(RV).- En espera de que llegue Benedicto XVI, la ciudad italiana de Milán se sigue
llenando de padres e hijos, que llegan de los cinco continentes, en la víspera ya
de la apertura del VII Encuentro Mundial de las Familias. El Cardenal Angelo Scola,
Arzobispo de la archidiócesis milanesa, señala que la presencia del Papa será un don
extraordinario y la profunda gratitud de todos, no sólo de la Iglesia ambrosiana,
por este evento. La gratitud a Benedicto XVI, al dicasterio vaticano para la familia
y a todos los participantes, es lo primero que destaca el Card. Angelo Scola, en una
entrevista realizada por Alessandro De Carolis, ante la pregunta sobre cómo se están
preparando:
«Creo que
la palabra más apropiada y la que describe lo que siento profundamente es ‘gratitud’.
Esta ocasión, que el Santo Padre nos ha ofrecido y que el Pontificio Consejo para
la Familia ha programado y favorecido en nuestra realidad diocesana y también en toda
la sociedad civil, es una toma de conciencia muy profunda sobre el bien preciosísimo
que es la familia. Colocándola en el centro de la realidad eclesial y civil, se destaca
con justicia que es una realidad constitutiva, indispensable y genética de personalidades
maduras, capaces de ser buenos cristianos y buenos ciudadanos. Vemos una gran participación
- así como un gran eco en muchos medios de comunicación - en lo que concierne a este
evento que vuelve a destacar la importancia central de la familia, fundada en la relación
estable - abierta a la vida – entre un hombre y una mujer. Por lo que no podemos
no sentirnos profundamente gratos, porque la familia es un bien que todos los hombres
experimentan y es algo que debemos custodiar en el presente y para el futuro, que
se presenta tan cargado de dificultades y de fatigas».
Ante este encuentro
mundial de la familia, en Milán, que culminará con la presencia de Benedicto XVI,
el Cardenal Scola ha querido subrayar el significado, precisamente, de la presencia
del Papa:
«¡Es un
don extraordinario! El que el Santo Padre venga por tres días representa, evidentemente,
una ocasión extraordinaria para reimpulsar la fe y la vida cristiana, que tanto necesitamos.
En efecto, el ministerio de Pedro es el de confirmar a los hermanos en la fe. El Papa
ya está constitutivamente presente en la vida de nuestra Iglesia y en la de todas
las Iglesias particulares: de hecho, cada día, durante la Santa Misa, rezamos por
el Papa. Pero ahora, estoy seguro de que su presencia extraordinaria – como vemos
en la intensidad con la que se está preparando el encuentro, con la participación
entusiasmada de parroquias, asociaciones, grupos y movimientos – dará un impulso
renovado para vivir su testimonio y su Magisterio, que es un cimiento fundamental,
un bien para toda la Iglesia, no sólo para la de Milán». (CdM - RV)