(RV).- (Audio) El domingo 6 de mayo
la Iglesia celebró el 50º aniversario de canonización de san Martín de Porres perteneciente
a la orden de los dominicos, figura destacada del siglo XVI que con su infinita
bondad supo hacer tanto bien a su prójimo. En el marco del rezo mariano del Regina
Caeli del Quinto Domingo de Pascua, al pronunciar sus saludos a los fieles de habla
hispana, el Santo Padre recordó el aniversario de canonización y pidió al santo peruano
su intercesión por la nueva evangelización y para la santidad en la Iglesia con las
siguientes palabras: "Hoy recordamos también el cincuenta aniversario de la canonización
de san Martín de Porres, al que pedimos que interceda por los trabajos de la nueva
evangelización, que haga florecer la santidad en la Iglesia. Invoquemos a la Santísima
Virgen María para que nos acompañe en este camino".
Es oportuno recordar su
biografía: San Martín de Porres fue un mulato, nacido en Lima, capital de Perú, el
9 de diciembre de 1579. Sintiendo grandes deseos de perfección, pidió ser admitido
como "donado" en el convento de los dominicos del Rosario en Lima y consiguió lo que
deseaba cuando tenía quince años de edad. Después de nueve años de servir a la orden
le fue concedida la profesión religiosa y pronunció los votos de pobreza, obediencia
y castidad. Martín es recordado con la escoba, símbolo de su humilde servicio.
Advirtiendo
los superiores de Fray Martín su índole mansa y su mucha caridad, le confiaron, junto
con otros oficios, el de enfermero, en una comunidad que solía contar con doscientos
religiosos, sin tomar en consideración a los criados del convento ni a los religiosos
de otras casas que, informados de la habilidad del hermano, acudían a curarse a Lima.
Juntaba
a su abnegada vida una penitencia austerísima, se maltrataba con dormir debajo de
una escalera unas cuantas horas y con apenas comer lo indispensable. Pasaba la mitad
de la noche rezando a un crucifijo grande que había en su convento, y ante el Santísimo
Sacramento y arrodillado ante la imagen de la Virgen María pasaba largos tiempos rezando
con fervor. Se le vio repetidas veces en éxtasis. Con la ayuda de varios ricos de
la ciudad fundó el Asilo de Santa Cruz para reunir a todos los vagabundos, huérfanos
y limosneros y ayudarles a salir de su penosa situación.
A los sesenta años,
Fray Martín se sintió enfermo y claramente dijo que de esa enfermedad moriría. La
conmoción en Lima fue general y el mismo virrey se acercó al pobre lecho para besar
la mano de aquél que se llamaba a sí mismo “perro mulato”. Murió el 3 de noviembre
de 1639. Fue beatificado en 1837 por Gregorio XVI y canonizado el 6 de mayo de 1962
por el Papa Juan XXIII. En la homilía de canonización el Papa Bueno se refería a san
“Martín de la Caridad” invitándonos a tomar su ejemplo de dulzura y felicidad para
seguir a Cristo en sumisión a sus divinos mandatos. El informe es de Claudia Alberto
"Acabamos de celebrar el 50 aniversario de la canonización del santo peruano
conocido como “Martín de la Caridad”, San Martín de Porres. En la ceremonia de Canonización,
el 6 de mayo de 1962, en la Basílica de San Pedro, el Papa Juan XXIII recordaba que
esta figura del siglo XVI, nos demuestra que “con el ejemplo de su vida, podemos llegar
a la salvación. Él sabía que Cristo Jesús padeció por nosotros y, cargado con nuestros
pecados, subió al leño, y por esto tuvo un amor especial a Jesús crucificado, de tal
modo que al contemplar sus atroces sufrimientos, no podía evitar el derramar abundantes
lágrimas. Tuvo también una singular devoción al santísimo sacramento de la eucaristía.
Además, San Martín, obedeciendo el mandato del divino Maestro, se ejercitaba intensamente
en la caridad para con sus hermanos, caridad que era fruto de su fe íntegra y de su
humildad.
Este santo varón, que con sus palabras, ejemplos y virtudes
impulsó a sus prójimos a una vida de piedad, goza de un poder admirable para elevar
nuestras mentes a las cosas celestiales. No todos, por desgracia, son capaces de comprender
estos bienes sobrenaturales, no todos los aprecian como es debido, al contrario, son
muchos los que, enredados en sus vicios, los menosprecian, los desdeñan o los olvidan
completamente. Ojalá que el ejemplo de Martín enseñe a muchos la dulzura y felicidad
que se encuentra en el seguimiento de Jesucristo y en la sumisión a sus divinos mandatos.
Palabras de Juan XXIII". Fuente datos biográficos: www.corazones.org (Patricia
L. Jáuregui Romero - Radio Vaticano)