2011-10-03 17:24:52

Santa Sede/ONU: arzobispo señala que la falta de ética en instituciones agrava la crisis


RV - El arzobispo Dominique Mamberti, secretario para las Relaciones de la Santa Sede con los Estados, intervino en la LXV sesión ordinaria de la Asamblea General de Naciones Unidas, en Nueva York. Pasando revista a una serie de eventos importantes para la paz y la seguridad en todo el mundo, el prelado invitó a impulsar siempre el diálogo y la promoción de la dignidad humana y señaló que la falta de ética en las estructuras agrava la crisis.

La ONU «ha pasado a ser un elemento irremplazable en la vida de los pueblos y en la búsqueda de un porvenir mejor para todos los habitantes de la tierra», reiteró Mons. Mamberti y destacó que «por eso, ha sido objeto de gran atención por parte de la Santa Sede y de la Iglesia Católica, como lo han demostrado las visitas de los Papas Pablo VI, Juan Pablo II y Benedicto XVI».

Refiriéndose a diversos pasos y eventos «importantes para la paz y la seguridad mundial», que han tenido lugar a lo largo de la sesión anterior de la ONU, el arzobispo subrayó la entrada en vigor del Tratado sobre la prohibición de municiones de racimo, la conclusión positiva de la octava Conferencia de Examen del Tratado de no Proliferación de armas nucleares, y la reunión del Comité de preparación de la Conferencia sobre el comercio de armas, que «establecerá las normas jurídicas - que sean lo más estrictas posible - sobre la transferencia de armas convencionales». También recordó la firma del tratado New Start entre Estados Unidos y la Federación de Rusia, sobre la reducción ulterior y la limitación de las armas estratégicas ofensivas.

El arzobispo secretario para las Relaciones con los Estados elogió también las misiones de las fuerzas de paz de Naciones Unidas y señaló que la Comisión de consolidación de la Paz sigue siendo «fundamental para la recomposición del tejido social, jurídico y económico, destruido por la guerra y para evitar la repetición de los conflictos».

Entre los graves acontecimientos de los últimos meses, Mons. Mamberti citó las inundaciones de Pakistán, cuyas consecuencias «se han visto agravadas por los conflictos que afligen esa región», y pidió «un esfuerzo de comprensión y de profundización recíproco sobre las causas de las hostilidades». El prelado hizo hincapié en que el diálogo, «junto con la generosidad de saber renunciar a intereses circunstanciales a corto plazo, es el camino a seguir para una solución duradera del conflicto entre el estado de Israel y Palestina».

Y tras subrayar que ese mismo diálogo y la comprensión entre las diferentes partes implicadas es también la única vía para la resolución de las controversias en la península de Corea y en el Golfo Pérsico, para la reconciliación en Irak y en Myanmar, Mons. Mamberti «las dificultades étnicas y culturales en Asia Central, en el Cáucaso y para calmar las tensiones recurrentes en África».

«En la raíz de la mayoría de los conflictos hay un elemento económico importante», subrayó el Secretario para las Relaciones con los Estados, señalando que «una mejora significativa de las condiciones de vida de la población palestina o de otros pueblos que viven en situaciones de guerra civil o regional, supondrá sin duda una contribución esencial para que la oposición violenta se convierta en un diálogo pacífico y paciente».

En cuanto a los Objetivos de Desarrollo del Milenio, para lograrlos, Mons. Mamberti puso de relieve que «hay que tener en cuenta dos grandes imperativos morales: (...) el cumplimiento de los compromisos de ayuda al desarrollo por parte de los países ricos con las naciones más débiles y la garantía para esas naciones de un entorno financiero y comercial más favorable». Y que a nivel mundial, es necesaria «una atención más decidida y eficaz a los problemas de los refugiados, las personas expulsadas y los grandes flujos migratorios». Sin olvidar que «para el desarrollo humano integral hay que garantizar el ejercicio de la libertad religiosa (…), piedra angular de todo el edificio de los derechos humanos».

El último reto al que se refirió el prelado fue el del medio ambiente y el cambio climático. El arzobispo pidió que en la próxima sesión de las Conferencia de los Estados miembros se tome «una decisión política que concretice las negociaciones mediante un acuerdo jurídico vinculante» y señaló que «no se trata sólo de desarrollar un modelo basado en un nuevo sistema de energía», sino más bien de «modificar comportamientos de consumo desenfrenados e irresponsables, (...) que son la principal causa de la agresión de los recursos naturales».







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