Domingo, 9 oct (RV).- En su saludo a la población antes de visitar la Cartuja, Benedicto
XVI agradeció con afecto la calurosa acogida. Agradeciendo también al Arzobispo de
Catanzaro-Squillace y al alcalde por las amables palabras de bienvenida, el Papa se
refirió a la presencia de la comunidad monástica, con su larga historia enlazada con
san Bruno, que “constituye una constante evocación de Dios, una apertura hacia el
Cielo y una invitación a recordar que somos hermanos en Cristo”.
“Los monasterios
tienen en el mundo una función muy preciosa, diría indispensable”, destacó Benedicto
XVI, añadiendo que “si en la Edad Media fueron centros de bonificación de los territorios
pantanosos, hoy sirven para ‘bonificar’ el ambiente en otro sentido. En efecto, algunas
veces, el clima que se respira en nuestras sociedades no es salubre. Está contaminado
por una mentalidad que no es ni cristiana, ni humana. En este clima no sólo se margina
a Dios, sino también al prójimo, y no hay empeño en favor del bien común. Mientras
que, por su parte, el monasterio es modelo de una sociedad que coloca en el centro
a Dios y la relación fraterna, que tanto necesitamos también en nuestro tiempo”.
En
su saludo a los queridos amigos de Serra San Bruno, Benedicto XVI les recordó que
“el privilegio de tener cerca esta Cartuja es una responsabilidad”. Alentándolos a
“atesorar la gran tradición espiritual de este lugar y a procurar ponerla en práctica
en la vida cotidiana, con el amparo de la Virgen María y de San Bruno”. (Cecilia
de Malak – RV).