Regina Coeli: en María se refleja el rostro luminoso de Cristo, si la seguimos dócilmente,
la Virgen nos conduce a Él
Domingo, 8 may (RV).- Al final de la solemne celebración eucarística, Benedicto XVI,
dirigiendo la mirada a María, ha pronunciado una breve alocución antes de concluir
la plegaria mariana propia del tiempo pascual dedicada a la Madre de Dios: el Regina
Coeli.
“En el alba de la Pascua, Ella se vuelve la Madre del Resucitado
y su unión con Él es tan profunda que allí donde el Hijo está no puede faltar la presencia
de la Madre. En vuestros espléndidos lugares, don y signo de la belleza de Dios, cuántos
santuarios, iglesias y capillas están dedicados a María!. En Ella se refleja el rostro
luminoso de Cristo. Si la seguimos dócilmente, la Virgen nos conduce a Él”
Seguidamente
el Papa les ha pedido que en estos días del tiempo pascual que se dejen conquistar
por Cristo resucitado. En Él tiene inicio el nuevo mundo del amor y de la paz que
constituye la profunda aspiración de cada corazón humano. Y ha pedido al Señor que
les conceda, a quienes habitan en estas tierras, ricas de una larga historia cristiana,
vivir el Evangelio enraizado en la Iglesia naciente, en la cual “la multitud de los
creyentes tenía un solo corazón y una sola alma” (Hech 4,32).
“Invoquemos
a María Santísima, que ha sostenido los primeros testigos de su Hijo en la predicación
de la Buena Noticia, para que sostenga también hoy los esfuerzos apostólicos de los
sacerdotes; haga fecunda el testimonio de los religiosos y de las religiosas; anime
la obra diaria de los padres en la primera transmisión de la fe a sus hijos; ilumine
la vía de los jóvenes para que caminen confiados en el camino trazado por la fe de
sus padres; colme de firme esperanza los corazones de los ancianos; consuele con su
cercanía a los enfermos y a todos los que sufren; refuerce la obra de los numerosos
laicos que colaboran activamente en la nueva evangelización, en la parroquias, en
las asociaciones -como la Acción Católica- tan enraizada y presente en estas tierras;
en los movimientos que, con la variedad de sus carismas, y de sus acciones, son un
signo de la riqueza del tejido eclesial -pienso en realidades como la del movimiento
de los Focolares, Comunión y Liberación o el Camino Neocatecumenal, sólo por mencionar
algunas”
El
Pontífice ha finalizado su alocución animándoles a trabajar con verdadero espíritu
de comunión en esta grande viña en la que el Señor les ha llamado para trabajar. María,
Madre del Resucitado y de la Iglesia, ¡Ruega por nosotros!
Texto
Completo Regina Coeli
Queridos hermanos y hermanas
Al
finalizar esta solemne celebración eucarística, dirijamos nuestra mirada a María,
Regina Coeli. En el alba de la Pascua, Ella se vuelve la Madre del Resucitado y su
unión con Él es tan profunda que allí donde el Hijo está no puede faltar la presencia
de la Madre. En vuestros espléndidos lugares, don y signo de la belleza de Dios, cuántos
santuarios, iglesias y capillas están dedicados a María!. En Ella se refleja el rostro
luminoso de Cristo. Si la seguimos dócilmente, la Virgen nos conduce a Él.
En
estos días de tiempo pascual, dejémonos conquistar por Cristo resucitado. En Él tiene
inicio el nuevo mundo del amor y de la paz que constituye la profunda aspiración de
cada corazón humano. El Señor os conceda, a quienes habitáis en estas tierras, ricas
de una larga historia cristiana, de vivir el Evangelio enraizado en la Iglesia naciente,
en la cual “la multitud de los creyentes tenía un solo corazón y una sola alma” (Hech
4,32).
Invoquemos a María Santísima, que ha sostenido los primeros
testigos de su Hijo en la predicación de la Buena Noticia, para que sostenga también
hoy los esfuerzos apostólicos de los sacerdotes; haga fecunda el testimonio de los
religiosos y de las religiosas; anime la obra diaria de los padres en la primera transmisión
de la fe a sus hijos; ilumine la vía de los jóvenes para que caminen confiados en
el camino trazado por la fe de sus padres; colme de firme esperanza los corazones
de los ancianos; consuele con su cercanía a los enfermos y a todos los que sufren;
refuerce la obra de los numerosos laicos que colaboran activamente en la nueva evangelización,
en la parroquias, en las asociaciones -como la Acción Católica- tan enraizada y presente
en estas tierras; en los movimientos que, con la variedad de sus carismas, y de sus
acciones, son un signo de la riqueza del tejido eclesial -pienso en realidades como
la del movimiento de los Focolares, Comunión y Liberación o el Camino Neocatecumenal,
sólo por mencionar algunas.
Animo a todos a trabajar con verdadero
espíritu de comunión en esta grande viña en la que el Señor nos ha llamado para trabajar.
María, Madre del Resucitado y de la Iglesia, Ruega por nosotros!