A los nuevos reclutas de la Guardia Suiza Pontificia Benedicto XVI les agradece el
sentido del servicio desinteresado recibido de sus padres
Viernes, 6 may (RV).- Después de mediodía, en la Sala Clementina del Palacio Apostólico
del Vaticano, Benedicto XVI recibió a los guardias suizos que esta tarde prestarán
juramento como miembros de la Guardia Suiza Pontificia, acompañados por sus padres.
A todos ellos, el Pontífice les dirigió una alocución en alemán, francés e italiano,
las lenguas de la Federación Helvética.
Al saludar a su comandante, así como
al capellán, a los queridos oficiales y a los miembros de este Cuerpo militar, junto
a todos los presentes, el Papa manifestó su satisfacción por esta audiencia en esta
jornada de celebración, a la vez que saludó de modo especial a los nuevos reclutas
que “siguiendo el ejemplo de no pocos compatriotas –dijo– han elegido dedicar algunos
años de su juventud al servicio del Sucesor de Pedro”.
Tras destacar que la
presencia de sus padres, parientes y amigos que han venido a Roma para participar
en estos días de fiesta, expresa no sólo la relación de muchos católicos suizos con
la Santa Sede, sino también la enseñanza, la educación moral y el buen ejemplo mediante
el cual los padres han transmitido a sus hijos la fe cristiana y el sentido del servicio
desinteresado, Benedicto XVI añadió textualmente:
“La jornada de hoy constituye
la ocasión para dirigir una mirada al glorioso pasado de la Guardia Suiza Pontificia.
Pienso en particular en el evento –recordado numerosas veces porque es fundamental
en vuestra historia– del famoso “Saco de Roma”, que vio a los guardias suizas empeñados
en la valerosa defensa del Papa, hasta dar su vida por él. El recuerdo de aquel saqueo
terreno debe hacer reflexionar acerca de que existe también la amenaza de un saqueo
más peligroso, que podríamos definir espiritual. En efecto, en el actual contexto
social, muchos jóvenes corren el riesgo de caer en un empobrecimiento progresivo del
alma, puesto que persiguen ideales y perspectivas de vida superficiales, que sólo
colman necesidades y exigencias materiales”.
El Santo Padre les pidió asimismo
que hagan que su permanencia en Roma constituya “un tiempo propicio para aprovechar
de la mejor manera posible las muchas posibilidades que esta ciudad les ofrece, para
dar un sentido cada vez más sólido y profundo a su vida”. Porque como les dijo el
Papa, el período que transcurrirán en la “Ciudad Eterna”, será “un momento excepcional
en su existencia” si lo vivirán con espíritu de sincera hermandad, ayudándose recíprocamente
a “conducir una vida ejemplarmente cristiana, que corresponda a su fe y a su misión
peculiar en la Iglesia”.
Hablando en francés, Benedicto XVI les hizo la siguiente
recomendación: “Cuando algunos de vosotros juren hoy fielmente el servicio en la Guardia
Suiza Pontificia, y otros renueven este juramento en su corazón, pensad en el rostro
luminoso de Cristo, que os llama a ser auténticos hombres y verdaderos cristianos,
protagonistas de vuestra existencia. Su pasión, muerte y resurrección son una elocuente
llamada a afrontar con consciente madurez los obstáculos y los desafíos de la vida,
sabiendo bien, como nos lo ha recordado la Liturgia en el curso de la Vigilia pascual,
que el Señor resucitado es ‘Rey eterno que ha vencido las tinieblas del mundo’".
El
Obispo de Roma no dejó de recordarles a estos “queridos jóvenes” que el Señor camina
con ellos, los sostiene, y los anima a seguirlo en la misma fidelidad; razón por la
cual les deseó “de corazón” que sientan “siempre la alegría y el consuelo de su presencia
luminosa y corroborante”. Al mismo tiempo, el Santo Padre les dijo que este encuentro
le ofrecía la oportunidad de manifestar a los nuevos reclutas su “profunda gratitud
por la elección de ponerse a disposición del Sucesor de Pedro por un período, y contribuir
así a garantizar el orden necesario y la seguridad dentro de la Ciudad Vaticano”.
De la misma manera, el Papa aprovechó de buen grado esta ocasión para extender
su reconocimiento al entero Cuerpo de la Guardia Suiza Pontificia, llamado a desarrollar,
entre sus diversas tareas, el de acoger “con cortesía y con gentileza a los peregrinos
y visitantes del Vaticano”. Y les dijo que esta obra de vigilancia que desarrollan
“con diligencia, amor y solicitud es ciertamente considerable y delicada”, porque
requiere a veces “no poca paciencia, perseverancia y disponibilidad a la escucha”.
Hablando en italiano el Pontífice les dijo: “Queridos amigos, vuestro servicio
es sumamente útil para el tranquillo y seguro desarrollo de la vida cotidiana y de
las manifestaciones espirituales y religiosas de la Ciudad del Vaticano. Que vuestra
significativa presencia en el corazón de la cristiandad, donde multitudes de fieles
llegan sin cesar para encontrar al Sucesor de Pedro y para visitar las tumbas de los
Apóstoles, suscite cada vez más en cada uno de vosotros el propósito de intensificar
la dimensión espiritual de la vida, así como también el empeño para profundizar vuestra
fe cristiana, testimoniándola gozosamente con una coherente conducta de vida”.
Por
último, Benedicto XVI les aseguró su ferviente oración, mientras de corazón impartió
su bendición apostólica a cada uno de ellos y a cuantos los acompañan en esta circunstancia
especial.