RV - Coherente con su denuncia
de dictaduras como el nazismo y el comunismo –que después de prometer paraísos, no
fueron más que “lluvias ácidas”, el Papa Benedicto visitó Alemania “para encontrarse
con la gente, reflexionar y rezar juntos” como él mismo expresó. “El cristianismo
nunca impuso al Estado un derecho revelado por Dios, por el contrario, se ha remitido
a la naturaleza y a la razón como verdaderas fuentes del derecho”, dijo Benedicto
en su respuesta a la invitación del Parlamento alemán con una reflexión calificada
como “discurso del siglo”.
La actitud y la palabra del Sucesor de Pedro en
este viaje, corresponden a la propuesta apostólica y pastoral de afrontar con decisión
la actual dictadura del “relativismo”. Y esto, también desde los frentes ecuménico
e interreligioso, como queda de manifiesto en los discursos del encuentro con los
musulmanes, con los protestantes en la cuna misma de Lutero, y con los ortodoxos,
dado que el relativismo intenta eliminar a Dios, la religión, la fe. En el mismo
sentido, los que dañan a la Iglesia católica –afirmó el Papa- no son sus adversarios
sino los cristianos tibios en su fe; los rutinarios que responden al boato. Por la
cruz, la fe cristiana es siempre un escándalo, sin embargo, éste escándalo queda oscurecido
por escándalos de los que deben anunciarla.
De todas maneras –profundiza el
Obispo de Roma-, la secularización ayuda a la purificación de la fe. La gente necesita
la experiencia de la bondad de Dios, espacios donde puedan expresar esta nostalgia.
Preguntémonos -pide el Sucesor de Pedro- ¿cómo es mi relación personal con Dios? Y
propone: La renovación de la Iglesia se dará en el marco de pequeñas comunidades donde
se comparte en amistad la experiencia de la fe.
“En medio de todas nuestras
preocupaciones, no debemos tener miedo. Dios es bueno”; “Frente a las cosas terribles
que suceden –dice Benedicto a los católicos-, confiemos en Dios que ejerce su omnipotencia
de un modo distinto al de los hombres, con la misericordia y el perdón” (Cf. Misa
Friburgo). Un Dios que respeta nuestra libertad. Un Dios que espera y limosnea nuestro
sí”. Un “sí”, que no es la realización personal del egoísmo, sino la respuesta a la
bondad de Dios; la donación de sí al otro en el amor, como aparece en la imagen milagrosa
de la Virgen Dolorosa con Jesús muerto en sus brazos en el Santuario de Etzelsbach.
“Jesús no nos llama porque somos buenos, sino porque él es bueno y quiere hacernos
amigos suyos” (Cf. Vigilia Jóvenes). El viaje concluido a su tierra, se trata ciertamente
de un hito en el pontificado de Benedicto. ¡Gracias Santo Padre!