El cardenal Ouellet subraya que cualquier guerra hace que el mundo islámico demonice
a Occidente como si fuera su enemigo
Lunes, 16 may (RV).- La Conferencia Episcopal Uruguaya celebra hoy el 50 aniversario
de su fundación. Lo hace con una Asamblea Plenaria extraordinaria que cuenta con la
presencia del cardenal Marc Ouellet, prefecto de la Congregación para los Obispos
en la sede del arzobispado de Montevideo. También el purpurado preside hoy la Misa
de apertura de la XXXIII Asamblea Ordinaria del Consejo Latinoamericano (CELAM), en
la catedral de la archidiócesis de Montevideo. Concelebran en esta Eucaristía cinco
Cardenales, unos cincuenta obispos de las 22 Conferencias Episcopales de América Latina
y el Caribe, los obispos uruguayos, y sacerdotes.
Y con motivo de su presencia
en Uruguay el cardenal Marc Ouellet, prefecto de la Congregación para los Obispos
ha concedido una entrevista al periódico El País-Uruguay en la que manifiesta, entre
otras cosas, que “la guerra hace que se demonice a Occidente”. El cardenal Ouellet
muestra su convencimiento de que “el cristianismo vuelve a flotar en este momento
de la historia como la gran esperanza de la humanidad”. No obstante, y frente al crecimiento
de la religión musulmana por su alta natalidad, el purpurado lamenta que “el mundo
occidental no tiene muchos hijos porque le falta una relación de apertura a Dios,
que le quita seguridad en la vida. En un mundo violento ¿quién va a traer gente al
mundo?”
El conflicto entre Occidente y el extremismo islámico es uno de los
temas tratados en esta entrevista en la que el cardenal cita las guerras de Irak y
Afganistán como trabas importantes que no ayudan a las relaciones geopolíticas y la
relación entre Occidente y el mundo islámico. “Cualquier guerra hace que el mundo
islámico demonice a Occidente como si fuera su enemigo. Las acciones de terrorismo
llevan a identificar una religión con el terrorismo, lo que conduce a una simplificación
que hay que evitar. La religión musulmana no es terrorista en sí misma, es una creencia
que implica una relación positiva con Dios. Evidentemente hay fanáticos que se aprovechan
de la religión y hacen terrorismo en su nombre, eso no es religioso, al contrario
es blasfemo”.
En este mismo contexto el purpurado también analiza el fenómeno
de las revueltas populares en el mundo árabe, sus causas y las perspectivas de resolución.
Para el cardenal “cuando un dictador permanece en el poder 30 ó 40 años” la corrupción
está servida y subyace la necesidad de cambiar el sistema. Sin embargo el purpurado
es escéptico y considera una ingenuidad soñar con el establecimiento de del modelo
occidental de democracia en todas partes.
También muestra su escepticismo
sobre el final de los conflictos con la muerte de Bin Laden. El cardenal Ouellet considera
que Al Qaeda “es una organización terrorista que debe tener otros jefes, temo por
la violencia todavía. Hay luchas para controlar riquezas mundiales, hay que buscar
equilibrios y justicia. Los jefes de Estado deben estar más atentos a la miseria.
Temo el desarrollo de las tensiones dentro del mundo islámico, eso es grave y no es
ventaja para nosotros. Si estalla una crisis en el mundo islámico es peor para el
planeta”.
Preguntado el cardenal Ouellet sobre si era lo mismo ser católico
en América Latina que en Oriente Medio el purpurado manifiesta que, “en Oriente Medio
las condiciones de guerra hacen huir a los cristianos, notamos con mucha preocupación
que se va vaciando de cristianos. Eso no es un progreso inclusive para la cultura
local, el cristianismo es una fuerza de paz y esperanza”.
En cuanto a la persecución
de los cristianos el purpurado canadiense refleja su preocupación porque “nunca hubo
tantos mártires cristianos en el mundo. Es asombrosa la cantidad de religiosos, obispos,
sacerdotes que son asesinados en el curso de sus ministerios”.
La entrevista
aborda también los efectos positivos y negativos de la globalización para la Iglesia
y en este sentido afirma que si nos referimos al proceso que abarca a los mercados
la rapidez de la comunicación se incluye entre los aspectos positivos, mientras que
“la reorganización de las compañías en grupos cada vez mayores tiene sus costes de
pobreza y miseria, algo muy negativo”.
Y encontrándose en Uruguay, muchas
de las preguntas se centran en América Latina, y en temas como la teología de la liberación,
la despenalización del aborto y el impulso de una ley de matrimonio homosexual en
el país.
El tema de la pederastia también es afrontado por quien “ocupa un
lugar clave en el nombramiento de los obispos del mundo. En este sentido el purpurado
reafirmó la “política de tolerancia cero” y aunque admite “tal vez en el pasado no
hubo una conciencia tan aguda de estos fenómenos de abuso sexual, ahora con los correctivos
que se aportaron y la disciplina hay una toma de conciencia y purificación. Se espera
que lo que la Iglesia hace en su interior produzca frutos en la sociedad”.
En
cuanto a su consideración sobre la separación entre producción de conocimiento y la
experiencia cristiana, el cardenal Ouellet manifiesta que “entre la fe y la ciencia,
desde el punto de vista cristiano, no hay contradicción. Todo descubrimiento de la
verdad en un campo del saber es bienvenido y eso no hace retroceder la fe. En el campo
de la teología se puede desarrollar conocimiento pero si al mismo tiempo no cultiva
una relación personal con Dios a través de la oración, los conocimientos pueden no
hacer progresar al individuo”.
Preguntado por ¿cuál es hoy el principal enemigo
de la Iglesia?, el purpurado responde que “el Papa hace poco dijo que el enemigo está
en el interior de la Iglesia. Es el pecado, la falta de fe, la incoherencia de sus
miembros. La Iglesia propone el evangelio que no es aceptado en todas partes, hay
necesidad de una nueva evangelización en el continente europeo y en América, pero
hay un entusiasmo porque la Iglesia lleva un mensaje de optimismo al mundo. En América
Latina hay entusiasmo para continuar la misión, nunca vi un impulso vivo como desde
la asamblea de obispos de Aparecida (Brasil) en 2007”.