Para los cristianos Dios es la fuente de la caridad, que no debe entenderse sólo como
filantropía genérica, sino como don de sí, hasta el sacrificio de la propia vida.
Lo recuerda el Papa a los miembros de la Caritas Internationalis
Viernes, 27 may (RV).- Benedicto XVI manifestó su alegría al tener la oportunidad
de encontrarse este mediodía con los participantes en la Asamblea General de la Caritas
Internationalis. Tras agradecer a su presidente, el Cardenal Óscar Rodríguez Maradiaga,
las amables palabras que le dirigió, también en nombre de los presentes, el Papa aseguró
su gratitud a toda esta “familia” a la vez que formuló sus mejores votos en la oración
por las obras de cariad cristiana que llevan a cabo en países de todo el mundo, y
al destacar el motivo de este encuentro les dijo:
“El primer motivo de nuestro
encuentro de hoy es el de dar gracias a Dios por las numerosas gracias que ha concedido
a la Iglesia en los sesenta años transcurridos desde la fundación de Caritas Internationalis.
Tras los horrores y devastaciones de la Segunda Guerra Mundial, el Venerable Pío XII
quiso mostrar la solidaridad y la preocupación de toda la Iglesia ante tantas situaciones
de conflicto y emergencia en el mundo. Y lo hizo dando vida a un organismo que, promoviese
en el ámbito de la Iglesia universal, una mayor comunicación, coordinación y colaboración
entre las numerosas organizaciones caritativas de la Iglesia en los diversos continentes
(Cfr. Quirógrafo Durante la Última Cena, 16 de septiembre de 2004, 1)”.
Después
de recordar que más tarde, el Beato Juan Pablo II fortaleció ulteriormente los vínculos
existentes entre las diferentes agencias nacionales de Caritas, y entre ellas y la
Santa Sede, otorgando a Caritas Internationalis la personalidad jurídica canónica
pública (Ibíd., 3); Benedicto XVI destacó que como consecuencia de esto, Caritas Internationalis
ha adquirido un papel particular en el corazón de la comunidad eclesial, y ha sido
llamada a compartir, en colaboración con la jerarquía eclesiástica, la misión de la
Iglesia de manifestar, a través de la caridad vivida, ese amor que es Dios mismo:
“Estar en el corazón de la Iglesia; ser capaz en cierto modo de hablar y actuar
en su nombre, en favor del bien común, lleva consigo particulares responsabilidades
dentro de la vida cristiana, tanto personal como comunitaria. Solamente sobre las
bases de un compromiso cotidiano de acoger y vivir plenamente el amor de Dios se puede
promover la dignidad de cada ser humano. En mi primera encíclica, Deus caritas est,
he querido reafirmar la centralidad del testimonio de la caridad para la Iglesia de
nuestro tiempo”.
El Santo Padre destacó asimismo que a través de dicho testimonio,
hecho visible en la vida cotidiana de sus miembros, “la Iglesia llega a millones de
hombres y mujeres, haciendo posible que reconozcan y perciban el amor de Dios, que
es siempre cercano a toda persona necesitada”. Porque como dijo el Papa, “para nosotros,
los cristianos, Dios mismo es la fuente de la caridad, y la caridad ha de entenderse
no solamente como una filantropía genérica, sino como don de sí, incluso hasta el
sacrificio de la propia vida en favor de los demás, imitando el ejemplo de Cristo”.
En cuanto a la naturaleza de esta institución de la Iglesia, el Pontífice recordó:
“Caritas Internationalis es distinta de otras agencias sociales porque es
un organismo eclesial, que comparte la misión de la Iglesia. Esto es lo que los Pontífices
han querido siempre y esto es lo que vuestra Asamblea General debe afirmar con fuerza.
En ese sentido, hay que observar que Caritas Internacionalis está constituida fundamentalmente
por varias Caritas nacionales. A diferencia de tantas instituciones y asociaciones
eclesiales dedicadas a la caridad, las Caritas tienen un rasgo distintivo: pese a
la variedad de formas canónicas asumidas por las Caritas nacionales, todas son una
ayuda privilegiada para los obispos en su ejercicio de la caridad. Esto comporta una
especial responsabilidad eclesial: la de dejarse guiar por los Pastores de la Iglesia”.
“Desde el momento que Caritas Internationalis tiene un perfil universal y
está dotada de personalidad jurídica canónica pública, la Santa Sede –afirmó Benedicto
XVI– tiene el deber de seguir su actividad y de vigilar para que, tanto su acción
humana y de caridad como el contenido de los documentos que difunde, estén en plena
sintonía con la Sede Apostólica y con el Magisterio de la Iglesia, y para que se administre
con competencia y de modo transparente”; a la vez que destacó que precisamente “esta
identidad distintiva es la fuerza de Caritas Internationalis, y es lo que hace su
actividad particularmente eficaz”.
El Santo Padre también subrayó a los participantes
en la Asamblea General de la Caritas Internationalis que su misión los lleva “a desarrollar
un importante papel en el plano internacional”. Y recordó que la experiencia que han
adquirido en estos años les ha enseñado a hacerse “portavoces ante la comunidad internacional
de una sana visión antropológica, alimentada por la doctrina católica y comprometida
en la defensa de la dignidad de cada vida humana”.
Porque como dijo el Papa:
“Sin un fundamento transcendente, sin una referencia a Dios creador, sin la consideración
de nuestro destino terreno, corremos el riesgo de caer en manos de ideologías dañinas”.
El
Pontífice no dejó de recordar que Caritas Internationalis “es una organización que
tiene el papel de favorecer la comunión entre la Iglesia universal y las Iglesias
particulares, como también la comunión entre todos los fieles en el ejercicio de la
caridad”. Y, al mismo tiempo, “está llamada a ofrecer su propia contribución para
llevar el mensaje de la Iglesia a la vida política y social en el plano internacional:
“En la esfera política –y en todas aquellas áreas que se refieren directamente
a la vida de los pobres– los fieles, especialmente los laicos, gozan de una amplia
libertad de acción. Nadie puede, en materias abiertas a la discusión libre, pretender
hablar 'oficialmente’ en nombre de todos los laicos o de todos los católicos (cf.
Con. Ecum. Vat. II, Gaudium et Spes, 43; 88). Por otro lado, cada católico, en verdad
cada hombre, está llamado a actuar con conciencia purificada y con corazón generoso
para promover de manera decidida aquellos valores que he definido a menudo como ‘no
negociables’”.
“Caritas Internationalis está llamada, por tanto –dijo el Santo
Padre– a trabajar para convertir los corazones a una mayor apertura hacia los demás,
para que cada uno, en pleno respeto de su propia libertad y en la plena asunción de
las propias responsabilidades personales, pueda actuar siempre y en todas partes a
favor del bien común, ofreciendo generosamente lo mejor de sí mismo al servicio de
los hermanos y hermanas, en particular los más necesitados”.
Y se despidió
de estos “queridos amigos”, confiando estas preocupaciones a su reflexión, a la vez
que les agradeció nuevamente su “compromiso generoso al servicio de nuestros hermanos
necesitados”. Mientras a todos ellos, así como a sus colaboradores y a todos los que
están comprometidos en el amplio mundo de las obras de caridad católica, les impartió
de corazón su Bendición Apostólica, “prenda de fuerza y de paz en el Señor”.