El encuentro de Asís constata que en el mundo las distintas religiones viven y trabajan
juntas en armonía
Viernes, 28 oct (RV).- Benedicto XVI agradeció la presencia de sus hermanos cristianos,
de los representantes del pueblo judío y de las religiones del mundo en el encuentro
de Asís de ayer. Esta mañana el Papa recibió a las delegaciones participantes en la
Jornada de diálogo y oración y expresó de forma especial su gratitud a los representantes
de los hombres de buena voluntad que aunque “no sigan tradición religiosa alguna están
comprometidos con la búsqueda de la verdad”.
“Ellos –dijo el Papa - han estado
dispuestos a compartir con nosotros esta peregrinación como demostración de su deseo
de trabajar juntos para construir un mundo mejor”.
“Reuniones de este
tipo son necesariamente excepcionales y poco frecuentes, sin embargo, son la expresión
viva del hecho de que todos los días, en nuestro mundo, personas de diferentes tradiciones
religiosas viven y trabajan juntos en armonía. Sin duda es importante para la causa
de la paz que tantos hombres y mujeres, inspirados en sus convicciones más profundas,
se comprometan a trabajar por el bien de la familia humana”.
El Santo Padre
manifestó también su convicción de que la reunión de ayer aportará nuevas ideas al
propósito de contribuir al bien de la humanidad y reafirmará cuánto comparten los
seres humanos.
“En cierto sentido,
en este encuentro están representados los billones de hombres y mujeres del mundo
que están activamente comprometidos con la promoción de la justicia y la paz. También
es un signo de la amistad y fraternidad que ha florecido como fruto de los esfuerzos
de muchos pioneros en este tipo de diálogo. Que esta amistad siga creciendo entre
todos los seguidores de las religiones del mundo y con los hombres y mujeres de buena
voluntad”.
TEXTO COMPLETO DEL DISCURSO DEL PAPA Distinguidos invitados, Queridos
amigos,
Les doy la bienvenida esta mañana en el Palacio Apostólico y les agradezco
una vez más por su buena voluntad de formar parte en la Jornada de reflexión, diálogo
y oración por la justicia y la paz en el mundo, celebrada ayer en Asís, veinticinco
años después de aquél histórico primer encuentro.
En cierto sentido, este encuentro
es representativo de los miles de millones de hombres y mujeres que en todo el mundo
participan activamente en la promoción de la justicia y la paz. También es un signo
de la amistad y fraternidad que ha florecido como fruto de los esfuerzos de tantos
pioneros en este tipo de diálogo. Que esta amistad pueda seguir creciendo entre todos
los seguidores de las religiones del mundo así como entre los hombres y mujeres de
buena voluntad.
Agradezco a mis hermanos y hermanas cristianos por su fraterna
presencia. También agradezco a los representantes del pueblo judío, particularmente
cercanos a nosotros, y también a todos ustedes distinguidos representantes de las
religiones del mundo.
Sé que muchos de ustedes han venido desde muy lejos
emprendiendo un arduo viaje. También quiero expresar mi agradecimiento a los que representan
a las personas de buena voluntad que no siguen una tradición religiosa pero que están
comprometidos en la búsqueda de la verdad. Ellos han estado dispuestos a compartir
esta peregrinación con nosotros como signo de su deseo de trabajar juntos parar la
construcción de un mundo mejor.
Mirando atrás, podemos apreciar la intuición
del Papa Juan Pablo II cuando convocó el primer encuentro en Asís, y la continua necesidad
para hombres y mujeres de diferentes religiones de dar testimonio, juntos , de que
el viaje del espíritu es siempre un viaje de paz.
Encuentros de este tipo
son necesariamente excepcionales y poco frecuentes, y sin embrago, son una expresión
viva del hecho de que todos los días, en todo el mundo, gente de diferentes tradiciones
religiosas viven y trabajan junta y en armonía. Sin duda, es muy importante para alcanzar
la paz que tantos hombres y mujeres, inspirados en sus convicciones más profundas
estén comprometidos en trabajar por el bien de la familia humana.
Estoy seguro
de que el encuentro de ayer nos ha dado la idea de cuán genuino es nuestro deseo
de contribuir por el bien de los seres humanos y lo mucho que tenemos para compartir
con los demás.
A medida que vamos por caminos separados, sacaremos fuerza de
esta experiencia y, dondequiera que estemos, seguiremos renovando el camino que conduce
a la verdad, la peregrinación que conduce a la paz. ¡Agradezco a todos ustedes de
corazón!