2012-04-14 11:34:46

Reconduce a la unidad lo que está dividido


(RV).- El viernes 13 de abril por la tarde en Alemania, el Cardenal Marc Ouellet, Prefecto de la Congregación para los Obispos, y Enviado Especial del Santo Padre a la celebración de apertura de la peregrinación a la “Túnica Santa”, leyó el mensaje del Papa dirigido a su Reverendo Hermano Mons. Stephan Ackermann, Obispo de Tréveris, con motivo del V centenario de la ostensión pública de esta “Túnica Santa”.

Se trata de una reliquia que se conserva en la catedral de San Pedro de Tréveris, y que consiste en un trozo de tela que se considera que pertenecía a la túnica que vestía Cristo antes de su crucifixión y que, según el Evangelio de San Juan, los soldados romanos encargados de la vigilancia del patíbulo se disputaron, jugándosela a suerte.

Benedicto XVI recuerda en su mensaje –escrito el pasado 6 de abril, Viernes Santo– que la primera aparición pública de esta reliquia tuvo lugar hace quinientos años, por obra del Arzobispo Richard von Greiffenklau, según el deseo del Emperador Maximiliano I en el momento de la inauguración del altar mayor de la catedral de San Pedro de Tréveris.

El Papa afirma que de este modo, en esta ocasión especial, ha querido hacerse peregrino también en él, a través del pensamiento, para estar presente en esa antigua y venerable ciudad episcopal, para unirse a la fila de los fieles que, en las próximas semanas, participarán en la peregrinación a la “Túnica Santa”. Por esta razón, el Obispo de Roma extiende su pensamiento a los hermanos en el servicio episcopal allí presentes, junto a los sacerdotes, diáconos, religiosos y religiosas, así como a todos los que se reunieron para la apertura de esta peregrinación, asegurándoles la cercanía fraterna del Sucesor de Pedro.

El Santo Padre recuerda asimismo que desde la primera ostensión, en el año 1512, la “Túnica Santa” atrae a los fieles, porque esta reliquia “hace presente los momentos dramáticos de la vida terrenal de Jesús, es decir, su muerte en la cruz”. Y añade que el hecho de que los soldados se hayan dividido los vestidos del Crucificado podría parecer sólo un episodio marginal, al que aluden los Evangelios sinópticos sólo de paso. Sin embargo, Benedicto XVI escribe que el Evangelista Juan desarrolla este episodio con cierta solemnidad. Es el único que habla de la túnica, que “era sin costura, tejida de una pieza de arriba abajo” (19, 23). De este modo –prosigue el Papa– “nos hace explícito el episodio” y nos ayuda, gracias a la reliquia, “a ver con fe el Misterio de la salvación”.

Juan nos dice que la túnica era de “una sola pieza”. Los soldados, que según la usanza romana, se dividen como un botín las pobres cosas del Crucificado, no quieren arrancar la túnica. Sino que se la juegan a suerte y, de este modo, permanece entera. El Papa explica que los Padres de la Iglesia ven en este pasaje “la unidad de la Iglesia”; porque está fundada “como única e indivisa comunidad del amor de Cristo”. Y “la Túnica Santa desea hacérnoslo visible”.

El Santo Padre también considera que “el amor del Salvador une lo que está dividido. La Iglesia es la unidad de muchos. Cristo no desea abolir la pluralidad de los hombres, pero la enlaza junto al ser, en que los cristianos, unos por otros y con los demás llegan a ser, en su misma diversidad, mediadores hacia Dios.

En cuanto al hecho que refiere que la túnica de Cristo está “tejida de una pieza de arriba abajo” (Jn 19, 23), el Papa explica que también ésta es una imagen de la Iglesia, que vive “no gracias a sus propias fuerzas, sino por la acción de Dios”. Y añade que “como única e indivisa comunidad, ella es obra de Dios y no el producto de los hombres o de sus capacidades. La Túnica Santa quiere ser, al mismo tiempo, una admonición a la Iglesia para que permanezca fiel a sus orígenes, se vuelva consciente de que su unidad, su consenso, su eficacia, su testimonio, que es, finalmente una obra de lo alto, sólo pueden ser un don de Dios”. Y agrega que cuando Pedro confiesa: “Tú eres Cristo” (Cfr. Mt 16, 16), recibe el poder de atar y desatar, por tanto el servicio a favor de la unidad de la Iglesia.

Para concluir, el Papa escribe que la “Túnica Santa” no es una toga, un vestido elegante que expresa un papel social. Sino que se trata de una prenda modesta, que sirve para cubrir y proteger a quien la viste, custodiando su reserva. Esta vestimenta es el don indiviso del Crucificado a la Iglesia, que Él ha santificado con su sangre. Per esta razón, la “Túnica Santa” recuerda a la Iglesia su dignidad. “Pero con cuánta frecuencia –exclama– vemos en qué recipientes de barro (Cfr. 2 Co 4, 7) llevamos el tesoro que el Señor nos ha encomendado en su Iglesia, y cómo, a causa de nuestro egoísmo, de nuestras debilidades y errores, se hiere la integridad del Cuerpo de Cristo”.

Por eso el Santo Padre afirma que se necesita “una constante disposición a la conversión y a la humildad, para ser discípulos del Señor con amor y con verdad”. Mientras al mismo tiempo, “la particular dignidad e integridad de la Iglesia no puede ser malvendida y abandonada al estruendo de un juicio sumario por parte de la opinión pública”.

Benedicto XVI concluye su mensaje recordando que esta peregrinación jubilar lleva por lema una invocación al Señor: “Reconduce a la unidad lo que está dividido”. De ahí que haga hincapié en que “no queremos permanecer bloqueados en el aislamiento. Queremos pedir al Señor que nos guíe en el camino común de la fe, y hacer nuevamente vivos sus contenidos. De este modo –escribe el Pontífice– creciendo juntos como cristianos en la fe, en la oración, en el testimonio, en medio de las pruebas de nuestro tiempo, podremos confesar su magnificencia y su bondad. Por esta razón el Papa imparte de corazón su bendición apostólica al Obispo de Tréveris y a todas las personas que en estas semanas de fiesta irán en peregrinación a la “Túnica Santa”.

(María Fernanda Bernasconi – RV).







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