(RV).- (Con Audio) Hacia el mediodía de este Domingo del Buen Pastor, 29 de abril,
a la hora del Regina Caeli, Benedicto XVI dedicó su alocución a las vocaciones
aludiendo a la Jornada Mundial de Oración por la Vocaciones, pero también a la celebración
eucarística matutina con la ordenación de nueve sacerdotes para la diócesis de Roma,
expresando que son motivo de alabanza a Dios “por este don, signo de su amor fiel
y providente para la Iglesia”. Tras invitar a toda la comunidad de fieles a estrecharse
espiritualmente a estos sacerdotes lanzó una invitación a orar “para que todos los
jóvenes estén atentos a la voz de Dios que interiormente habla a su corazón y los
llama a desapegarse de todo para servirlo a Él”. Al recordar que con este objetivo
esta dedicada la Jornada Mundial de Oración por las Vocaciones, aludió a que el Señor
llama siempre, pero tantas veces nosotros no lo escuchamos: «Somos distraídos por
muchas cosas, por otras voces más superficiales; y además tenemos miedo de escuchar
la voz del Señor, porque pensamos que pueda quitarnos nuestra libertad. En realidad,
cada uno de nosotros es fruto del amor: ciertamente, el amor de los padres, pero,
más profundamente, el amor de Dios. Dice la Biblia ¿Se olvida una madre de su criatura?
¡Pero aunque ella se olvide, yo no te olvidaré!. En el momento en el que me doy cuenta
de esto, mi vida cambia: se convierte en respuesta a este amor, más grande que cualquier
otro, y así se realiza plenamente mi libertad».
Benedicto XVI puso de relieve
que los jóvenes consagrados este Domingo del Buen Pastor “no son diferentes de los
demás jóvenes, sino que han sido tocados profundamente por la belleza del amor de
Dios, y no han podido evitar de responder con toda su vida”. A quienes se cuestionan
sobre el modo en que han encontrado el amor de Dios, el Santo Padre a dado respuesta
expresando que “lo han encontrado en Jesucristo: en su Evangelio, en la Eucaristía
y en la comunidad de la Iglesia. En la Iglesia se descubre que la vida de cada hombre
es una historia de amor”. Un momento particularmente estimulante en la búsqueda vocacional
fue aportado por el Santo Padre cuando en su alocución previa al rezo del Regina Caeli,
citó las palabras de San Agustín: “¡Tarde te amé, Oh Belleza siempre antigua, siempre
nueva! ¡Tarde te amé! Y tú estabas dentro de mí y yo afuera… Tú estabas conmigo mas
yo no lo estaba contigo… Me llamaste y clamaste y quebrantaste mi sordera”.
Por
otra parte, el Papa llamó a los jóvenes presentes en la Plaza de San Pedro, para que
se unan en oración por la Iglesia, por cada comunidad local para que sea un jardín
irrigado en el que puedan germinar y madurar todas las semillas de vocación que Dios
esparce en abundancia: «Oremos para que por doquier se cultive este jardín, en el
gozo de sentirse todos llamados, en la variedad de los dones. En particular, que las
familias sean el primer ambiente en el que se “respira” el amor de Dios, que da fuerza
interior también entre las dificultades y las pruebas de la vida. Quien vive en familia
la experiencia del amor de Dios, recibe un don inestimable que lleva fruto a su tiempo.
Nos obtenga todo esto la Bienaventurada Virgen María, modelo de acogida libre y obediente
a la divina llamada, Madre de cada vocación en la Iglesia».En el marco de este encuentro
semanal de oración, al saludar en diversos idiomas ,Benedicto XVI nos invitó a pedir
para que el Buen Pastor conceda a la Iglesia abundantes vocaciones. (Audio) (Patricia
L. Jáuregui Romero – Radio Vaticano)
Texto saludos del Papa en español
Saludo
a los peregrinos de lengua española, en particular a los alumnos de diversos centros
escolares de Blanca, Murcia. En el Evangelio de este domingo, Cristo se presenta como
el Buen Pastor, que da la vida por las ovejas. Pidámosle a Él que conceda a su Iglesia
abundantes vocaciones sacerdotales, religiosas y misioneras, que ayuden a sus hermanos
a acoger su mensaje de salvación. Feliz Domingo.
Texto completo
palabras del Papa antes y después del rezo del Regina Caeli (29.04.12)
Queridos
hermanos y hermanas: Acaba de terminar, en la Basílica de San Pedro, la
celebración eucarística en la que he ordenado a nueve presbíteros de la Diócesis de
Roma. ¡Rindamos gracias a Dios por este don, signo de su amor fiel y providente para
la Iglesia! Estrechémonos espiritualmente a estos sacerdotes novelos y
oremos para que acojan plenamente la gracia del Sacramento que los ha conformado a
Jesús Sacerdote y Pastor. Oremos para que todos los jóvenes estén atentos a la voz
de Dios que interiormente habla a su corazón y los llama a desapegarse de todo para
servirlo a Él. Con este objetivo está dedicada la Jornada Mundial de Oración por las
Vocaciones que hoy celebramos. En efecto, el Señor llama siempre, pero tantas veces
nosotros no lo escuchamos. Somos distraídos por muchas cosas, por otras voces más
superficiales; y además tenemos miedo de escuchar la voz del Señor, porque pensamos
que pueda quitarnos nuestra libertad. En realidad, cada uno de nosotros es fruto del
amor: ciertamente, el amor de los padres, pero, más profundamente, el amor de Dios.
Dice la Biblia ¿Se olvida una madre de su criatura? ¡Pero aunque ella se olvide, yo
no te olvidaré! (cfr Is 49,15). En el momento en el que me doy cuenta de esto, mi
vida cambia: se convierte en respuesta a este amor, más grande que cualquier otro,
y así se realiza plenamente mi libertad.
Los jóvenes que hoy consagro
sacerdotes no son diferentes de los demás jóvenes, sino que han sido tocados profundamente
por la belleza del amor de Dios, y no han podido evitar de responder con toda su vida.
¿Cómo han encontrado el amor de Dios? Lo han encontrado en Jesucristo: en su Evangelio,
en la Eucaristía y en la comunidad de la Iglesia. En la Iglesia se descubre que la
vida de cada hombre es una historia de amor. Nos lo muestra claramente la Sagrada
Escritura, y nos lo confirma el testimonio de los santos. Es ejemplar la expresión
de san Agustín, que en sus Confesiones se dirige a Dios diciendo: “¡Tarde te amé,
Oh Belleza siempre antigua, siempre nueva! ¡Tarde te amé! Y tú estabas dentro de mí
y yo afuera… Tú estabas conmigo mas yo no lo estaba contigo… Me llamaste y clamaste
y quebrantaste mi sordera” (Confesiones, Capítulo 10. 27.38).
Queridos
amigos, oremos por la Iglesia, por cada comunidad local para que sea como un jardín
irrigado en el que puedan germinar y madurar todas las semillas de vocación que Dios
esparce en abundancia. Oremos para que por doquier se cultive este jardín, en el gozo
de sentirse todos llamados, en la variedad de los dones. En particular, que las familias
sean el primer ambiente en el que se “respira” el amor de Dios, que da fuerza interior
también entre las dificultades y las pruebas de la vida. Quien vive en familia la
experiencia del amor de Dios, recibe un don inestimable que lleva fruto a su tiempo.
Nos obtenga todo esto la Bienaventurada Virgen María, modelo de acogida libre y obediente
a la divina llamada, Madre de cada vocación en la Iglesia.
SALUDOS
Un
saludo especial lo dirijo a los peregrinos reunidos en la Basílica de San Pablo extra
Muros, donde esta mañana fue proclamado Beato José Toniolo que vivió entre los siglos
XIX y XX, fue esposo y padre de siete hijos, profesor universitario y educador de
jóvenes, economista y sociólogo, apasionado servidor de la comunión en la Iglesia.
Actuó las enseñanzas de la Encíclica Rerum Novarum del Papa León XIII; promovió la
Acción Católica, la Universidad Católica del Sagrado Corazón, las Semanas Sociales
de los católicos italianos y un Instituto de derecho internacional de la paz. Su mensaje
es de gran actualidad, especialmente en este tiempo: el Beato Toniolo indica el camino
del primado de la persona humana y de la solidaridad. El escribía: «Por encima de
los mismos legítimos bienes e intereses de las naciones y de los Estados, hay una
nota inseparable que impulsa a todos a la unidad, es decir el deber de la solidaridad
humana».
También hoy en Coutances, en Francia, fue beatificado el sacerdote
Pierre-Adrien Toulorge, de la Orden Premostratense y que vivió en la segunda mitad
del siglo XVIII. Demos gracias a Dios por este luminoso “mártir de la verdad”.
Saludo
a los participantes en el Encuentro europeo de los estudiantes universitarios, organizado
por la Diócesis de Roma en el primer aniversario de la Beatificación de Juan Pablo
II. Queridos jóvenes, prosigan confiadamente en el camino de la nueva evangelización
en las Universidades. Mañana por la tarde me uniré espiritualmente a ustedes para
la Vigilia que tendrá lugar en Tor Vergata ante la gran Cruz de la Jornada Mundial
de la Juventud del 2000. Gracias por su presencia. Saludo a los peregrinos
de lengua española, en particular a los alumnos de diversos centros escolares de Blanca,
Murcia. En el Evangelio de este domingo, Cristo se presenta como el Buen Pastor, que
da la vida por las ovejas. Pidámosle a Él que conceda a su Iglesia abundantes vocaciones
sacerdotales, religiosas y misioneras, que ayuden a sus hermanos a acoger su mensaje
de salvación. Feliz Domingo.(Traducción de Patricia L. Jáuregui Romero)