Sábado, 23 abr (RV).- Jesús y Sócrates. Título del editorial del padre Federico Lombardi,
director de la Oficina de Prensa de la Santa Sede para el informativo semanal, Octava
Dies del Centro Televisivo Vaticano.
En el curso de
la audiencia del Miércoles Santo, el Papa, dejando el texto preparado por escrito,
ha hablado espontáneamente durante bastante tiempo de la oración de Jesús en Getsemaní.
Meditando con participación y profundidad sobre la agonía de Jesús, sobre el miedo
ante la muerte y ha subrayado la diferencia entre Jesús y Sócrates.
Todos
admiran la fortaleza y el dominio de sí del antiguo sabio griego, que su discípulo
Platón nos ha descrito con gran eficacia en páginas inolvidables. Pero su superioridad
ante la experiencia de la angustia en cierto sentido lo aleja de la pobreza y fragilidad
concreta de la condición humana común ante la muerte. No así Jesús, verdaderamente
uno de nosotros. El amor de Dios baja hasta el fondo del abismo para llevarnos a todos
hacia lo alto. Paradójicamente la página posiblemente más misteriosa y desconcertante
del Evangelio, el Getsemaní, se transforma en aquella que puede dar mayor consuelo
al ilimitado dolor de la humanidad de todos los tiempos. Ilimitado dolor, pero también
ilimitado amor. Por eso podemos hablar de “salvación” y podemos creer en ella, en
nuestra carne, en nuestra vida y en nuestra muerte.
Respondiendo el
Viernes Santo a las preguntas llegadas desde diversas partes del mundo, el Papa ha
dicho que en la Eucaristía el cuerpo resucitado de Jesús nos toca y penetra en nosotros,
para transformar nuestra vida en su vida nueva. Pasión y Resurrección, el don más
grande de Dios a nuestra humanidad en camino.