Apasionado llamamiento del Papa a los artistas para que enriquezcan sus obras con
el tesoro del amor, que hace de la vida una obra de arte, y de cada hombre un artista
extraordinario
Lunes, 4 jul (RV).- Esta mañana a las 11.30, en el Atrio del Aula Pablo VI de la Ciudad
del Vaticano, el Santo Padre Benedicto XVI inauguró la exposición sobre el tema “El
esplendor de la Verdad, la Belleza de la Caridad”, con la cual una serie de artistas
de diversos países desean rendir un homenaje a Su Santidad, con ocasión del 60° aniversario
de su Ordenación Sacerdotal, que cumplió el pasado 29 de junio.
Promueve esta
iniciativa el Consejo Pontificio de la Cultura, guiado por el cardenal Gianfranco
Ravasi, quien ya en su momento explicó su significado junto a Mons. Pasquale Iacobone,
responsable del departamento “Arte y Fe” del mencionado Dicasterio.
En efecto,
fe y arte, son exigencias distintas del mismo espíritu humano, que se encuentran a
lo largo del camino de un diálogo renovado y en el feliz aniversario de los 60 años
de Sacerdocio del Santo Padre, festejados también con la “creatividad” de la oración
y del arte. El encuentro de esta mañana fue conducido con la interpretación del “Vater
unser” del Maestro Arvo Pärt, en pianoforte, y prosiguió con el saludo del cardenal
Gianfranco Ravasi.
Por su parte, el Santo Padre dirigió a los presentes una
alocución en la que expresó su alegría por este encuentro en que ha recibido “este
creativo y multiforme homenaje” con ocasión del 60° aniversario de su Ordenación sacerdotal.
Y tras agradecerles su cercanía en esta conmemoración tan significativa e importante
para el Papa, Benedicto XVI recordó que en la Celebración eucarística del pasado 29
de junio, Solemnidad de los Santos Apóstoles Pedro y Pablo, dio gracias al Señor el
don de la vocación sacerdotal, mientras hoy deseaba agradecer a los artistas “la amistad
y gentileza” que le manifiestan.
Nuestro encuentro
de hoy, en el que tengo la alegría y la curiosidad de admirar vuestras obras, quiere
ser una nueva etapa de aquel itinerario de amistad y de diálogo que hemos emprendido
el 21 de noviembre de 2009, en la Capilla Sixtina, un evento que llevo aún impreso
en mi alma. La Iglesia y los artistas vuelven a encontrarse, a hablarse; a sostener
la necesidad de un coloquio que quiere y debe llegar a ser cada vez más intenso y
articulado, también para ofrecer a la cultura, es más, a las culturas de nuestro tiempo
un ejemplo elocuente de diálogo fecundo y eficaz, orientado a hacer este mundo nuestro
más humano y más bello.
Al destacar que estos artistas le han presentado el
fruto de su creatividad, de su reflexión y de su talento con expresiones de varios
ámbitos artísticos, el Papa les dijo que antes de admirarlas junto a ellos, deseaba
detenerse sólo un momento sobre el sugestivo título de esta Exposición: “El esplendor
de la Verdad, la Belleza de la Caridad”.
Benedicto XVI recordó que “en Cristo,
coinciden verdad y caridad”. Y agregó que “en la medida en que nos acercamos a Cristo,
también en nuestra vida, verdad y caridad se funden”. “La caridad sin la verdad –dijo
el Papa– sería ciega; la verdad sin la caridad sería como “un címbalo que retiñe”
(1 Co 13, 1)”. Precisamente de la unión, de la sinfonía, de la perfecta armonía de
verdad y caridad, emana la auténtica belleza, capaz de suscitar admiración, maravilla
y alegría verdadera en el corazón de los hombres. Y añadió:
El mundo en el
que vivimos tiene necesidad de que la verdad resplandezca y no sea ofuscada por la
mentira o la banalidad; tiene necesidad de que la caridad inflame y no sea arrollada
por el orgullo y el egoísmo. Necesitamos que la belleza de la verdad y de la caridad
se insinúe en lo íntimo de nuestro corazón y lo haga más humano.
A estos “queridos
amigos”, el Santo Padre les renovó, junto a todos los artistas, un amigable y apasionado
llamamiento:
“No separéis jamás
la creatividad artística de la verdad y de la caridad, no busquéis jamás la belleza
lejos de la verdad y de la caridad, sino que con la riqueza de vuestra genialidad,
de vuestro impulso creativo, sed siempre, con valor, buscadores de la verdad y testigos
de la caridad; haced resplandecer la verdad de vuestras obras y haced que su belleza
suscite, en la mirada y en el corazón de quien las admira, el deseo y la necesidad
de hacer bella y verdadera la existencia, toda existencia, enriqueciéndola con ese
tesoro que jamás decae, que hace de la vida una obra de arte y de cada hombre un
artista extraordinario: la caridad, el amor.
Benedicto XVI también manifestó
su deseo de “que el Espíritu Santo, artífice de toda belleza que está en el mundo”,
los ilumine siempre y los guíe hacia la Belleza última y definitiva, aquella que da
calor a nuestra mente y a nuestro corazón y que esperamos poder contemplar un día
en todo su esplendor. Y concluyó agradeciéndoles que lleven “al mundo un rayo de esta
Belleza, que es Dios” a la vez que impartió sobre todos ellos, sus seres queridos
y el entero mundo del arte su Bendición Apostólica.
Después de la proyección
de un cortometraje del Maestro Pupi Avati, el Pontífice visionó cada una de las obras
expuestas que le fueron presentadas por los diversos artistas. Mientras esta tarde
a las seis, tendrá lugar la inauguración pública de esta exposición, con el saludo
del Cardenal Gianfranco Ravasi y del profesor Antonio Paolucci, Director de los Museos
Vaticanos, a las autoridades presentes, eclesiásticos y diplomáticos, así como a los
huéspedes de los mismos artistas. Les informamos asimismo que esta muestra sobre “El
esplendor de la Verdad, la Belleza de la Caridad”, podrá ser visitada por el público
a partir de mañana, martes 5 de julio, y hasta el domingo 4 de septiembre, de lunes
a sábado, desde las 10.00 de la mañana y hasta las siete de la tarde.
Texto
completo del discurso del Santo Padre durante la inauguración de la Exposición promovida
por el Consejo Pontificio de la Cultura en el 60° aniversario de la Ordenación Sacerdotal
del Pontífice:
Señores Cardenales; venerados hermanos en el Episcopado y en
el Sacerdocio; queridos amigos:
Es para mí una gran alegría encontraros y recibir
vuestro creativo y multiforme homenaje con ocasión del 60° aniversario de mi Ordenación
sacerdotal. Os agradezco sinceramente por vuestra cercanía en esta conmemoración tan
significativa e importante para mí. En la Celebración eucarística del pasado 29 de
junio, Solemnidad de los Santos Apóstoles Pedro y Pablo, he agradecido al Señor el
don de la vocación sacerdotal. Hoy os agradezco a vosotros la amistad y gentileza
que me manifestáis. Saludo cordialmente al Cardenal Gianfranco Ravasi, Presidente
del Consejo Pontificio de la Cultura, quien, junto a sus colaboradores, ha organizado
esta singular manifestación artística, y le agradezco las corteses palabras que me
ha dirigido. Asimismo dirijo mi saludo al Cardenal Giovanni Lajolo, Presidente del
Gobernatorato, y a todos los presentes, de modo particular a vosotros, queridos Artistas,
que habéis acogido la invitación a presentar una creación vuestra en esta Muestra.
Nuestro
encuentro de hoy, en el que tengo la alegría y la curiosidad de admirar vuestras obras,
quiere ser una nueva etapa de aquel itinerario de amistad y de diálogo que hemos emprendido
el 21 de noviembre de 2009, en la Capilla Sixtina, un evento que llevo aún impreso
en mi alma. La Iglesia y los artistas vuelven a encontrarse, a hablarse; a sostener
la necesidad de un coloquio que quiere y debe llegar a ser cada vez más intenso y
articulado, también para ofrecer a la cultura, es más, a las culturas de nuestro tiempo
un ejemplo elocuente de diálogo fecundo y eficaz, orientado a hacer este mundo nuestro
más humano y más bello. Vosotros hoy me presentáis el fruto de vuestra creatividad,
de vuestra reflexión, del vuestro talento, expresiones de varios ámbitos artísticos
que aquí representáis: pintura, escultura, arquitectura, orfebrería, fotografía, cine,
música, literatura y poesía. Antes de admirarlas junto a vosotros, permitidme que
me detenga sólo un momento sobre el sugestivo título de esta Exposición: “El esplendor
de la verdad, la belleza de la caridad”. Precisamente en la Homilía de la Misa pro
eligendo pontifice, comentando la bella expresión de San Pablo de la Carta a los
Efesios “veritatem facientes in caritate” (4, 15), definía el “hacer la verdad en
la caridad” como una fórmula fundamental de la existencia cristiana. Y añadía: “En
Cristo, coinciden verdad y caridad. En la medida en que nos acercamos a Cristo, también
en nuestra vida, verdad y caridad se funden. La caridad sin la verdad sería ciega;
la verdad sin la caridad sería como “un címbalo que retiñe” (1 Co 13, 1)”. Precisamente
de la unión, querría decir de la sinfonía, de la perfecta armonía de verdad y caridad,
emana la auténtica belleza, capaz de suscitar admiración, maravilla y alegría verdadera
en el corazón de los hombres. El mundo en el que vivimos tiene necesidad de que la
verdad resplandezca y no sea ofuscada por la mentira o la banalidad; tiene necesidad
de que la caridad inflame y no sea arrollada por el orgullo y el egoísmo. Necesitamos
que la belleza de la verdad y de la caridad se insinúe en lo íntimo de nuestro corazón
y lo haga más humano.
Queridos amigos, quisiera renovaros a vosotros y a todos
los artistas un amigable y apasionado llamamiento: no separéis jamás la creatividad
artística de la verdad y de la caridad, no busquéis jamás la belleza lejos de la verdad
y de la caridad, sino que con la riqueza de vuestra genialidad, de vuestro impulso
creativo, sed siempre, con valor, buscadores de la verdad y testigos de la caridad;
haced resplandecer la verdad de vuestras obras y haced que su belleza suscite, en
la mirada y en el corazón de quien las admira, el deseo y la necesidad de hacer bella
y verdadera la existencia, toda existencia, enriqueciéndola con ese tesoro que jamás
decae, que hace de la vida una obra de arte y de cada hombre un artista extraordinario:
la caridad, el amor. Que el Espíritu Santo, artífice de toda belleza que está en el
mundo, os ilumine siempre y os guíe hacia la Belleza última y definitiva, aquella
que da calor a nuestra mente y a nuestro corazón y que esperamos poder contemplar
un día en todo su esplendor.
Una vez más gracias por vuestra mistad, por vuestra
presencia y porque lleváis al mundo un rayo de esta Belleza, que es Dios. De verdadero
corazón os imparto a todos vosotros, a vuestros seres queridos y al entero mundo del
arte mi Bendición Apostólica.