Viernes, 16 dic (RV).- Esta tarde se celebró en la ciudad italiana de Nápoles la Solemne
Vigilia de clausura del Año Jubilar, con la apertura de la Puerta de la Catedral y
el videomensaje del Papa.
En el curso de la solemne celebración, presidida
por el Cardenal Crescenzio Sepe, el Arzobispo de Nápoles entregó a algunos representantes
de la comunidad civil y religiosa la Carta pastoral a la Iglesia y a la ciudad titulada
«Por amor de mi pueblo», a fin de que siga difundiendo el espíritu de novedad del
Jubileo.
En su videomensaje, Benedicto XVI dirige a los queridos hermanos y
hermanas de la Arquidiócesis de Nápoles un saludo afectuoso, a la vez que expresa
su alegría por unirse a ellos espiritualmente en esta celebración de clausura de su
Jubileo “que –afirma– ha constituido para la entera Comunidad diocesana un tiempo
fuerte de esperanza y una oportunidad de nueva evangelización”.
Con un pensamiento
para toda la sociedad napolitana –y de modo especial para las familias, los jóvenes
y los enfermos– el Santo Padre se alegra vivamente con todos ellos, puesto que el
camino que han recorrido en estos meses ha visto la gozosa participación de la comunidad
eclesial, así como de la civil, y la de tantas personas de buena voluntad. Y manifiesta
su satisfacción al conocer la noticia de que muchos de ellos han ofrecido su generosa
contribución por el crecimiento espiritual, moral y cultural de su ciudad y de sus
diócesis.
En efecto el Papa destaca que este año especial ha sido para la Iglesia
que está en Nápoles un tiempo de inmersión en el misterio de Dios, y, por lo tanto,
“un año de gracia”, que se puede comparar con un “bautismo”, porque, en cierto sentido,
el Jubileo ha abierto el cielo sobre todos ellos, y ha hecho descender sobre su vida
y sus comunidades la fuerza del Espíritu Santo, así como descendió sobre los discípulos
en el Cenáculo, en Pentecostés.
“¡Sí, queridos amigos de Nápoles –afirma el
Obispo de Roma–, el cielo se ha abierto sobre vosotros! Y vosotros podéis caminar
con renovado entusiasmo y afrontar con la fuerza de la fe, de la esperanza y de la
caridad los muchos y complejos problemas que se encuentran en la vida cotidiana”.
Y les pide que así como los Apóstoles, después de Pentecostés, anunciaron con valor
la Buena Nueva, también ellos, después de este Jubileo y con la esperanza renovada,
se dejen guiar por la fuerza del Espíritu Santo para colaborar, con renovado impulso,
en la misión de la Iglesia; haciendo que cada uno fructifique los dones recibidos,
poniéndose al servicio de los demás y de la edificación de la entera comunidad, sin
personalismos ni rivalidades, sino con espíritu de sincera humildad y gozosa fraternidad.
Por esta razón, Benedicto XVI pide a los napolitanos que así como ya lo han
hecho, atiendan de modo especial a los hermanos más pequeños y frágiles, a los más
pobres y desfavorecidos. Y se despide de esta comunidad formulando votos para que
la Bienaventurada Virgen del Carmen, protectora de esta Ciudad partenopea, junto a
San Jenaro, velen sobre ellos, y los ayuden a llevar adelante con perseverancia y
fidelidad los compromisos asumidos en este Año jubilar. “Junto con mi oración –concluye
el Papa–, que los acompañe siempre la Bendición Apostólica, que de corazón envío a
todos vosotros”. (María Fernanda Bernasconi – RV).