Viernes, 6 ene (RV).- El Papa, en la oración mariana de esta solemnidad de la Epifanía,
reiteró que Jesús es el sol surgido en el horizonte de la humanidad, para iluminar
la existencia personal de cada uno.
Palabras del Papa antes del Ángelus:
¡Queridos
hermanos y hermanas! Celebramos hoy la solemnidad de la Epifanía del Señor. Es
una fiesta muy antigua, que tiene su origen en el Oriente cristiano y pone en evidencia
el misterio de la manifestación de Jesucristo a todas las gentes, representadas por
los Magos que vinieron a adorar al Rey de los Judíos apenas nacido en Belén, como
narra el Evangelio de Mateo (cfr 2,1-12). Aquella “luz nueva” que se ha encendido
en la noche de Navidad (cfr Prefacio de Navidad I), comienza hoy a resplandecer sobre
el mundo, como sugiere la imagen de la estrella, una señal celeste que llamó la atención
de los Magos y los guió en su viaje hacia Judea. Todo el periodo de la Navidad
y de la Epifanía está caracterizado por el tema de la luz, ligado también al hecho
que, en el hemisferio norte, después del solsticio de inverno el día vuelve a alargarse
con respecto a la noche. Pero, más allá de su posición geográfica, la palabra de Cristo
vale para todos los pueblos: “Yo soy la luz del mundo. El que me sigue no andará en
tinieblas, sino que tendrá la luz de la Vida” (Jn 8,12). Jesús es el sol surgido en
el horizonte de la humanidad para iluminar la existencia personal de cada uno de nosotros
y para guiarnos todos juntos hacia la meta de nuestra peregrinación, hacia la tierra
de la libertad y de la paz, en la que viviremos por siempre en plena comunión con
Dios y entre nosotros. El anuncio de este misterio de salvación ha sido confiado
por Cristo a su Iglesia. “Ello – escribe san Pablo – ahora ha sido revelado por medio
del Espíritu a sus santos apóstoles y profetas. Este misterio consiste en que también
los paganos participan de una misma herencia, son miembros de un mismo Cuerpo y beneficiarios
de la misma promesa en Cristo Jesús, por medio del Evangelio” (Ef 3,5-6). La invitación
que el profeta Isaías dirigía a la ciudad santa Jerusalén, se puede aplicar a la Iglesia:
“¡Levántate, resplandece, porque llega tu luz y la gloria del Señor brilla sobre ti!
Porque las tinieblas cubren la tierra y una densa oscuridad, a las naciones, pero
sobre ti brillará el Señor y su gloria aparecerá sobre ti ” (Is 60,1-2). Y así: el
mundo, con todos sus recursos no es capaz de dar a la humanidad la luz para orientar
su camino. Lo comprobamos también en nuestros días : la civilización occidental parece
haber perdido la orientación, navega sin rumbo. Pero la Iglesia, gracias a la Palabra
de Dios, ve a través de estas nieblas. No posee soluciones técnicas, pero tiene lo
mirada dirigida a la meta, y ofrece la luz del Evangelio a todos los hombres de buena
voluntad, de cualquier nación y cultura.
Es esta también la misión de los
Representantes Pontificios ante los Estados y las Organizaciones internacional. Precisamente
esta mañana he tenido el gozo de conferir la Ordenación episcopal a dos nuevos Nuncios
Apostólicos. Confiamos a la Virgen María su servicio y la obra evangelizadora de toda
la Iglesia.
Saludos del Papa en español:
En esta solemnidad
de la Epifanía del Señor, saludo cordialmente a los peregrinos de lengua española
aquí presentes y a cuantos participan en el rezo del Ángelus a través de la radio
y la televisión. Con el fervor y la humildad de los Magos de oriente, abramos nuestros
corazones ante el Niño Dios y presentémosle lo mejor que haya en nosotros mismos,
sobre todo el deseo de acoger su Evangelio y, a su luz, edificar un mundo en el que
brille la solidaridad, la concordia y la justicia. Que Dios os bendiga.
Después
del Ángelus, el Santo Padre felicitó a las Iglesias Orientales, por la Navidad:
Queridos
hermanos y hermanas,
estoy feliz de dirigir los más cordiales augurios a las
Iglesias Orientales que, según el calendario juliano, mañana celebraran la Santa Navidad.
¡Que cada familia y toda comunidad sea colmada por la luz y de la paz de Cristo Salvador!
Recuerdo
además que la Epifanía es también la Jornada Misionera de los Niños, promovida por
la Pontificia Obra de la Santa Infancia. Niños de todo el mundo, reunidos en grupos,
se forman a una sensibilidad misionera y apoyan tantos proyectos de solidaridad para
sus coetáneos. ¡Queridos niños y muchachos! Que vuestros corazones estén abiertos
al mundo, como el corazón de Jesús, pero estén también atentos a quien vive junto
a vosotros, siempre listos a darles una mano.
En esta solemnidad
de la Epifanía del Señor, saludo cordialmente a los peregrinos de lengua española
aquí presentes y a cuantos participan en el rezo del Ángelus a través de la radio
y la televisión. Con el fervor y la humildad de los Magos de oriente, abramos nuestros
corazones ante el Niño Dios y presentémosle lo mejor que haya en nosotros mismos,
sobre todo el deseo de acoger su Evangelio y, a su luz, edificar un mundo en el que
brille la solidaridad, la concordia y la justicia. Que Dios os bendiga.