Eucaristía y el rezo del rosario fueron las "piedades" de Papa Montini
La figura y la obra de Pablo VI fueron recordadas este sábado, 6 de agosto, trigésimo
tercer aniversario de su muerte, en dos celebraciones, una en la basílica de San Pedro
y otra en la iglesia parroquial de Santo Tomás de Villanueva en Castelgandolfo.
Cada año, la memoria
del siervo de Dios Pablo VI, es evocada en la fiesta de la Transfiguración del Señor,
fecha que signó su partida hacia la casa del Padre. En la homilía de la misa celebrada
en la basílica vaticana, el arzobispo de Trieste, monseñor Giampaolo Crepaldi, al
recordar al Papa Montini, aludió a su relación profunda con la eucaristía.
“Él construyó su espiritualidad –dijo- sobre la Eucaristía, celebrada y adorada. Los
domingos- cuando no tenía viajes apostólicos o visitas a las parroquias romanas- transcurría
las tardes en su capilla, embellecida por obras de artistas conocidos y apreciados
por él, y frente al tabernáculo permanecía en una larga y orante adoración, confiando
a Cristo eucarístico problemas soluciones para la renovación espiritual y pastoral
de la iglesia.” En este contexto, monseñor Crepaldi subrayó cómo la Eucaristía, junto
al rezo del rosario, caracterizaron las “piedades” de Papa Montini.
Por su
parte, en la celebración presidida por el obispo de Albano, monseñor Marcello Semeraro,
en la parroquia de Castelgandolfo se propuso a los fieles algunos pasajes del magisterio
de Pablo VI, comenzando por su primera Carta Pastoral para la Cuaresma de 1955, poco
después de su llegada a Milano. “Te necesitamos, Cristo- escribía el Pontífice- Te
necesitamos, verdadero Maestro, de las verdades recónditas e impensables del la vida”.
Monseñor Semeraro tras hacer un recorrido por el legado de Papa Montini, invitó
a reflexionar sobre el valor de su magisterio. “Si recorriéramos todo el Magisterio
de Pablo VI - afirmó- todos sus escritos, incluso los más íntimos, y pudiéramos por
un momento, leer en su corazón de creyente y de pastor, verdaderamente encontraríamos
siempre, el mismo amor que le hacía decir: ‘Sólo Tu, Cristo’”. Tal como lo hiciera
a pocos dias del inicio de su pontificado: Te, Christe, solum!