Sábado, 12 nov (RV).- El hombre es esencialmente
el mismo, pero cambian sus heridas, las situaciones por las que atraviesa, los desafíos
que afronta. La realidad es diferente según los tiempos, lugares y personas. Hay nuevos
lenguajes hoy, especialmente con la tecnología, y estos lenguajes generan hoy otra
cultura diversa dentro de las lenguas y culturas distintas.
¿Cómo se puede
acortar la enorme distancia que hay, por ejemplo, entre los niños que nacen inmersos
en el continente digital y sus propios padres?
El Sucesor de Pedro creó un
Consejo Pontificio para promover la Nueva Evangelización, Convocó Sínodo sobre el
tema, anunció el año de la fe, reconociendo estas situaciones nuevas. En el marco
de la preparación del Sínodo la Comisión Pontificia para América Latina convocó a
una Jornada dedicada a los aportes posibles de Latinoamérica.
Considero que
el aporte principal, para antes y después, es que la misma convocatoria renueve en
cada uno el ardor misionero. Un llamado que ya fue pronunciado en Latinoamérica por
Juan Pablo II cuando invita a una evangelización nueva en su ardor, sus métodos, su
expresión.
Y como se trata del método y no del contenido de la evangelización
-que está ya incluido en el “ardor”-, entiendo que el Sínodo ayudará a delinear mejor
las nuevas fronteras; las características comunes de estas situaciones nuevas. En
este sentido, los obispos latinoamericanos en la V Conferencia de Aparecida, entienden
que un espacio común de nuestras amplias y variadas culturas es “el tesoro de la religiosidad
popular”. El modo de expresar la fe, aquello que Juan Pablo II definía como “umbral
de los sacramentos”, es decir los sacramentales, como la bendición que piden todos,
hasta los que no creen o los que no practican. (RV - jesuita Guillermo Ortiz)