Con la voz del Beato Juan Pablo II recordamos al Card. Van Thuan
RV - Fue un «heroico heraldo del Evangelio de Cristo», dijo el Beato Juan Pablo II,
que, presidiendo las exequias de este purpurado, el 20 de septiembre de 2002, recordó
su ejemplo luminoso de coherencia cristiana hasta el martirio. Y con su ejemplo de
esperanza cristiana, afianzada en el amor de Dios y con la ayuda de María, el Card.
Van Thuan - cuyo proceso de Beatificación está en curso – sigue presente en los católicos
vietnamitas y no sólo.
El Presidente del Pontificio Consejo Justicia y Paz,
Cardenal Peter Kodwo Appiah Turkson, celebró este viernes, en la sede del dicasterio
en Roma, la Santa Misa en el noveno aniversario de la muerte del Cardenal vietnamita
Francois-Xavier Van Thuan, que padeció persecuciones en su país y 13 años de cárcel
– nueve de ellos en total aislamiento.
«No me volví loco gracias a la oración
del Avemaría», contaba el Card. Van Thuan. El Beato Juan Pablo II lo nombró presidente
de ‘Justicia y Paz’, en 1998. Y en el Gran Jubileo del Año Dos Mil le encomendó la
predicación de los ejercicios espirituales de Cuaresma. «Han sido días de fuerte experiencia
comunitaria, durante los cuales, como los Apóstoles en el cenáculo, "hemos perseverado
en la oración, en compañía de María, la madre de Jesús, y de sus hermanos" (cf. Hch,
1, 14)», dijo el Papa Beato, agradeciendo al Predicador Van Thuan:
«Doy las gracias,
también en nombre de cada uno de vosotros, al querido monseñor François Xavier Nguyên
Van Thuân, presidente del Pontificio Consejo Justicia y paz, que, con sencillez y
gran unción espiritual, nos ha guiado en la profundización de nuestra vocación de
testigos de la esperanza evangélica al comienzo del tercer milenio. Habiendo sido
él mismo testigo de la cruz durante los largos años de cárcel en Vietnam, nos ha contado
frecuentemente hechos y episodios de su dolorosa detención, fortaleciendo así nuestra
certeza consoladora de que, cuando todo se derrumba alrededor de nosotros y tal vez
también dentro de nosotros, Cristo sigue siendo nuestro apoyo indefectible. Agradecemos
al arzobispo Van Thuân -en la cárcel era sólo el señor Van Thuân- su testimonio, muy
significativo en este Año jubilar».
«Cristo crucificado y resucitado es nuestra
única esperanza verdadera. Fortalecidos con su ayuda, también sus discípulos se convierten
en hombres y mujeres de esperanza. No de esperanzas a corto plazo y fugaces, que después
cansan y defraudan al corazón humano, sino de la verdadera esperanza, don de Dios
que, sostenida desde lo alto, tiende a conseguir el sumo Bien y tiene la seguridad
de alcanzarlo», destacó Juan Pablo II, subrayando que «también el mundo de hoy necesita
urgentemente esta esperanza. El gran jubileo, que estamos celebrando, nos lleva paso
a paso a ahondar en las razones de esta esperanza cristiana, que exigen y favorecen
una creciente confianza en Dios y una apertura cada vez más generosa a nuestros hermanos».
Papa
Wojtyla se aprestaba a peregrinar a Tierra Santa, invocando el amparo y guía de la
Madre de Dios, que el mismo Van Thuan, en sus predicaciones, había presentado como
modelo en esos ejercicios espirituales del Gran Jubileo:
«María, Madre de la
esperanza, a quien ayer por la tarde el predicador nos ha invitado a contemplar como
modelo de la Iglesia, nos obtenga la alegría de la esperanza, a fin de que también
para nosotros, en los momentos de la prueba, como sucedió con los discípulos de Emaús,
la presencia de Cristo transforme nuestra tristeza en alegría: "Tristitia vestra
vertetur in gaudium". Con estos sentimientos, os bendigo de corazón, pidiéndoos a
todos que sigáis acompañándome con vuestra oración, sobre todo durante mi peregrinación
a Tierra Santa que, Dios mediante, tendré la alegría de realizar la semana próxima».