No obligar a participar en actividades moralmente inaceptables
(RV).- El arzobispo Zygmunt Zimowski, en su calidad de jefe de la delegación de la
Santa Sede ante la 65° Asamblea Mundial de la Salud, intervino el 23 de mayo en este
foro, que se reúne hasta mañana en Ginebra, Suiza. En su discurso, el arzobispo reafirmó
el apoyo de la Santa Sede a la Resolución WHA64.9 sobre las “Estructuras de financiación
sostenible de la salud y cobertura universal”, que urge a los Estados miembros a hacer
accesible el cuidado de la salud a todos los ciudadanos con equidad y solidaridad.
Mons.
Zimowski recordó que el Papa Benedicto XVI ha afirmado que “es importante instaurar,
también en el campo de la salud, una verdadera justicia distributiva que garantice
a todos, sobre la base de las necesidades objetivas, cuidados adecuados. Por consiguiente,
el mundo de la salud no puede sustraerse de las reglas morales que deben gobernarlo
para que no se vuelva inhumano”.
El Jefe de la delegación de la Santa Sede
señaló asimismo que diversos países con economías emergentes se están acercando a
la cobertura universal de los servicios de salud, gracias a buenas políticas que promueven
la equidad. Por esta razón aseguró que “en la tarea de promover la cobertura universal,
es necesario que valores fundamentales como la equidad, los derechos humanos y la
justicia social sean objetivos explícitos de la política”.
Asimismo, Mons.
Zimowski hizo un llamamiento en favor de una mayor solidaridad de los países ricos
hacia las naciones menos favorecidas, a fin de que estas últimas puedan desarrollar
sistemas asistenciales. Y citó en este punto un párrafo de la encíclica “Caritas in
veritate”, en la que Benedicto XVI escribe: “Los Estados económicamente más desarrollados
deberían hacer lo posible para destinar mayores porcentajes de su producto interior
bruto para ayudas al desarrollo, respetando los compromisos que se han tomado (…)
en el ámbito de la comunidad internacional”.
Para concluir, el Arzobispo destacó
que el esfuerzo hacia la cobertura universal en materia de salud no puede ser sólo
obra del Estado, sino que la contribución de la sociedad civil es indispensable. Entre
estas fuerzas sociales se cuentan las más de 120.000 instituciones para el cuidado
de la salud y sociales patrocinadas por la Iglesia en todo el mundo, inspiradas por
la caridad. “La Iglesia católica –añadió el Jefe de la delegación de la Santa Sede–
en muchos países en vías de desarrollo (…) proporciona servicios en áreas remotas
a poblaciones rurales de rentas bajas, permitiéndoles acceder así a los servicios
que de otro modo estarían fuera de su alcance”.
Por esta razón afirmó que
“los esfuerzos y la contribución de estas organizaciones al acceso universal a la
salud merecen reconocimiento y apoyo por parte de los Estados y la comunidad internacional,
sin que se les obligue a participar en actividades que encuentran moralmente inaceptables,
dado que su carácter específico debe ser respetado”.