Uruguay, Mes de la Vida: Don de Dios, Tarea Nuestra
(RV).-La Iglesia en Uruguay celebra en este mes de marzo -a través de la Comisión
de la Familia y la Vida de la Conferencia Episcopal - el valor de la Vida que este
año lleva el lema: “La Vida: Don de Dios, Tarea Nuestra”. En este contexto el Secretario
Ejecutivo de dicha Comisión, P. Manuel Pérez, publicó una reflexión en la que se
detiene a contemplar diversos aspectos: La vida humana, La vida Don de Dios, La
vida, tarea nuestra. En un comunicado de la CEU se destaca que la Pastoral Familiar
Nacional dedica todo el mes de marzo de este año, y los próximos, a subrayar pastoralmente
el valor de la vida invitando a vivirlo en la Arquidiócesis, y crear las iniciativas
oportunas para que en las diversas comunidades parroquiales, educativas y movimientos
estén en grado no solo de asumir sino de vivir en plenitud esta “oportunidad pastoral”.
Sobre
los temas de este mes dedicado al valor de la Vida: La vida humana: No es nueva,
entre nosotros, la problemática de la violencia e inseguridad a cualquier hora del
día o la noche. Los esfuerzos se realizan, pero la fragilidad a la que todos estamos
sometidos nos atemoriza: se trata de nuestra propia vida y la de tantos ciudadanos.
Ciertamente que la problemática es más amplia y abarca otros aspectos. Nuestros Obispos
en su Carta Pastoral, en ocasión del Bicentenario, nos señalan algunos síntomas de
fragilidad de nuestra sociedad respecto a la vida: “el drástico y sostenido descenso
de la tasa de natalidad, con la consiguiente despoblación y envejecimiento poblacional;
la eutanasia, propuesta como una muerte digna, la ideología del género, que pretendiendo
barrer las diferencias naturales dadas por el Creador al varón y a la mujer, socava
los fundamentos del matrimonio y la familia, y no obstante es implantada en los centros
educativos y difundida como progreso cultural; la ausencia o deficiencia, en fin,
de políticas públicas que defiendan eficazmente la familia. En este clima tempestuoso,
nos preocupan de modo muy particular los repetidos intentos de legalizar el abominable
crimen del aborto”
La vida Don de Dios: Es un don precioso que Dios nos ha
dado y por ello sagrado e inviolable, respetable desde sus comienzos y en cada etapa
y momento de su desarrollo. ¿Quién, en alguna circunstancia, puede atribuirse el derecho
de atentar contra la vida humana? Nuestro recordado Papa el Beato Juan Pablo II, nos
planteaba: “La vida humana es sagrada porque desde su inicio comporta ‘la acción creadora
de Dios’ y permanece siempre en una especial relación con el Creador, su único fin.
Sólo Dios es Señor de la vida desde su comienzo hasta su término: nadie, en ninguna
circunstancia, puede atribuirse el derecho de matar de modo directo a un ser humano
inocente...” (Evangelium Vitae 53). “Explícitamente, el precepto ‘no matarás’ tiene
un fuerte contenido negativo: indica el límite que nunca puede ser transgredido. Implícitamente,
sin embargo, conduce a una actitud positiva de respeto absoluto por la vida, ayudando
a promoverla y a progresar por el camino del amor que se da, acoge y sirve” (Evangelium
Vitae 54).
La vida, tarea nuestra: ¡Qué buena oportunidad que nos da esta propuesta
pastoral para que en nuestras parroquias, centros educativos y movimientos podamos
comprometernos en profundizar este planteo! Es cierto: es tarea nuestra. Lo es construyendo
cada día oportunidades para que la vida se desarrolle: en nuestras familias, en nuestro
barrio, en nuestro ámbito laboral, con quienes cotidianamente tenemos oportunidad
de encontrarnos. Asumamos el compromiso de ser comunicadores de vida, de contagiar
el entusiasmo por custodiarla luchando por una vida más humana y más digna. Nos dice
el Beato Juan Pablo II: “Desde sus inicios, la Tradición viva de la Iglesia, como
atestigua la Didaché, el más antiguo escrito cristiano no bíblico, repite de forma
categórica el mandamiento ‘no matarás’: dos caminos hay, uno de la vida y otro de
la muerte; pero grande es la diferencia que hay entre estos caminos… El segundo mandamiento
de la doctrina, no matarás… no matarás al hijo en el seno de su madre, ni quitarás
la vida al recién nacido. Pero el camino de la muerte es éste:… que no se compadecen
del pobre, no sufren por el atribulado, no conocen a su Criador, matadores de sus
hijos, corruptores de la imagen de Dios; los que rechazan al necesitado, oprimen al
atribulado, abogados de los ricos, jueces injustos de los pobres, pecadores en todo.
¡Ojalá se vean libres, hijos, de todos estos pecados!” (Evangelium Vitae 54). Ciertamente
que es mucho lo que ya estamos haciendo en favor de tantos hermanos, por su dignidad
de personas humanas y al mismo tiempo ¡cuánto nos queda por hacer! Está en nuestras
manos asumir este compromiso de continuar viviendo jugándonos, como discípulos-misioneros,
a favor de la vida. (Patricia L. Jáuregui Romero – RV) Fuente: CEU