De puerto de esclavos a puerta de entrada del Evangelio
Viernes, 18 nov (RV) La etapa de mañana, en Ouidah, donde Benedicto XVI firmará la
exhortación postsinodal, está marcada también por la historia. Con la difusión del
Evangelio, a partir de 1861, esta ciudad, conocida tristemente por ser uno de los
principales centros de venta y embarque de esclavos, se vuelve - gracias a la difusión
del Evangelio - ‘faro de los valores cristianos’ y ‘puerta de entrada de la Luz de
Cristo’:
Benín está
situada en el Golfo de Guinea, en la llamada “costa de los esclavos”, tristemente
famosa por la trata en los tiempos coloniales. Y Ouidah, una ciudad situada en
el departamento “atlantique” de Benín, era el puerto desde donde salían los esclavos
capturados por la fuerza en toda la región de África Occidental. Desde esta ciudad,
cuentan las crónicas históricas, se embarcaron hacia América Latina, especialmente
hacia Brasil, millones de habitantes de toda África. En el siglo XVIII se calcula
que de Ouidah partían cada año entre 15 y 20 mil esclavos. En el llamado barrio
brasileño de la ciudad se encuentra la Casa del virrey donde los hombres y mujeres
venían comprados y marcados, como si fueran animales, con el hierro ardiente. Encadenados,
en la plaza Cha Cha daban varias vueltas en torno al “Árbol del olvido”. Era una manera
de cancelar en sus mentes el camino que les había traído hasta allí y hacerles olvidar
la cruda realidad.
También en un ritual de excomunión se les privaba de la
iniciación al Vudú. La palabra Vudú proviene de la lengua fon, hablada en el sur de
Benin y significa “genio”, “espíritu protector”. De las costas de Guinea este antiguo
culto ha pasado, llevado por los esclavos, a Haití, las islas del Caribe y Brasil.
Considerado como rito de posesión y éxtasis colectivo, estudios más recientes han
conferido a este culto la dignidad de religión tradicional africana.
Luego,
los esclavos eran conducidos a la Casa Obscura en el barrio Zomai donde venían hacinados,
encadenados y estaban sin luz durante semanas, mantenidos en condiciones infrahumanas
en espera de que llegaran las naves negreras.
Cuando llegaba el momento los
prisioneros africanos vendidos como mano de fuerza venían conducidos a los largo de
la llamada Route des esclaves, el camino de los esclavos que los llevaba hasta el
mar. Allí en el puerto de Ouidh eran embarcados como si de materia prima se tratara.
En el punto donde embarcaban hoy existe un mausoleo llamado “Puerta del no retorno”,
erigida para no olvidar nunca la trata de esclavos.