(RV).- A propósito del inminente cumpleaños del Santo Padre, nuestro director general,
el P. Federico Lombardi, dedica su editorial para el semanario “Octava Dies” del Centro
Televisivo Vaticano, a los diversos aniversarios que hemos vivido con Benedicto XVI.
(Audio)
Ochenta y cinco años
de edad y siete de pontificado. Cuando el Cardenal Joseph Ratzinger fue elegido Papa,
en edad ya avanzada, muchos se preguntaron si tras los años marcados por la enfermedad
de su gran Predecesor, el pontificado que comenzaba habría sido intenso y duradero
como se deseaba, y si un teólogo que había guiado durante mucho tiempo un dicasterio
específicamente doctrinal habría sabido asumir la tarea tan diversa del gobierno pastoral
de la Iglesia universal.
En estos siete años hemos tenido ya veintitrés viajes
internacionales a veintitrés países, y veintiséis viajes por Italia; hemos asistido
a cuatro Sínodos de los Obispos y a tres Jornadas Mundiales de la Juventud; hemos
leído tres Encíclicas y recibido innumerables alocuciones y actos magisteriales; hemos
participado de un Año paulino y de Año sacerdotal; hemos visto al Papa afrontar con
valor, humildad y determinación –es decir con límpido espíritu evangélico– situaciones
difíciles, como la crisis que siguió a los abusos sexuales.
Hemos leído –hecho
nuevo y original– su obra sobre Jesús de Nazaret y su libro-entrevista “Luz del mundo”.
Sobre todo, hemos aprendido de la coherencia y constancia de su enseñanza, que la
prioridad de su servicio a la Iglesia y a la humanidad es orientar la vida hacia Dios,
el Dios que nos ha dado a conocer Jesucristo; que la fe y la razón se ayudan recíprocamente
en el buscar la verdad y responder a las expectativas y a las preguntas de cada uno
de nosotros y de la humanidad en su conjunto; y que el olvido de Dios y el relativismo
son riesgos gravísimos de nuestro tiempo. Por todo esto nos sentimos inmensamente
agradecidos.
Y estamos aún en camino con él: hacia el Encuentro Mundial de
las Familias y hacia Oriente Medio, hacia el Sínodo de la Nueva Evangelización y hacia
el Año de la Fe. En las manos de Dios, al servicio de Dios y de su Iglesia.