(RV).- (Audio) Con un particular saludo
a los coproductores italianos y alemanes y a Telecinco España Su Santidad Benedicto
XVI comentó ayer 16 de mayo la proyección en la Sala Clementina del Palacio Apostólico
del film titulado “María de Nazaret", de la que el Papa fue el invitado de honor:
«No es fácil trazar la figura de una madre, porque contiene una riqueza de vida difícilmente
describible y esto es más arduo si se trata de María de Nazaret, una mujer que es
madre de Jesús, el Hijo de Dios hecho hombre».
El Papa observó que la trama
ha sido impostada sobre tres figuras femeninas que entrecruzan sus propias vidas pero
que realizan elecciones profundamente diversas: «Herodías permanece encerrada en sí
misma, en su mundo, no logra levantar la mirada para leer el signo de Dios y no escapa
del Mal. María Magdalena que tiene un proceso más complejo y vive la fascinación de
una vida fácil, basada sobre las cosas y utiliza varios medios para alcanzar sus objetivos
hasta el momento dramático en el que es juzgada y colocada en su camino y en él se
encuentra con Jesús, le abre su corazón, le cambia la existencia».
Benedicto
XVI observó que sin embargo, en el centro de esta historia está María de Nazaret:
«En ella está la riqueza de una vida que ha sido un “aquí estoy" a Dios. Es una Madre
que tendría el deseo de mantener consigo el propio hijo pero que sabe que es de Dios.
Tiene una fe y un amor tan grande que acepta que Él vaya a cumplir su misión. Es un
repetir: el “heme a Dios” desde la Anunciación hasta la Cruz».
El Santo Padre
comentó el fondo de esta película dedicada a María de Nazaret, subrayando que ofrece
tres experiencias, un paradigma, sobre cómo es posible impostar la vida: inicialmente
el egoísmo, la cerrazón en sí mismos y sobre las cosas materiales, dejándose guiar
por el mal; o sobre el sentido de la presencia de un Dios que ha venido y permanece
en medio de nosotros y que nos espera con bondad si nos equivocamos y que nos pide
de seguirlo, de confiarnos a Él. «María de Nazaret, puntualizó, es la mujer del “Heme
aquí” pleno y total a la voluntad divina y en este decir “Sí” repetido también ante
el dolor de la pérdida del Hijo, encuentra la beatitud plena y profunda». (Patricia
L. Jáuregui Romero - Radio Vaticano)