(RV).- Benedicto XVI ha tomado parte esta mañana, en la Capilla Redemptoris Mater,
junto a la Familia Pontificia, a la primera predicación de Cuaresma del padre capuchino
Raniero Cantalamessa. Sermón que ha dedicado a “San Atanasio y la fe en la Divinidad
de Cristo”.
El predicador de la Casa Pontificia ha indicado que este año, en
preparación al Año de la fe, proclamado por el Santo Padre Benedicto XVI, los cuatro
sermones de Cuaresma se basarán en los cuatro grandes doctores de la Iglesia oriental:
Atanasio, Basilio, Gregorio Nacianceno y Gregorio de Nisa, para ver lo que cada uno
de ellos nos dice sobre el dogma del que eran respectivamente, maestros: la divinidad
de Cristo, el Espíritu Santo, la Trinidad, y el conocimiento de Dios”.
“Todo
ello con la intención -ha señalado el predicador- de elaborar el impulso y restaurar
la frescura de nuestra fe, a través de un renovado contacto con estos gigantes "de
la fe" del pasado. Lo que nos gustaría aprender de los Padres no es tanto la forma
de proclamar la fe en el mundo, sino más bien la profundización de su propia fe, redescubrir,
detrás de ellos, la riqueza, la belleza y la felicidad de creer”.
El padre
capuchino ha iniciado hoy con San Atanasio, “el campeón de la divinidad de Cristo”.
Fue obispo de Alejandría, nacido en el año 295. “Pocos padres han dejado una huella
tan profunda en la historia de la Iglesia. Viene recordado por muchas cosas: “la influencia
que tuvo en la difusión del monaquismo, por haber sido el primero en reclamar la libertad
de la Iglesia en un Estado cristiano, por su amistad con los obispos occidentales”.
Todo su trabajo y mérito consistieron en eliminar los obstáculos que hasta
entonces habían impedido el pleno reconocimiento, sin reticencias, de la divinidad
de Cristo en el contexto cultural griego. “La divinidad de Cristo -decía- es la piedra
angular que sostiene los dos misterios principales de la fe: la Trinidad y la Encarnación,
dos puertas que se abren y se cierran a la vez”.
Para San Atanasio, ha explicado
el padre Catalamessa, es necesario a veces demoler en nosotros, creyentes, y en los
hombres de Iglesia, la falsa persuasión de creer, de estar tranquilos por lo que se
refiere a la fe. “Es necesario, en cambio, provocar la duda, poner en duda la fe,
para podernos poner así a la búsqueda de una fe más autentica”.
Atanasio recuerda
que “la fe en la divinidad de Cristo no es posible sin tener presente la experiencia
de la salvación obrada por Cristo. Y esa experiencia de la salvación “se hace leyendo
la palabra de Dios, administrando y recibiendo los sacramentos, sobre todo la Eucaristía,
lugar privilegiado de la presencia del Resucitado, ejercitando los carismas, manteniendo
contacto con la vida de la comunidad creyente y rezando.
“La fe en la divinidad
de Cristo nos es sobre todo indispensable en este momento, para mantener viva la esperanza
sobre el futuro de la Iglesia y del mundo”.