Testimonio del lento calvario de JPII: modelo de sufrimiento vivido por amor de Dios
Sábado, 26 nov. (RV).- Antes de mediodía, el Santo Padre ha recibido en la sala Clementina
a los 500, aproximadamente, participantes al Encuentro promovido por el Pontificio
Consejo para la Pastoral de la Salud, que han reflexionado estos días en el Vaticano
sobre el tema: “La Pastoral sanitaria al servicio de la vida a la luz del magisterio
del Beato Juan Pablo II”.
El "Evangelio de la Vida", ha dicho el Papa, “es
un precioso legado de las enseñanzas del Beato Juan Pablo II, que en 1985, constituyó
este Pontificio Consejo, para dar testimonio concreto en el vasto y complejo campo
de la salud”. Hace veinte años, estableció la Jornada Mundial del Enfermo, y, más
recientemente, instituyó la Fundación "El buen samaritano", una organización de beneficencia
para los enfermos pobres, en algunos países.
“En los largos e intensos
años de su pontificado, el beato Juan Pablo II proclamó que el servicio a la persona
enferma en el cuerpo y en el espíritu constituye un constante compromiso de atención
y de evangelización para toda la comunidad eclesial, de acuerdo con el mandato dado
por Jesús a los Doce Apóstoles para sanar a los enfermos”.
Benedicto XVI ha
recordado la carta apostólica de su venerado predecesor Salvifici doloris, en la que
Juan Pablo II escribe: "El sufrimiento parece pertenecer a la trascendencia del hombre:
es uno de aquellos puntos en los que el hombre, en cierto sentido" viene ‘destinado’,
a superarse a sí mismo, y viene llamado a esto, de una manera misteriosa".
“El misterio del dolor
parece ofuscar el rostro de Dios, haciéndolo casi un desconocido, o incluso señalándolo
como responsable directo de los sufrimientos humanos, pero los ojos de la fe son capaces
de mirar en profundidad en este misterio”.
“Dios se encarnó, se acercó al hombre
incluso en sus situaciones más difíciles: no eliminó el dolor”, ha afirmado el Pontífice.
“El Hijo de Dios sufrió hasta la muerte y reveló que su amor baja hasta el abismo
más profundo del hombre para darle esperanza”.
“En el Hijo "dado"
para la salvación de la humanidad, la verdad del amor, viene “probada”, en un cierto
sentido, mediante la verdad del sufrimiento; y la Iglesia, nacida del misterio de
la Redención de la Cruz de Cristo, está llamada a buscar el encuentro con el hombre,
en particular, en el camino de su sufrimiento”.
Benedicto XVI ha explicado
que “el servicio, la cercanía y el cuidado de hermanos enfermos, coloca a quienes
les cuidad en una posición privilegiada para testimoniar la acción salvífica de Dios,
su amor por el hombre y el mundo. El rostro del Salvador agonizante en la cruz, nos
enseña a preservar y promover la vida, en cualquier momento y sea cual fuere su condición.
“Esta visión del dolor
y del sufrimiento iluminado por la muerte y resurrección de Cristo fue testimoniada
por el lento calvario, que marcó los últimos años de la vida del Beato Juan Pablo
II, al que se pueden aplicar las palabras de San Pablo: "Completo en mi carne lo que
falta a los padecimientos de Cristo, en favor de su cuerpo que es la Iglesia. (Col
1,24). La fe firme y segura impregnó su debilidad física, haciendo de su enfermedad,
vivida por amor de Dios, de la Iglesia y del mundo, una concreta participación en
el Camino de Cristo hasta el Calvario”. RV-ER