(RV).- Aprender a reconocer la voz de Dios y seguirla, es el tema que Benedicto trató
en la reflexión previa a la oración mariana dominical del Ángelus, que rezó desde
la ventana de su estudio, con los peregrinos congregados en la Plaza del Santuario
de San Pedro, en la Jornada Mundial del Emigrante y del Refugiado con representantes
de las comunidades de emigrantes de Roma. La respuesta de Samuel a Dios: “Habla
Señor que tu siervo escucha”, guiado por Elí, y la indicación de Juan Bautista a
sus discípulos Juan y Andrés: “Ese es el Cordero de Dios” de las lecturas del domingo,
inspiraron al Sucesor de Pedro a subrayar la importancia del acompañamiento y guía
espiritual en el camino de fe, y en particular en la respuesta al llamado a la consagración
al servicio de Dios y de su pueblo. Esta llamada-dijo el Papa- presupone el anuncio
y el testimonio de un “hermano mayor”, que nos muestran “que es bello y posible construir
toda la vida sobre el amor de Dios”.
Seguir a Jesús, convivir con él En
su saludo a los peregrinos de lengua española exhortó a “estar disponibles a la voz
del Señor”. jGO - Palabras del Papa en español: (AUDIO)
Texto completo
de la reflexión de Benedicto XVI, 15-01-12
¡Queridos hermanos y hermanas!
En
las Lecturas bíblicas de este domingo – el segundo del Tiempo Ordinario – surge el
tema de la vocación: en el Evangelio es la llamada de los primeros discípulos por
parte de Jesús; en la primera Lectura es la llamada del profeta Samuel. En ambos relatos
resalta la importancia de la figura que desarrolla el papel de mediador, ayudando
a las personas llamadas a reconocer la voz de Dios y a seguirla. En el caso de Samuel,
se trata de Elí, sacerdote del templo de Silo, donde antiguamente estaba custodiada
el arca de la alianza, antes de ser transportada a Jerusalén. Una noche Samuel, que
era aún un muchacho y que desde pequeño vivía al servicio del templo, por tres veces
consecutivas sintió llamarse en sueños y corrió hacia Elí. Pero no era él quien lo
llamaba. A la tercera vez Elí entendió, y dijo a Samuel: “y si alguien te llama, tú
dirás: Habla, Señor, porque tu servidor escucha” (1 Sam 3,9). Así ocurrió, y desde
ese momento Samuel aprendió a reconocer las palabras de Dios y se convirtió en su
fiel profeta. En el caso de los discípulos de Jesús, la figura mediadora es aquella
de Juan Bautista. En efecto, en torno a Juan había un vasto círculo de discípulos,
y entre estos se encontraban las dos parejas de hermanos Simón y Andrés, Santiago
y Juan, pescadores de Galilea. Justamente a dos de estos el Bautista les indicó a
Jesús, el día después de su bautismo en el río Jordán. Se los señaló diciendo: “Este
es el Cordero de Dios” (Jn 1,36), que equivalía que decir: Este es el Mesías. Y aquellos
dos siguieron a Jesús, permanecieron largo tiempo con El y se convencieron que verdaderamente
era Cristo. De inmediato lo dijeron a los otros, y así se formó el primer núcleo de
aquello que llegaría a ser el colegio de los Apóstoles.
A la luz de estos dos
textos, quisiera subrayar el papel decisivo de la guía espiritual en el camino de
fe y, en particular, en la respuesta a la vocación de especial consagración para el
servicio de Dios y de su pueblo. La misma fe cristiana, por sí sola, presupone el
anuncio y el testimonio: de hecho ella consiste en la adhesión a la buena noticia
que Jesús de Nazaret ha muerto y resucitado, que es Dios. Y así también la llamada
a seguir a Jesús más de cerca, renunciando a formar la propia familia para dedicarse
a la gran familia de la Iglesia, pasa normalmente a través del testimonio y la propuesta
de un “hermano mayor”, de hecho un sacerdote. Esto sin olvidar el papel fundamental
de los padres, que con su fe genuina y gozosa y su amor conyugal muestran a los hijos
que es bello y posible construir toda la vida sobre el amor de Dios.
Queridos
hermanos, pidamos a la Virgen María por todos los educadores, especialmente los sacerdotes
y los padres, para que tengan plena conciencia de la importancia de su papel espiritual,
para favorecer en los jóvenes, además del crecimiento humano, la respuesta a la llamada
de Dios, a decir: “habla, Señor, tu siervo te escucha”.
DESPUES DEL ANGELUS
Queridos hermanos y hermanas, hoy celebramos la Jornada Mundial del Emigrante
y del Refugiado. Millones de personas están involucradas en el fenómeno de las migraciones,
pero ellas ¡no son números! Son hombres y mujeres, niños, jóvenes y ancianos que buscan
un lugar donde vivir en paz. En mi Mensaje para esta ocasión he vuelto a llamar la
atención sobre el tema “Migraciones y nueva evangelización”, subrayando que los emigrantes
son no solo destinatarios, sino también protagonistas del anuncio del Evangelio en
el mundo contemporáneo. En este contexto me alegra dirigir un cordial saludo a los
representantes de las comunidades de emigrantes de Roma, presentes hoy en la Plaza
de San Pedro. Deseo recordar que del 18 al 25 de este mes de enero se desarrollará
la Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos. Invito a todos, a nivel personal
y comunitario, a unirse espiritualmente y, donde sea posible, también de manera tangible,
para invocar de Dios el don de la plena unidad entre los discípulos de Cristo. Traducción
del italiano: Raúl Cabrera- RV