Audiencia general: el Papa invita a los católicos del mundo a rezar por la Iglesia
que está en China, donde algunos obispos están sufriendo y son oprimidos en el ejercicio
de su ministerio episcopal
Miércoles, 18 may (RV).- Al final de la Audiencia general de esta mañana el Papa ha
elevado una ferviente oración por la Iglesia que peregrina en China. En la catequesis,
el Papa ha proseguido, sus reflexiones sobre la oración. Después de dedicar las dos
anteriores catequesis a la oración como fenómeno universal, hoy inició un recorrido
bíblico sobre este tema, hablando de Abraham, el gran patriarca, el padre de todos
los creyentes, que nos ofrece un excelente ejemplo de la oración, en el episodio de
intercesión por las ciudades de Sodoma y Gomorra
Antes de concluir la audiencia
Benedicto XVI pronunció una oración por la Iglesia en China recordando que el próximo
24 de mayo se celebra memoria litúrgica de la Bienaventurada Virgen María, Auxilio
de los Cristianos, venerada con gran devoción en el Santuario de Sheshan en Sangay:
Durante el tiempo
pascual, la liturgia canta a Cristo resucitado de entre los muertos, vencedor de la
muerte y del pecado, vivo presente en la Iglesia y en los avatares del mundo. La Buena
nueva del Amor de Dios manifestándose en Cristo, el Cordero inmolado, Buen Pastor
que da la vida por los suyos, se extiende incesantemente hasta los últimos confines
de la tierra y, al mismo tiempo, encuentra rechazo y obstáculos en todas las partes
del mundo. Como entonces, todavía hoy, de la Cruz a la Resurrección.
El
martes, 24 de mayo, es el día dedicado a la memoria litúrgica de la Bienaventurada
Virgen María, Auxilio de los Cristianos, venerada con gran devoción en el Santuario
de Sheshan en Sangay: toda la Iglesia se une en oración con la Iglesia que está en
China. Allí, como en otras partes, Cristo vive su pasión. Mientras aumenta el número
de aquellos que lo acogen como su Señor, por otros, Cristo es rechazado, ignorado
o perseguido: ¿Saulo, Saulo, por qué me persigues? (At 9,4). La Iglesia en China,
sobre todo en este momento, tiene necesidad de la oración de la Iglesia universal.
Invito, en primer lugar, a todos los católicos chinos a continuar y a intensificar
la propia oración, sobre todo a María, Virgen poderosa. Pero también a todos los
católicos del mundo a rezar por la Iglesia que está en China, debe ser un compromiso:
aquellos fieles tienen el derecho de nuestra oración, tienen necesidad de nuestra
oración.
Sabemos por los Hechos de los Apóstoles que, cuando Pedro estaba
en la cárcel, todos han rezado con fuerza y han obtenido que un ángel lo liberara.
También nosotros hacemos lo mismo: rezamos intensamente, todos juntos, por esta Iglesia,
confiados que, con la oración, podemos hacer cualquier cosa muy real por ella.
Los
católicos chinos, como han dicho muchas veces, quieren la unidad de la Iglesia universal,
con el Pastor supremo, con el sucesor de Pedro. Con la oración podemos obtener para
la Iglesia en China permanecer, una, santa y católica fiel y firme en la doctrina
y en la disciplina eclesial. Ella merece todo nuestro afecto.
Sabemos
que, entre nuestros hermanos obispos, hay algunos que sufren y son oprimidos en el
ejercicio de su ministerio episcopal. A ellos, a los sacerdotes a todos los católicos
que encuentran dificultades en la libre profesión de la fe expresamos nuestra cercanía.
Con nuestra oración podemos ayudarles a encontrar el camino para mantener viva la
fe, fuerte la esperanza, ardiente la caridad hacia todos e íntegra la eclesiología
que hemos heredado del Señor y de los apóstoles y nos ha sido transmitida con fidelidad
hasta nuestros días.
Con la oración podemos obtener que su deseo de
estar en la Iglesia una y universal supere la tentación de un camino independiente
de Pedro. La oración puede obtener, por ellos y para nosotros, la alegría y la fortaleza
de anunciar y de testimoniar, con toda franqueza y sin impedimento, a Jesucristo crucificado
y resucitado. El Hombre nuevo, vencedor del pecado y de la muerte.
Con
todos pido a María para que interceda para que cada uno se conforme cada vez más estrechamente
a Cristo y se entregue con generosidad siempre nueva a los hermanos. A María pido
que ilumine a aquellos que están en la duda, que vuelva a llamar a los descarriados,
que consuele a los afligidos, que refuerce a aquellos que están seducidos por las
artimañas del oportunismo. ¡Virgen María, Auxilio de los cristianos. Nuestra Señora
de Sheshan, ruega por nosotros!
Antes, Benedicto XVI ha proseguido durante
la audiencia general, sus reflexiones sobre la oración. Después de dedicar las dos
anteriores catequesis a la oración como fenómeno universal (presente en las culturas
de todos los tiempos), hoy inició un recorrido bíblico sobre este tema que -dijo-
"nos llevará a profundizar en el diálogo de la Alianza entre Dios y el hombre, que
anima la historia de la salvación, hasta la culminación -la palabra definitiva-, que
es Jesucristo. Un viaje a través de algunos textos importantes y figuras paradigmáticas
del Antiguo y del Nuevo Testamento.
El Pontífice empezó con Abraham, el gran
patriarca, el padre de todos los creyentes, que nos ofrece un excelente ejemplo de
la oración, en el episodio de intercesión por las ciudades de Sodoma y Gomorra. "Texto
en el capítulo 18 del Génesis, donde se habla “que la maldad de los habitantes de
Sodoma y Gomorra habían llegado a su punto más alto, por lo que requería la intervención
de Dios para hacer un acto la justicia y deteniendo el mal y destruyendo esas ciudades”.
Aquí es donde Abraham se ajusta a su oración de intercesión.
Abraham pide
perdón para toda la ciudad y lo hace apelándose a la justicia de Dios”. Con su oración,
Abraham no aboga por una justicia meramente retributiva, sino por una intervención
de la salvación que, teniendo en cuenta a los inocentes, libere de la culpa, también
a los impíos, perdonándoles. El pensamiento de Abraham, que parece casi paradójico,
-ha dicho el Pontífice- podría resumirse de la siguiente manera: “no se puede tratar
a los inocentes como a los culpables, esto sería injusto; pero es necesario tratar
a los culpable como a los inocentes, manifestando un sistema de justicia "superior",
ofreciéndoles la oportunidad de la salvación, porque si los malhechores aceptan el
perdón de Dios y confiesan la culpa dejándose salvar, no seguirán haciendo el mal,
también ellos van a ser justos, sin necesidad de ser castigados."
"Esta es
la búsqueda de la justicia que Abraham expresa en su intercesión – ha manifestado
el Papa. Una afirmación que se basa en la certeza de que el Señor es misericordioso".
Es el perdón que rompe el ciclo del pecado, y Abraham, en su diálogo con Dios, hace
un llamamiento exactamente a esto”. “Y cuando el Señor está de acuerdo en perdonar
a la ciudad si se quiere encontrar cincuenta justos, su oración de intercesión comienza
a descender hacia las profundidades de la misericordia divina".
Pero ni siquiera
diez personas justas se encuentran en Sodoma y Gomorra y las ciudades son destruidas.
“El Señor estaba dispuesto a perdonar pero las ciudades estaban encerradas en un mal
paralizante”. “No es el castigo que debe ser eliminado, -ha subrayado Benedicto XVI-
sino el pecado, aquel rechazo de Dios y del amor que lleva en sí mismo el castigo”.
El Santo Padre ha terminado con una exhortación: “que la súplica de Abraham nos enseñe
a abrir siempre el corazón a la misericordia sobreabundante de Dios.
Este ah
sido el resumen que de su catequesis ha hecho el Santo Padre en español para los peregrinos
de nuestra lengua presentes en la plaza de San Pedro:
Queridos hermanos
y hermanas: Después de ver en las catequesis anteriores la oración como
fenómeno universal, iniciamos hoy una nueva reflexión sobre este tema en la Biblia,
para profundizar en la alianza entre Dios y el hombre que acompaña la historia de
la salvación hasta su plenitud en Cristo. Abraham ofrece un primer ejemplo de oración
de intercesión cuando Dios le anuncia su propósito de destruir las ciudades de Sodoma
y Gomorra, ya que la maldad de sus habitantes había llegado al extremo. El Patriarca
ora por los que van a ser castigados, presta su voz y su corazón; no se limita a
pedir la salvación para los inocentes, sino que implora el perdón para toda la ciudad
apelando a la justicia divina, que busca el bien y lo crea por medio de la misericordia
que convierte y salva. La intercesión de Abraham se basa en la certeza de que el Señor
escucha con paciencia la oración. Pero la misericordia de Dios en la historia se manifestará
plenamente cuando el Hijo de Dios, hecho hombre, el Justo definitivo, traiga la salvación
al mundo entero muriendo en la cruz, perdonando e intercediendo por aquellos que “no
saben lo que hacen”. Así la oración de cada hombre encontrará respuesta y sus intercesiones
serán escuchadas.
Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua española,
en particular a los grupos provenientes de España, Colombia, Venezuela, Chile, Argentina,
México y otros países latinoamericanos. Invito a todos a conocer cada vez más la Biblia,
a leerla y meditarla en la oración para profundizar así en la maravillosa historia
de Dios con el hombre, y abrir el corazón a la sobreabundante misericordia divina.
Muchas gracias.
Como siempre al final de la audiencia, el Santo Padre se
ha dirigido a los jóvenes, a los enfermos y a los recién casados. “Queridos jóvenes
-ha dicho el Papa- os animo a que sepáis reconocer, en medio de tantas voces de este
mundo, la de Cristo, que continúa dirigiendo su invitación al corazón de quien sabe
escuchar. Sed generosos, siguiéndolo, no tengáis miedo de poner vuestras energías
y vuestro entusiasmo al servicio de su Evangelio. Vosotros, queridos enfermos, que
el Señor os une de manera más estrecha a su pasión, abridle el corazón con confianza;
Él no os hará faltar la luz consoladora de su presencia. Y finalmente, a vosotros
queridos recién casados, os deseo que vuestras familias respondan a la vocación de
ser transparencia del amor de Dios.