Viernes, 17 jun (RV).- Será beatificada este domingo en Dax, en la región francesa
de Las Landas, sor Margarita Rutan, religiosa de la Hijas de la Caridad y mártir.
Durante los años de vida religiosa, Margarita puso su principal empeño al servicio
de los pobres y enfermos. Durante los difíciles tiempos de la Revolución francesa,
Margarita vivió intensamente su don a Dios y a los demás, especialmente en el período
de tiempo de su arresto y condena a muerte, manifestando su deseo de seguir a Cristo
hasta el fin.
“Hoy el testimonio de su vida es como un faro que ilumina nuestro
camino y nuestra inquebrantable lealtad a Cristo”. Hemos entrevistado al enviado del
Santo Padre que estará presente en la ceremonia de beatificación, el cardenal Angelo
Amato, prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos, que empieza hablándonos
de la vida de la futura beata.
Octava de quince
hijos, cuatro varones y 11 mujeres, Margarita nació en Metz el 23 de abril de 1736,
en el seno de una familia de clase trabajadora, pero acomodada. Su padre, un trabajador
incansable, que de trabajador se convirtió en arquitecto y empresario, después de
haber notado la inteligencia de su hija, la inició en los estudios de matemáticas,
diseño geométrico y principios de arquitectura, un tipo de materias en aquella época
que no eran usuales para las mujeres. Pero la Providencia estaba preparándola para
futuras responsabilidades en la vida religiosa.
¿Cuando se convirtió en
religiosa?
A los 21 años,
Margarita entra en la Casa Madre de las Hijas de la Caridad en París, en el barrio
de Saint-Denis. Durante 37 años, hasta su muerte, estuvo al servicio de los pobres
en diferentes hospitales franceses. En 1773 pasó a Fontainebleau, donde la reina María
Antonieta le confió el cuidado de la Dama de Fleury, que la Sierva de Dios fue capaz
de enderezar. Pasado un tiempo se trasladó a Dax, donde, como superiora, pudo cumplir
con celo y profesionalidad el servicio de la caridad a los enfermos, los pobres y
a las hermanas.
¿Cómo se pudo matar a una religiosa como ella, que no
hacía otra cosa que ocuparse del bien y ayudar al prójimo?
Durante la
Revolución Francesa, la hermana Margarita fue arrestada y encarcelada el 24 de diciembre
1793. Puesta en aislamiento total, después de dos juicios sumarios, en los que no
se le dio oportunidad para defenderse, fue guillotinada el 9 de abril 1794. Los cargos,
generales y sin fundamento, eran aquellos de sabotear la revolución. Y esto, porque
la sierva de Dios se había negado a firmar el juramento civil, así como se había negado
a tener en su hospital, un capellán "jurado", fiel al régimen revolucionario ateo
y anticatólico.
¿Cómo se pudo, en la Revolución francesa, en nombre de
la libertad, negar la libertad de las personas?
Resulta paradójico
que, en nombre de la libertad, se negara la libertad de religión y la libertad de
conciencia. Por otra parte, la Revolución Francesa desembocó no en el paraíso terrenal,
sino en un período de terror, donde las palabras “libertad, igualdad y fraternidad”
fueron profanadas. De hecho, sólo en el Evangelio estas palabras son verdaderas, porque
tienen el apoyo de una palabra que les da el verdadero sentido: la caridad.
¿Por
qué aquella rabia hacia las Hijas de la Caridad, que estaban al servicio de los enfermos
y de los pobres?
Los revolucionarios
eran decididamente adversos a las Hijas de la Caridad, porque su servicio sacrificado
a los pobres y los enfermos estaba en contradicción con las acusaciones de ser “parásitos
de la sociedad” dirigidas a las monjas.
Finalmente, el cardenal Angelo
Amato, prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos, nos hace dos anotaciones
sobre la futura beata
En primer lugar,
los testimonios nos presentan un hecho espeluznante. Después de haber sido guillotinada,
el verdugo, con un odio desmesurado, y vuelto brutalmente contra el cuerpo y la cara
de la mártir, la desfiguró. Porque ante la fortaleza de ánimo de la religiosa, quiso
humillar su voluntad y violar su sacralidad.
En segundo lugar, en junio
de 1794, el Régimen de Terror terminó. Un año más tarde, el Directorio del Distrito
de Dax, declaró explícitamente que la ciudad de Dax por mucho tiempo lloraría a una
mujer virtuosa, que había creado el más hermoso hospital y que había sido sacrificada
inhumanamente con acusaciones infundadas.