(RV).- “De Babel a Pentecostés”. Así titula nuestro Director General, el Padre Federico
Lombardi, su editorial semanal Octava Dies, del Centro Televisivo Vaticano.
(Audio)
En las breves palabras
dirigidas el lunes pasado a los Cardenales de Roma, el Papa les habló del combate
de la Iglesia en su camino a través del tiempo. Iglesia “militante” –como se decía
una vez– es decir, que lucha por el bien contra el mal, un mal a veces evidente, prepotente
y violento, otras veces insidioso, sutil y disfrazado bajo vestimentas de bien. El
Papa, retomando a San Agustín, describió la dimensión interior de la lucha como alternativa
entre dos amores: el de sí mismos que lleva a olvidarse de Dios, y el de Dios, que
lleva al olvido de sí mismos.
San Ignacio de Loyola, en un pasaje crucial
del camino de los “Ejercicios espirituales”, con imágenes diversas nos dice lo mismo:
debemos elegir si estar bajo la bandera del demonio o bajo la de Jesús. Bajo la primera
nos enrolamos buscando la riqueza, el honor vano, la soberbia, y de aquí todos los
demás vicios; bajo la de Jesús, amando la pobreza –espiritual y material–, las humillaciones,
la humildad, y de aquí todas las demás virtudes. Está claro, ¿no? Actual, ¿no es
verdad?
San Ignacio dice que en la primera dirección nos atraen espíritus engañosos,
que prometen felicidad, pero que en realidad extienden redes y lazos sobre nuestro
camino y nos hacen esclavos; en la segunda dirección –la buena– nos invitan “los
siervos y los amigos” de Jesús, maestros espirituales y de discernimiento evangélico.
También el Papa habló de los “buenos amigos” que nos acompañan y nos ayudan
a permanecer con el Señor en el curso de la lucha. Pidamos juntos el don del Espíritu
de discernimiento, de consuelo y de fortaleza, también en las “noches oscuras” de
nuestros tiempos, de modo que de la confusión de Babel, que insidia siempre a la sociedad
y a la Iglesia, pasemos continuamente al diálogo y a la comunión de Pentecostés.