(RV).- (Con audio) Este miércoles de la tercera semana de Cuaresma Benedicto XVI desarrolló
su catequesis sobre la presencia orante de la Virgen María con los Apóstoles abriendo
un nuevo ciclo sobre la oración en el libro de los Hechos de los Apóstoles y en las
cartas de San Pablo.
“La presencia de María con los apóstoles en la espera
de Pentecostés, dijo, adquiere un gran significado, ya que comparte con ellos lo más
precioso: la memoria viva de Jesús en la oración”. Escuchemos la catequesis y los
saludos del Papa en nuestro idioma precedida por la lectura evangélica del día y la
presentación de los grupos que participaron en la audiencia general de este 14 de
marzo, con particular mención al grupo de León Guanajuato encabezado por su obispo
Mons. Julián López. (Audio) (Patricia L. Jáuregui
Romero - RV)
TEXTO CATEQUESIS DEL PAPA EN ESPAÑOL
Queridos hermanos
y hermanas: En la catequesis de hoy hemos hablado sobre la presencia orante de
la Virgen María, iniciando así una serie de catequesis sobre la oración en el libro
de los Hechos de los Apóstoles y en las Cartas de san Pablo. Mientras que en la anunciación
se nos narra la presencia de María al comienzo de la vida terrena de Jesús, en el
libro de los Hechos la vemos reunida con los apóstoles, a la espera de la venida del
Espíritu Santo, acompañando con su oración silenciosa los primeros pasos de la Iglesia.
La existencia de María, desde Nazaret a Jerusalén, pasando por la cruz, donde el Hijo
la entrega al apóstol Juan, está caracterizada por la capacidad de mantener un clima
perseverante de recogimiento, meditando cada acontecimiento en el silencio de su corazón.
La presencia de María con los apóstoles, en la espera de Pentecostés, adquiere un
gran significado, ya que comparte con ellos lo más precioso: la memoria viva de Jesús
en la oración. Ella se encuentra en oración con y en la Iglesia. Venerar a la Madre
de Jesús en la Iglesia significa aprender de ella a ser comunidad que reza. Ella nos
enseña la necesidad de la oración y de que mantengamos con su Hijo una relación constante,
íntima y llena de amor, para poder anunciar con valentía a todos los hombres que él
es el salvador del mundo.
Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua española,
en particular al grupo de la diócesis de León, con su Obispo Monseñor Julián López,
así como a los demás grupos venidos de España, México y otros países latinoamericanos.
Que siguiendo el ejemplo de María, sepamos dedicar más tiempo a la oración personal
y comunitaria, especialmente en este tiempo de cuaresma, en el que a través de la
penitencia y la limosna nos disponemos a acompañar a Jesús más de cerca. Muchas gracias.
Texto completo de la catequesis del Papa en italiano:
El
Concilio Vaticano II ha querido poner de relieve, en particular, este vínculo que
se manifiesta visiblemente en la oración en común de María junto a los Apóstoles,
en el mismo lugar, a la espera del Espíritu Santo. La Constitución dogmática Lumen
gentium sobre la Iglesia afirma: "Como quiera que plugo a Dios no manifestar abiertamente
el misterio de la salvación humana antes de derramar el Espíritu prometido por Cristo,
vemos a los apóstoles antes del día de Pentecostés "todos ellos, íntimamente unidos,
que se dedicaban a la oración, en compañía de algunas mujeres, de María, la madre
de Jesús, y de sus hermanos. (Hch 1,14), y también vemos a María implorar con sus
oraciones el don del Espíritu Santo que en la Anunciación la había tomado bajo su
sombra" (n. 59). El lugar privilegiado de María es la Iglesia, donde es "reconocida
como miembro muy eminente y del todo singular...figura y destacadísimo modelo de fe
y de caridad" (ib., n. 53). Así, lo indica el Concilio Vaticano II.
Venerar
a la Madre de Jesús en la Iglesia, significa, pues, aprender de ella a ser comunidad
que reza: es ésta una de las características esenciales de la primera descripción
de la comunidad cristiana expuesta en los Hechos de los Apóstoles (cf. 2:42). La oración
a menudo viene dictada por situaciones difíciles, problemas personales que conducen
a dirigirse al Señor para recibir luz, consuelo y ayuda. María nos invita a abrir
las dimensiones de la oración, a dirigirnos a Dios no sólo en la necesidad y no sólo
para nosotros mismos, sino de manera unánime, perseverante, fiel, con un "solo corazón
y una sola alma" (cf. Hch 4,32 ).
Queridos amigos, la vida humana atraviesa
diversas etapas de transición, a menudo, difíciles y exigentes, que requieren decisiones
inderogables, renuncias y sacrificios. La Madre de Jesús ha sido puesta por el Señor
en momentos decisivos de la historia de la salvación y siempre ha sido capaz de responder
con plena disponibilidad, fruto de una profunda relación con Dios, madurada en la
oración asidua e intensa. Entre el viernes de la Pasión y el domingo de la Resurrección,
a ella se le confió el discípulo amado, y con él a toda la comunidad de los discípulos
(cf. Jn 19:26). Entre la Ascensión y Pentecostés, ella está con y en la Iglesia en
la oración (cf. Hch 1,14). Madre de Dios y Madre de la Iglesia, María ejerce su maternidad
hasta el final de la historia. Encomendamos a ella todas las fases de nuestra existencia
personal y eclesial, así como nuestro tránsito final. María nos enseña la necesidad
de la oración y nos muestra que sólo con un vínculo constante, íntimo, lleno de amor
con su Hijo podemos salir de "nuestra casa", de nosotros mismos, con valentía, para
alcanzar los confines del mundo y anunciar en todas partes al Señor Jesús, Salvador
del mundo.
(Traducción del italiano: Eduardo Rubió y Cecilia de Malak)