahí pasa la felicidad de la familia de Jesús, María
y José de Nazaret. Y no es la felicidad de haberse ganado la lotería, porque son pobres,
tienen que ganarse el pan con el sudor de la frente. Y la misión recibida de Dios
no les viene con viático y sueldo de categoría. Sin embargo, aún con el trabajo
duro y las dificultades y problemas de una familia pobre, Jesús, María y José participan
y gozan de las celebraciones festivas de su pueblo; rezan, cantan, bailan con la comunidad
que alaba a Dios llena de alegría y gozo por su amor y misericordia. Esta imagen
de la Sagrada Familia está en el centro de la contemplación del VII Encuentro Mundial
de Familias convocado por el Papa, con el lema: La Familia, el trabajo y la fiesta.
Y que se desarrolla en Milán, Italia, desde el 30 de mayo al 3 de junio. Desde
Milán, para Radio Vaticano en lengua española, jesuita Guillermo Ortiz