Iglesia católica desea a los musulmanes un mes de Ramadán fructífero y pleno de bendiciones
Inició, ayer, en el mundo musulmán el Ramadán, el mes del ayuno, uno de lo cinco pilares
del Islam. Un mes dedicado, de manera particular, a la oración y a la solidaridad
con los pobres. La iglesia católica como cada año dirige un saludo fraternal a los
musulmanes para que este tiempo sea fructífero y pleno de bendiciones. En particular,
el Pontificio Consejo para el Diálogo Interreligioso envía para el Id alfitr
– el cierre del mes del Ramadán- un mensaje de felicitaciones a los musulmanes. Sobre
el comienzo de este mes sagrado para el Islam Sergio Centofanti, conversó con el arzobispo
Pier Luigi Celata, secretario del dicasterio para el diálogo interreligioso.
Para un musulmán
observante –como sabemos- el mes del Ramadán es particularmente importante ya sea
en la dimensión personal y familiar como en la social, en general. De hecho los musulmanes,
en este mes, están llamados a reencontrar con mayor profundidad su relación con Dios
y con ellos mismos a través del ayuno, la oración, a pedir a Dios el don de la misericordia,
la limosna y el cuidado de las relaciones interpersonales. A nuestros hermanos musulmanes
aseguramos, entonces, nuestra cercanía espiritual, formulando nuestro deseo de que
puedan realizar todo lo que su corazón de creyentes en Dios desea para si mismos y
para todos los hombres, como una mayor atención a los pobres y marginados, una mayor
solidaridad, el respeto de la vida de todos y la paz.
Interpelado sobre
los acontecimientos sociales y políticos que actualmente está viviendo el mundo árabe,
un período difícil entre nuevas esperanzas y miedos, monseñor Celata habló sobre el
papel de las comunidades cristianas que viven en estos países.
Nosotros sabemos
que las comunidades cristianas presentes en el mundo árabe comparten plenamente los
deseos, las preocupaciones y el compromiso que son propios de todos los ciudadanos
de esos países. Los cristianos están llamados, en particular en este período, a ser
testigos de aquella premura por el hombre, por cada hombre y cada mujer, de la cual
los hace capaces Jesús, muerto y resucitado. Por lo tanto, es natural que esperen
que las nuevas estructuras instituciones previstas en algunos países sean expresión
de un auténtico respeto por la dignidad de cada persona y de sus derechos fundamentales,
en primer lugar, el derecho a la libertad religiosa.
También el Patriarca
Latino de Jerusalén, Su Beatitud Fouad Twal ha dirigido su saludo a los musulmanes
por el mes del Ramadán, por parte del clero y de los fieles de Tierra Santa. El patriarca
en su mensaje manifestó su cercanía a los fieles del Islam por este tiempo dedicado
al ayuno, pero también a la devoción, a los gestos de caridad, al perdón y al arrepentimiento.
Recordando
un fragmento del Corán que llama a los creyentes al ayuno en la esperanza de que puedan
convertirse en temerosos de Dios, el Patriarca en su mensaje alude a cuanto se lee
en las Sagradas Escrituras sobre el ayuno: “Este es el ayuno que yo amo: soltar las
cadenas injustas, desatar los lazos del yugo, dejar en libertad a los oprimidos y
romper todos los yugos;7 compartir tu pan con el hambriento y albergar a los pobres
sin techo; cubrir al que veas desnudo y no despreocuparte de tu propia carne” (Is
58, 6-7).
Pidiendo a Dios que bendiga el ayuno de los musulmanes, el patriarca
Twal manifestó su deseo de que los políticos puedan ser inspirados para suscitar una
reconciliación sincera y puedan encontrar una justa solución a las aspiraciones del
pueblo palestino de un estado independiente, y que la paz reine sobre todos los pueblos
de Tierra Santa y sus países árabes vecinos.