2011-08-15 12:16:27

Esta fiesta habla de nuestro futuro


“Es un misterio grande el que hoy celebramos, un misterio de gloria y esperanza para todos nosotros”, expresó el Papa Benedicto en su alocución previa al rezo de la oración del ángelus, en Castel Gandolfo, en la Solemnidad de la Asunción de María. “Si, con la Victoria de Jesús sobre el mal, también la muerte interior y física son derrotadas. María fue la primera en tomar en sus brazos al Hijo de Dios, Jesús hecho niño, ahora es la primera en estar junto a Él en la Gloria del Cielo” dijo el Papa, concluyendo que en María vemos la meta hacia la cual caminan todos aquellos que ligan su vida a aquella de Jesús, que lo saben seguir como María. “Esta fiesta nos habla de nuestro futuro, nos dice que también nosotros estaremos junto a Jesús en la gloria de Dios, y nos invita a tener valentía, a creer que la potencia de la Resurrección de Cristo puede obrar en nosotros y hacernos hombres y mujeres que cada día buscan vivir como resucitados, llevando a la oscuridad que hay en el mundo, la luz del bien”.

Palabras del Papa a los peregrinos de lengua española (Audio) RealAudioMP3

Saludo con afecto a los peregrinos de lengua española presentes en esta oración mariana. La solemnidad de la gloriosa asunción de la Virgen María, que hoy recordamos, nos abre a la esperanza de la plenitud de la vida del Cielo, a la que Ella ya ha llegado y en la que nos aguarda. Que por la amorosa intercesión de la Madre de Dios desciendan abundantes gracias y bendiciones sobre la Iglesia y el mundo.

Texto completo:

Queridos hermanos y hermanas:

En el corazón del mes de agosto los Cristianos de Oriente y de Occidente celebran conjuntamente la Fiesta de la Asunción de María Santísima al Cielo. En la Iglesia Católica, el dogma de la Asunción – como es sabido – fue proclamado durante el Año Santo de 1950 por mi venerado predecesor el Siervo de Dios Papa Pío XII. Tal memoria hunde sus raíces en la fe de los primeros siglos de la Iglesia.

En Oriente, viene llamada aun hoy “Dormición de la Virgen”.

RealAudioMP3 En un antiguo mosaico de la Basílica de Santa María Mayor en Roma, que se inspira justamente al icono oriental de la “Dormitio”, son representados los Apóstoles que, advertidos por los Ángeles del fin terreno de la Madre de Jesús, están congregados en torno al lecho de la Virgen. Al centro está Jesús que tiene entre los brazos una niña: es María, convertida en “pequeña” para el Reino, y conducida por el Señor al Cielo.

En la página del Evangelio de San Lucas de la liturgia de hoy, hemos leído que María “en aquellos días se levantó y se dirigió apresuradamente a la serranía, a un pueblo de Judea” (Lc 1,39). En aquellos días María se apresuraba de la Galilea hacia una pequeña ciudad cercana a Jerusalén, para ir a encontrar a su prima Isabel. Hoy la contemplamos subir hacia la montaña de Dios y entrar en la Jerusalén celestial, “vestida de sol, con la luna bajo los pies y, sobre la cabeza, una corona de doce estrellas” (Ap 12,1).

La página bíblica del Apocalipsis, que leemos en la liturgia de esta Solemnidad, habla de una lucha entre la mujer y el dragón, entre el bien y el mal. San Juan parece volvernos a proponer las primeras páginas del libro del Génesis, que narran el episodio tenebroso y dramático del pecado de Adán y Eva. Nuestros progenitores fueron vencidos por el maligno; en la plenitud de los tiempos, Jesús, nuevo Adán, y María, nueva Eva, vencen definitivamente al enemigo. Si, con la victoria de Jesús sobre el mal, también la muerte interior y física son derrotadas. María ha sido la primera en tomar entre los brazos al Hijo de Dios Jesús convertido en niño, ahora es la primera en estar junto a El en la Gloria del Cielo.

RealAudioMP3 Es un misterio grande aquello que hoy celebramos, un misterio de esperanza y de gozo para todos nosotros: en María vemos la meta hacia la cual caminan todos aquellos que saben ligar la propia vida a aquella de Jesús, que lo saben seguir como ha hecho María. Esta fiesta habla entonces de nuestro futuro, nos dice que también nosotros estaremos junto a Jesús en la gloria de Dios y nos invita a tener valentía, a creer que la potencia de la Resurrección de Cristo puede actuar en nosotros y hacernos hombres y mujeres que cada día buscan vivir como resucitados, llevando a la oscuridad del mal que hay en el mundo, la luz del bien.

Traducción: Raúl Cabrera








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