Jesús nos enseña practicando primero Él, el mandamiento del amor
Domingo, 30 oct (RV).- (Audio) “San Pablo nos invita
a acercarnos al Evangelio, no como palabra de los hombres, sino como Palabra de Dios”,
reflexionó previamente a la oración del Ángelus, el Sucesor de Pedro, desde la ventana
de su estudio que da a la Plaza de san Pedro. Rezaron con él multitud de peregrinos
de distintos lugares del mundo, entre los que se encontraba la comunidad de devotos
peruanos del Señor de los Milagros, sosteniendo en andas el cuadro de Jesús crucificado
que veneran. Acercarse al Evangelio como Palabra de Dios nos permite recibir con
fe la amonestación que Jesús dirige a nuestra conciencia, dijo el Papa, refiriéndose
al llamado de atención de Jesús a los fariseos que, como maestros, dicen pero no hacen;
“su conducta era abiertamente en contraste con la enseñanza que proponían a los otros
con rigor” explicó el Pontífice. “La buena doctrina es recibida, pero peligra de ser
desmentida por una conducta incoherente”. Por esto Jesús dice: “todo lo que les digan
que guarden, guárdenlo y háganlo; pero no lo hagan conforme a sus obras”. La
actitud de Jesús es exactamente lo opuesto, afirmó Benedicto XVI, porque “Él es el
primero que practica el mandamiento del amor, que enseña a todos, y puede decir “porque
mi yugo es fácil y ligera mi carga” y nos ayuda a llevarlo junto a Él.
Comportarnos
siempre con rectitud de espíritu.
Saludo del Papa a los peregrinos de lengua
española (Audio)
Texto
completo de la reflexión corregido a las 13.27
¡Queridos hermanos y
hermanas! En la liturgia de este domingo, el apóstol Pablo nos invita a
acercarnos al Evangelio «no como palabra de hombres, sino como es verdaderamente,
Palabra de Dios» (1 Ts 2,13). De este modo podemos recibir con fe las advertencias
que Jesús dirige a nuestra conciencia, para asumir un comportamiento conforme a ellas.
En el pasaje de hoy, Él reprocha a los escribas y a los fariseos, que tenían en la
comunidad un papel de maestros, porque su conducta era abiertamente en contraste con
la enseñanza que proponían a los demás con rigor. Jesús subraya que ellos «dicen,
y no hacen» (Mt 23,3); es más, «atan cargas pesadas y difíciles de llevar, y las ponen
sobre los hombros de los hombres; pero ellos ni con un dedo quieren moverlas» (Mt
23,4). La buena doctrina es recibida, pero peligra de ser desmentida por una conducta
incoherente. Por esto Jesús dice: «todo lo que les digan que guarden, guárdenlo
y háganlo; pero no lo hagan conforme a sus obras» (Mt 23,3). La actitud de Jesús
es exactamente lo opuesto: Él es el primero que practica el mandamiento del amor,
que enseña a todos, y puede decir “porque mi yugo es suave y ligera mi carga” y nos
ayuda a llevarlo junto a Él (cfr Mt 11,29-30).
Pensando a los maestros
que oprimen la libertad de los demás en nombre de la propia autoridad, San Buenaventura
indica quién es el auténtico Maestro afirmando: “Ninguno puede enseñar y ni siquiera
obrar, ni alcanzar las verdades conocibles sin que esté presente el Hijo de Dios”.
“Jesús se sienta en la ‘cátedra’ como el Moisés más grande, que extiende la Alianza
a todos los pueblos”. ¡Es Él nuestro verdadero y único Maestro! Estamos, por lo tanto,
llamados a seguir al Hijo de Dios, el Verbo encarnado que expresa la verdad de su
enseñanza a través de la fidelidad a la voluntad del Padre, mediante el don de sí
mismo. Escribe el beato Antonio Rosmini: “El primer maestro forma a todos los demás
maestros, como también forma a los mismos discípulos porque –sean unos u otros- existen
solamente en virtud de aquel primer tácito, pero potentísimo magisterio”. Jesús condena
firmemente también la vanagloria y observa que «obrar para ser vistos por los hombres»
(Mt 23,5) pone en manos de la aprobación humana, insidiando los valores que fundan
la autenticidad de la persona. Queridos amigos, el Señor Jesús se ha presentado
al mundo como siervo, despojándose totalmente a sí mismo y abajándose hasta dar sobre
la cruz la más elocuente lección de humildad y de amor. Desde su ejemplo brota la
propuesta de vida: «Quien entre ustedes es el mas grande debe ser el servidor de todos
» (Mt 23,11). Invoquemos la intercesión de María Santísima y oremos, en particular,
por cuantos en la comunidad cristiana están llamados al ministerio de la enseñanza,
para que puedan, dar siempre testimonio con las obras de las verdades que transmiten
con la palabra. Traducción Patricia Jáuregui Romero
SALUDOS EN DIVERSAS
LENGUAS:
Saludo con afecto a los peregrinos de lengua española, en particular
a los fieles de la parroquia de Santa María Magdalena, de La Nou de Gaià. En el Evangelio
de este domingo, el Señor nos exhorta a comportarnos siempre con rectitud de espíritu,
entregándonos de corazón al servicio de nuestros hermanos como verdaderos hijos de
Dios. Pidamos a la Virgen María, nuestra Madre celestial, que interceda por nosotros
para que, cada vez más unidos interiormente a Cristo, sepamos dar un testimonio eficaz
de su amor. Feliz domingo
Hablando a los peregrinos polacos, el Santo Padre
también les ha recordado el evangelio de hoy: "Uno solo es vuestro Padre, el celestial,
y sólo uno es vuestro Maestro, Cristo (cf. Mt 23, 8-9). Es Él quien nos enseña a vivir
el amor del Padre. Por eso los principios morales del Padre no pueden ser puestos
en duda, ni negociados, ni discutidos. El Evangelio nos conduce a acciones concretas,
en las que se manifiesta el amor que proviene de Dios Padre.