La Palabra de Dios ilumina las actitudes espirituales necesarias para acoger la venida
del Señor
Domingo, 04 dic (RV).- Después de rezar la oración mariana del Ángelus, Benedicto
XVI recordó que en los próximos días, en Ginebra y en otras ciudades, se celebrará
el 50 aniversario de la Organización Mundial para las Migraciones, el 60 aniversario
de la Convención sobre el Estatuto de los Refugiados y también el 50 aniversario de
la Convención sobre la reducción de los casos de personas apátridas.
(Audio) Encomiendo
al Señor a todos aquellos, que a menudo por la fuerza, deben abandonar el propio país,
o son apátridas sin nacionalidad. Mientras pido para ellos solidaridad, rezo por todos
los que se prodigan y hacen todo lo posible para proteger y ayudar a estos hermanos
en situaciones de emergencia, exponiéndose a graves dificultades y peligros.
Luego,
el Papa ha saludado, como es habitual, en distintas lenguas a los fieles reunidos
en la plaza de San Pedro. A los peregrinos de lengua española, el Pontífice les pidió
que en este tiempo de Adviento preparen el camino del Señor, comprometiéndose en la
construcción de su Reino”:
Audio y texto completo palabras de Benedicto
XVI en español luego del Ángelus (Audio)
Saludo
cordialmente a los peregrinos de lengua española, en particular a los fieles de las
Parroquias de la Santísima Trinidad, de Castellón de la Plana, y de la Preciosísima
Sangre, de Valencia. En este segundo domingo de Adviento, la Palabra de Dios ilumina
las actitudes espirituales necesarias para acoger la venida del Señor. Llama a la
conversión total que endereza el camino extraviado. Exhorta a creer en el designio
de salvación de Dios e invita a comprometerse en la construcción de su Reino. Que
la Virgen Madre nos obtenga de su Hijo abundantes gracias en este santo tiempo y nos
ayude a ser siempre fieles en estos propósitos de vida cristiana. Feliz domingo.
También
a los fieles francófonos, el Santo Padre les ha exhortado, igual que Juan el Bautista,
“a no tener miedo de vivir en la esperanza”:
“En nuestro mundolleno
de incertidumbre yviolencia, que este tiempo de Advientoy de espera antela venida delPríncipe de la Paz,nos haga meditar en la Palabrade Dios. Evitemos dormirnos
ypreparemos con determinación el caminodel Señor,
fuente depaz y de alegría, de amor y de esperanza, que
viene sin interrupción aconsolar a supueblo.Con la Virgen María, seamos los mensajeros impacientes
de la esperanza,de la que nuestro mundo tiene tanta necesidad”.
(Eduardo Rubió-RV)
"A Él es necesario abrir la puerta, preparar
el camino"
Texto completo de las palabras del Santo Padre previas al
rezo del Ángelus
¡Queridos Hermanos y hermanas!
Este
domingo marca la segunda etapa del Tiempo de Adviento. Este periodo del año litúrgico
pone en evidencia las dos figuras que han tenido un papel preeminente en la preparación
de la venida histórica del Señor Jesús: la Virgen María y san Juan el Bautista. Precisamente
sobre este último se concentra el texto de hoy del Evangelio de Marcos. De hecho describe
la personalidad y la misión del Precursor de Cristo (cfr Mc 1,2-8). Comenzando por
el aspecto externo, Juan es presentado como una figura muy ascética: vestido con una
piel de camello, se alimenta con langostas y miel silvestre, que encuentra en el desierto
de Judea (cfr Mc 1,6). Una vez, el mismo Jesús lo contrapuso a aquellos que “están
en los palacios de los reyes” y que “visten con refinamiento” (Mt 11,8). El estilo
de Juan el Bautista debería llamar a todos los cristianos a escoger la sobriedad como
estilo de vida, especialmente en preparación a la fiesta de la Navidad, en la que
el Señor – como diría san Pablo – “ siendo rico, se hizo pobre por nosotros, a fin
de enriquecernos con su pobreza” (2 Cor 8,9).
Por lo que concierne la
misión de Juan, esa fue un llamamiento extraordinario a la conversión: su bautismo
“está ligado a una ardiente invitación a un nuevo modo de pensar y de actuar, está
ligado sobre todo al anuncio del juicio de Dios” (Jesús de Nazaret, I, Milán 2007,
p. 34) y a la inminente aparición del Mesías, definido como aquel “que es más poderoso
que yo” y que “bautizará con el Espíritu Santo”(Mc 1,7.8). El llamado de Juan va
por lo tanto más allá y más profundamente con respecto a la sobriedad del estilo de
vida: llama a un cambio interior, a partir del reconocimiento y de la confesión del
propio pecado. Mientras nos preparamos a la Navidad, es importante que volvamos a
entrar en nosotros mismos y que hagamos una constatación sincera sobre nuestra vida.
Dejémonos iluminar por un rayo de la luz que proviene de Belén, la luz de Aquel que
es “el más Grande” y se ha hecho pequeño, “el más Fuerte” y se ha hecho débil.
Los
cuatro Evangelistas describen la predicación de Juan el Bautista haciendo referencia
a un pasaje del profeta Isaías: “Una voz proclama: ¡Preparen en el desierto el camino
del Señor, tracen en la estepa un sendero para nuestro Dios!” (Is 40,3). Marcos incluye
también una citación de otro profeta, Malaquías, que dice: “Yo envío a mi mensajero,
para que prepare el camino delante de mí” (Mc 1,2; cfr Mal 3,1). Estas referencias
a las Escrituras del Antiguo Testamento “hablan de la intervención salvífica de Dios,
que brota de su inescrutabilidad para juzgar y salvar; a Él es necesario abrir la
puerta, preparar el camino” (Jesús de Nazaret, I, p. 35).
A la
maternal intercesión de María, Virgen de la espera, confiamos nuestro camino- encuentro
hacia el Señor que viene, mientras proseguimos nuestro itinerario de Adviento para
preparar en nuestro corazón y en nuestra vida la venida del Emanuel, el Dios-con-nosotros.
(Raúl Cabrera-RV)