“Quien quiera ser sacerdote debe ser un hombre de Dios”
(RV).- Hacia el mediodía en la Sala Clementina del Vaticano tuvo lugar el encuentro
con los Superiores y Seminaristas del Pontificio Seminario Regional Umbra Pío XI de
Asís, del Pontificio Seminario Regional de San Pío X de Catanzaro, y del Pontificio
Seminario Campano Interregional, de Nápoles en el marco del centenario de su fundación.
A ellos el Sucesor de Pedro dirigió un discurso en el que evidenció el ministerio
sacerdotal y la importancia de la formación en el sacerdocio, deteniéndose a considerar
cuán indispensable es la armoniosa integración entre el ministerio con sus múltiples
actividades y la vida espiritual del presbítero.
Recordó, que para el sacerdote,
destinado a acompañar a otros a lo largo del camino de la vida y hasta la puerta de
la muerte, es importante mantener el justo equilibrio entre corazón e intelecto, razón
y sentimiento, cuerpo y alma para que sea humanamente íntegro. Subrayando que estas
son las razones que impulsan a prestar mucha atención a la dimensión humana de la
formación de los candidatos al sacerdocio.
En este sentido Benedicto XVI destacó
a los Superiores y Seminaristas de los tres Seminarios regionales italianos que el
contexto cultural de hoy exige de ellos una sólida preparación filosófico-teológica.
Y para la ocasión citó su carta a los seminaristas con motivo de la conclusión del
Año Sacerdotal, en el apartado que explica que no se trata únicamente de aprender
las cosas evidentemente útiles sino de conocer y comprender la estructura interna
de la fe en su totalidad, de manera que ésta se convierta en respuesta a las cuestiones
de los hombres que son diferentes desde el punto de vista exterior, de generación
en generación pero que -sin embargo- permanecen siendo las mismas. Por este motivo
el Papa les indicó que el estudio de la teología debe estar en unión estrecha con
la vida de oración.
Una vez más el Santo Padre recordó que “quien quiere ser
sacerdote debe ser, sobre todo un ‘hombre de Dios’ Como lo escribe san Pablo” (1 Tm
6,11), y por ello lo más importante en el camino hacia el sacerdocio y durante toda
la vida sacerdotal es la relación personal con Dios en Jesucristo.
En otra
parte de su discurso Benedicto XVI citó las palabras pronunciadas por el beato Juan
XXIII con motivo del quincuagésimo aniversario de fundación del Seminario regional
campano, cuando dirigiéndose a los superiores y alumnos expresaba “A esto tiende
su educación, en espera de la misión que les será confiada para gloria de Dios y para
la salvación de las almas: formar la mente y santificar la voluntad. “El mundo espera
santos: Antes aún que sacerdotes cultos, elocuentes y actualizados, se necesitan
sacerdotes santos y santificadores”. Estas palabras resuenan todavía actuales –dijo-
porque hoy más que nunca en toda la Iglesia existe necesidad de obreros del Evangelio,
testigos creíbles y promotores de santidad con su propia vida: “Que cada uno de ustedes
pueda responder a esta llamada” auspició el Papa al finalizar este encuentro. (PLJR
- RV)