2011-08-07 11:59:56

De cara a la crisis española la JMJ es ocasión para miles de jóvenes de abrirse a Cristo y cambiar el estado actual de las cosas


La crisis de la que es necesario preocuparse en Europa no interesa tanto, o por lo menos no únicamente, los aspectos económicos no obstante se trate de un gravísimo problema. Con estas palabras se abre la invitación a la confianza y el llamamiento que el cardenal Antonio Cañizares Llovera, el Prefecto de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos dirigió a los participantes en el curso de verano que tuvo lugar en Santander, España del 1 al 4 de agosto bajo el tema “Los cristianos en democracia” de la Universidad Católica de Valencia “San Vicente Mártir”. El Cardenal invitó a la confianza recordando que la Jornada Mundial de la Juventud del 16 al 21 de agosto en Madrid es más que nada una ocasión para miles de jóvenes de abrirse a Cristo y cambiar el estado actual de las cosas. En su reflexión publicada en el Osservatore Romano el purpurado español alude a que el el problema principal de Viejo Continente es el de haberse olvidado de Dios, actitud, que puntualizó, conduce a la autodestrucción.

Una vez más la Iglesia española llama a la responsabilidad de los cristianos para dar vida a una Nueva Evangelización que en palabras del Card. Cañizares Llovera es el mejor servicio que podemos ofrecer a la sociedad para que se den cambios y se supere la actual crisis. El análisis profundo sobre la situación de crisis ha sido un auténtico grito de alarma. Y explica que la crisis que golpea el País ibérico es una crisis que no es meramente estructural sino más puntualmente una crisis del hombre, una ruptura de la humanidad, un quebrantamiento moral, el consumir más allá de nuestras posibilidades y buscar únicamente el placer a cualquier precio, el complacimiento cuya única finalidad es el propio placer, aun cuando su obtención signifique pisotear al otro, es –añade- una situación que se hace necesario superar. El Prefecto de la la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos también defendió, una vez más , la identidad de Europa, trayendo a la memoria su realidad primordial: sus bases han sido la filosofía griega, el derecho romano y la fe cristiana. Y concluye afirmando que la identidad europea es inseparable de la dignidad de la persona humana como base de todo orden y de la identidad de ésta cultura que nos caracteriza.







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