También la problemática moral constituye un nuevo desafío para el camino ecuménico
(RV).- Al recibir a los participantes en la Sesión Plenaria de la Congregación para
la Doctrina de la fe el Papa manifestó su alegría por este encuentro que le permitió
expresarles su aprecio por el servicio que desarrollan para la Iglesia y de modo especial
para el Sucesor de Pedro en su ministerio de confirmar a los hermanos en la fe.
Tras
agradecer al Cardenal William Levada su saludo cordial en el que recordó algunos de
los importantes empeños del Dicasterio de estos últimos años, Benedicto XVI manifestó
su reconocimiento particular a esta Congregación que, en colaboración con el Consejo
pontificio para la Promoción de la nueva evangelización, prepara el Año de la fe,
acogiendo un momento propicio para volver a proponer a todos el don de la fe en Cristo
resucitado, junto a la luminosa enseñanza del Concilio Vaticano II y la valiosa síntesis
doctrinal ofrecida por el Catecismo de la Iglesia católica:
Come sabemos,
en vastas zonas de la tierra la fe corre el riesgo de apagarse como una llama que
ya no encuentra más alimento. Nos encontramos ante una profunda crisis de fe, una
pérdida del sentido religioso que constituye el desafío mayor para la Iglesia de hoy.
Por tanto, la renovación de la fe debe ser la prioridad en el empeño de la Iglesia
entera en nuestros días. Deseo que el Año de la fe contribuya, con la colaboración
cordial de todos los miembros del Pueblo de Dios, a hacer a Dios nuevamente presente
en este mundo y a abrir a los hombres el acceso a la fe, al encomendarse a ese Dios
que nos ha amado hasta el extremo (Cfr. Jn 13, 1), en Jesucristo crucificado y resucitado.
El
Papa también afirmó que el tema de la unidad de los cristianos está relacionado estrechamente
con esta tarea. Y se detuvo sobre algunos aspectos doctrinales referentes al camino
ecuménico de la Iglesia, que ha sido objeto de una profunda reflexión en esta Plenaria,
en coincidencia con la conclusión de la anual Semana de Oración por la Unidad de los
cristianos:
La coherencia del empeño ecuménico con la enseñanza del Concilio
Vaticano II y con la entera Tradición ha sido uno de los ámbitos a los que la Congregación,
en colaboración con el Consejo pontificio para la Promoción de la unidad de los cristianos,
ha prestado siempre atención. Hoy podemos constatar no pocos frutos buenos obtenidos
de los diálogos ecuménicos, pero también debemos reconocer que el riesgo de un falso
“irenismo” y de un indiferentismo, totalmente ajeno a la mente del último Concilio,
exige nuestra vigilancia.
Por último Benedicto XVI se refirió a la problemática
moral con las siguientes palabras:
Una última cuestión que querría finalmente
mencionar es la problemática moral, que constituye un nuevo desafío para el camino
ecuménico. En los diálogos no podemos ignorar las grandes cuestiones morales acerca
de la vida humana, la familia, la sexualidad, la bioética, la libertad, la justicia
y la paz. Sería importante hablar sobre estos temas con una sola voz, tomando del
fundamento de la Escritura y de la viva tradición de la Iglesia.
Como conclusión
de estas reflexiones, el Santo Padre deseó una estrecha y fraterna colaboración de
la Congregación para la Doctrina de la fe con el competente Consejo pontificio para
la Promoción de la unidad de los cristianos, a fin de promover eficazmente el restablecimiento
de la plena unidad entre todos los cristianos. Puesto que, como afirmó, la división
entre ellos, “no sólo se opone abiertamente a la voluntad de Cristo, sino que también
es de escándalo al mundo y daña la más santa de las causas: la predicación del Evangelio
a toda criatura” (Decreto Unitatis redintegratio, 1).
“Por tanto –terminó
diciendo el Papa– la unidad no es por tanto sólo el fruto de la fe, sino también un
medio y casi un presupuesto para anunciar de modo cada vez más creíble la fe a quienes
aún no conocen al Salvador. Y se despidió de los miembros de la Congregación para
la Doctrina de la fe renovándoles su gratitud por su servicio, a la vez que les aseguró
su constante cercanía espiritual y les impartió de corazón su Bendición Apostólica.
(María Fernanda Bernasconi – RV).