«Humildad, búsqueda de la verdad y profunda renovación»
(RV).- En el marco del simposio internacional “Hacia la curación y la renovación”
- que termina este jueves, con la participación de obispos y superiores religiosos
de todo el mundo, para relanzar el compromiso de la Iglesia en la protección, contra
los abusos sexuales, de los menores y las personas vulnerables - el Prefecto de la
Congregación para la Evangelización de los Pueblos, el Cardenal designado Fernando
Filoni, presidió, en la tarde de ayer, la Santa Misa, en la Basílica romana de los
Santos Apóstoles.
En su homilía, el Prefecto de la Congregación para la Evangelización
de los Pueblos, hizo hincapié en que este Simposio confirma el compromiso de la Iglesia
Universal en la lucha contra «un fenómeno tan execrable y aún más cuando es perpetrado
por hombres y mujeres de Iglesia». Y, citando el Evangelio de Lucas subrayó el profundo
significado del sacerdocio, evocando luego las palabras de Benedicto XVI, al concluir
el Año Sacerdotal.
«Para los Pastores, ser hombre de Dios implica valentía
y vigilancia. Dios se vale de un hombre con sus limitaciones para estar, a través
de él, presente entre los hombres y actuar en su favor. Esta audacia de Dios, que
se abandona en las manos de seres humanos; que, aun conociendo nuestras debilidades,
considera a los hombres capaces de actuar y presentarse en su lugar, esta audacia
de Dios es realmente la mayor grandeza que se oculta en la palabra ‘sacerdocio’»,
reiteró Mons. Filoni, citando textualmente lo que dijo el Papa el 11 de junio de 2010.
Y en su homilía en la clausura del Año Sacerdotal, recordó también Mons. Filoni,
Benedicto XVI afirmó que «era de esperar que al «enemigo» no le gustara que el sacerdocio
brillara de nuevo; él hubiera preferido verlo desaparecer, para que al fin Dios fuera
arrojado del mundo. Y así ha ocurrido que, precisamente en este año de alegría por
el sacramento del sacerdocio, han salido a la luz los pecados de los sacerdotes, sobre
todo el abuso a los pequeños, en el cual el sacerdocio, que lleva a cabo la solicitud
de Dios por el bien del hombre, se convierte en lo contrario».
«Jesús ha venido
a derrotar el mal que encadena y ahoga al hombre y a quemar esos ídolos embusteros
ante los cuales se ha arrodillado gran parte de la humanidad: poder, dinero, éxito,
miedos, depresiones y egoísmos. La misma Iglesia está atravesada por estas tentaciones
e ilusiones», señaló Mons. Filoni, recordando que Benedicto XVI dijo - en su discurso
a la Curia Romana para la presentación de las felicitaciones navideñas del 2010 –
que «el rostro de la Iglesia está cubierto de polvo y su vestido está rasgado por
culpa de los sacerdotes».
El Prefecto de la Congregación para la Evangelización
de los Pueblos, destacó que el Santo Padre ha invitado numerosas veces a la Iglesia
a un «baño de humildad, a la búsqueda de la verdad y a una profunda renovación». Y
concluyó su homilía invitando a todos a impulsar el compromiso por una renovación
eficaz del corazón y a rogar al Dios de la misericordia para que bendiga nuestros
propósitos y a María Santísima, Madre de la Iglesia, para que vele sobre sus hijos.