Sábado, 14 ene (RV).- Nuestro Director General, el P. Federico Lombardi titula “Bienaventurados
los perseguidos” su editorial para el semanario Octava Dies del Centro Televisivo
Vaticano.
En el discurso de principio de año al Cuerpo Diplomático, si bien
desarrollando una panorámica muy amplia sobre la situación internacional, el Papa
ha vuelto al tema crucial de la libertad religiosa, centro de la alocución del año
pasado y que ha seguido siendo de dramática actualidad en muchas partes del mundo,
culminando de la manera más clamorosa con el asesinato del ministro pakistaní de las
minorías, el católico Shabaz Bhatti.
A propósito señalamos la reciente relación
anual de la Organización No Gubernamental internacional evangélica “Puertas Abiertas”
sobre “La persecución de los cristianos en el mundo”, que se refiere al conjunto de
las denominaciones cristianas. La Organización elabora y estudia un “índice mundial
de persecución”, que ve en los primeros diez puestos en el mundo a los siguientes
países en orden decreciente: Corea del Norte, Afganistán, Arabia Saudí, Somalia, Irán,
Maldivas, Uzbekistán, Yemen, Irak y Pakistán.
Entre las preocupaciones más
graves hay que señalar el crecimiento del islamismo extremista, con los hechos de
horrible violencia de la que es ejemplo la secta Boko Haram en Nigeria, y el clima
de inseguridad o de violencia que acompaña, lamentablemente, en varios países los
desarrollos sucesivos a la “primavera árabe”, y que impulsa a tantos cristianos a
huir o emigrar.
La Agencia Fides ha publicado en cambio su habitual lista
de los agentes católicos asesinados en el mundo durante el año pasado. Esta cuenta
26 personas -18 sacerdotes, cuatro religiosas, y cuatro laicos-. Los 13 sacerdotes
asesinados en América Latina reflejan el clima de gran violencia que caracteriza la
situación en algunos países de este continente, Colombia y México en primera fila.
Sufrir persecución por el nombre de Jesucristo, pagar con el precio de la
propia vida el servicio de la fe y de la justicia acompañan y acompañarán siempre
el camino de los discípulos. No podemos sorprendernos: nos lo dijo Jesús en el Sermón
de la Montaña, proclamando la última de las Bienaventuranzas y prometiendo la “recompensa
en los cielos”. (Traducción de María Fernanda Bernasconi – RV).