Dolor y preocupación en la Santa Sede tras la ordenación episcopal ilegítima en China
Jueves, 14 jul (RV).- El director de la oficina de prensa de la Santa Sede, padre
Federico Lombardi, ha calificado como hecho doloroso y preocupante y “contrario a
la unión de la Iglesia universal” la ilegítima ordenación episcopal del padre Giuseppe
Huang Bingzhang, celebrada hoy en la ciudad china de Shantou.
Algunos obispos
en comunión con el Santo Padre han sido obligados a participar en esta ordenación
ilegítima del obispo de Shantou, con lo que se ha infringido una nueva herida al tejido
de la Iglesia católica china, que se añade a la provocada hace dos semanas por otro
gesto similar con la ordenación del obispo de Leshan, también esta sin mandato pontificio.
En
este nuevo incidente se ha presionado además a algunos prelados chinos que permanecen
fieles al Papa para que participaran en la ordenación de hoy, no obstante ya hubieran
rechazado tomar parte en la anterior. Este episodio renueva la gran amargura de Benedicto
XVI ante la noticia de la ordenación episcopal de Leshan el pasado 29 de junio.
En
aquella ocasión, la Santa Sede, manifestando el dolor y la amargura del Papa, había
recordado, en una declaración publicada el 4 de julio, que un obispo ordenado “sin
mandato pontificio y por lo tanto ilegalmente, carece de la autoridad de gobernar
la comunidad católica diocesana” y por lo tanto “la Santa Sede no lo reconoce como
obispo de la diócesis que se le ha confiado a su responsabilidad.
La declaración
de la Santa Sede recordaba además cuales son las graves sanciones canónicas a las
que se enfrenta el prelado ordenado ilegítimamente, es decir la excomunión latae
sententiae por la violación de la norma del canon 1382 del Código de Derecho Canónico,
porque “una ordenación episcopal sin mandato pontificio se opone directamente al papel
espiritual del Sumo Pontífice y daña a la unidad de la Iglesia”.
Se trata de
un acto, continuaba la declaración, que “lesiona y produce tensiones en la comunidad
católica en China”, mientras que por el contrario “la supervivencia y el desarrollo
de la Iglesia sólo puede darse con la unión al que se le ha confiado la misma Iglesia”.
“Si se desea que la Iglesia en China sea católica – asegura el texto – se debe respetar
la doctrina y la disciplina de la Iglesia”. El documento finalizaba expresando el
deseo de Benedicto XVI de dirigir a los fieles chinos unas palabras de ánimo y esperanza,
invitándoles a rezar y permanecer unidos.