2011-07-28 18:13:43

Benedicto XVI: imitar a san Girolamo y dar prioridad a cualquier pobreza que sufra la juventud


“Las pruebas a las que estamos sometidos, ya sean personales o institucionales, sirven para acrecentar la fe”. Así lo escribe Benedicto XVI en su mensaje al prepósito general de los Clérigos Regulares de Somasca, con ocasión del año jubilar proclamado por la Orden en el V centenario de la prodigiosa liberación de la cárcel de su fundador san Girolamo Emiliani.

Las celebraciones comenzarán el próximo 25 de septiembre en Venecia, con la Santa Misa en la basílica de San Marcos y se prolongarán durante todo el año con una serie de congresos históricos dedicados a la figura y la espiritualidad del santo. La clausura oficial tendrá lugar en Somasca el 30 de septiembre de 2012.

En su mensaje al prepósito general, padre Franco Moscone, el Papa recuerda la liberación de la cárcel, por obra de María Santísima, de san Girolamo Emiliano, patrono universal de los huérfanos y de la juventud abandonada, “un acontecimiento prodigioso que, al mismo tiempo, modificó el curso de una trayectoria humana y dio comienzo a una experiencia de vida consagrada bastante significativa para la historia de la Iglesia”.

El Santo Padre expresa su deseo de que san Girolamo nos ayude a dar prioridad a cualquier pobreza que sufran nuestros jóvenes, sea moral, física o existencial, y sobre todo a la ausencia de amor, que es la raíz de cualquier problema humano serio.

Benedicto XVI subraya también las atormentadas vicisitudes políticas de la época, que representaron una renovación integral de la personalidad de Girolamo. Su liberación, gracias a la intervención divina, no fue sólo de la cárcel, sino que se liberó también de los lazos del egoísmo, del orgullo, de la búsqueda de reafirmación personal. De forma que su existencia, antes dedicada a las cosas temporales, se orientó únicamente a Dios, amado y servido a través de la juventud huérfana, enferma y abandonada.

De hecho San Girolamo maduró la idea de que la juventud, sobre todo la más vulnerable, no debe ser abandonada, sino que para que crezca sana necesita un requisito esencial: el amor. “Un amor que manaba de la misma caridad de Dios -escribe el Pontífice- colmado de paciencia y comprensión: atento, tierno y preparado al sacrificio como el de una madre”.

El Santo Padre destaca la atención a la juventud y a su educación humana y cristiana por la que se distinguen los clérigos regulares de Somasca y subraya la necesidad de que la educación de las nuevas generaciones se alimente no sólo con nociones culturales o técnicas, sino sobre todo por el amor. Un “amor que vence al individualismo y al egoísmo y que se sensibiliza ante las necesidades de cualquier hermano, incluso cuando no puede ser correspondido y especialmente entonces”.







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