En la inminencia del Triduo Pascual el Papa invita a preparar interiormente las celebraciones
de la pasión, muerte y resurrección de Cristo
Miércoles, 20 abr (RV).- También hoy el Señor nos dice con dulzura: ‘Quedaos aquí
y velad conmigo (Mt 26, 38). Y también nosotros, discípulos de hoy, a menudo dormimos.
Como es tradicional, en este día que precede el Triduo Pascual, el Santo Padre ha
centrado su catequesis de la audiencia general, en la Plaza de San Pedro, en el significado
de los ritos que son el fulcro del Año Litúrgico. El Papa ha recordado que en el momento
de la prueba extrema, Jesús se encomienda totalmente a Dios y así vence las tentaciones
del Mal.
Jesús nos invita en todo momento a estar en vela contra el mal, encomendándonos
totalmente al Amor de Dios, ha reiterado Benedicto XVI, haciendo hincapié en que
el amor entre el Hijo y el Padre es garantía de salvación para todo hombre. En la
víspera de los tres días en los que la Iglesia hace memoria del misterio de la pasión,
muerte y resurrección del Señor, el Papa ha invitado a los cristianos al sacramento
de la Reconciliación, para poder participar con mayor fruto en la Santa Pascua. Y
ha señalado que después de la Misa Crismal, la mañana del Jueves Santo, el Triduo
Pascual comienza efectivamente, por la tarde, con la memoria de la Última Cena:
«Pronunciando
la bendición del pan y del vino, Él anticipa el sacrificio de la cruz y manifiesta
la intención de perpetuar su presencia en medio de los discípulos: bajo las especies
del pan y del vino, Él se hace presente de modo real con su cuerpo donado y con su
sangre derramada»
Tras subrayar
cómo con el lavatorio de los pies a los Apóstoles, Jesús nos invita a amarnos como
Él nos amó a nosotros, el Papa ha dirigido su pensamiento a la agonía del Señor en
el Huerto de Getsemaní, evocando la exhortación de Jesús a los discípulos, pidiéndoles
que velen con Él, que nunca se queden insensibles ante el mal. Exhortación que nos
concierne a todos, aún hoy:
«Esta llamada a la vigilancia concierne en la
actualidad precisamente a este momento de angustia y de amenaza en la cual llega el
traidor. Pero concierne también a toda la historia de la Iglesia. Es un mensaje permanente
para todos los tiempos, porque la somnolencia de los discípulos no es sólo el problema
de aquel momento, es el problema de toda la historia»
Una vez más,
Benedicto XVI ha destacado la total entrega de Jesús a la voluntad de Dios, que vence
toda tentación del Maligno. En Getsemaní y en la Cruz, es el amor entre el Hijo y
el Padre el que nos salva:
«El criterio que guió toda opción de Jesús durante
toda su vida fue su firme voluntad de amar al Padre y de serle fiel. Esta decisión
de corresponder a su amor lo impulsó a abrazar, en cada circunstancia, el proyecto
del Padre y a asumir como propio el diseño de amor encomendado, de recapitular todo
en Él, para reconducir todo a Él»
Resumiendo
su catequesis de este Miércoles Santo, también en español, Benedicto XVI ha hecho
hincapié en el camino litúrgico de esta Semana Mayor, que culmina, cuando la noche
del Sábado Santo, - durante la solemne Vigilia Pascual - el silencio quedará roto
por el canto del Aleluya. Himno de júbilo que anuncia la resurrección de Cristo y
proclama la victoria de la luz sobre las tinieblas, de la vida sobre la muerte.
Éstas
eran las palabras del Santo Padre, invitando a los fieles de nuestra lengua a prepararnos
a vivir intensamente estos días santos, que revelan el amor de Jesús y su misterio
pascual
Queridos hermanos y hermanas: En la inminencia del Triduo
Pascual, quisiera invitaros a preparar interiormente las celebraciones de la pasión,
muerte y resurrección de Cristo. El Jueves Santo se bendicen los óleos para el Bautismo,
la Confirmación, la Ordenación sacerdotal y la Unción de los Enfermos, indicando así
cómo la gracia salvadora de los sacramentos nace del misterio Pascual de Cristo. Por
la tarde, se conmemora la última cena de Jesús, en la que instituyó la Eucaristía
y el Sacerdocio, entregándose a sí mismo bajo las especies del pan y el vino, gesto
que los Apóstoles debían repetir, haciéndolos así ministros de su presencia entre
los discípulos de todos los tiempos. La adoración al Santísimo manifiesta que el Maestro
nunca nos abandona, como el Padre no lo abandonó a Él en la angustia de Getsemaní.
El Viernes Santo escuchamos la Pasión, adoramos la Cruz y el corazón traspasado de
Jesús, del que mana agua y sangre, y que muestra el infinito amor de Dios por los
hombres. En la Vigilia Pascual celebramos a Cristo que vence a la muerte y nos da
la verdadera vida, recibida en el Bautismo. En estas celebraciones podremos asomarnos
a la intimidad de Jesús y a su voluntad firme de amar al Padre y serle fiel en todo,
y aprender así de Él a imitarle en nuestra vida.
Saludo con afecto a
los peregrinos de lengua española, especialmente a los participantes en el encuentro
UNIV, así como a los venidos de Argentina, Colombia, Ecuador, España, México y otros
países latinoamericanos. Que la Virgen María nos enseñe a todos a acompañar en estos
días a su Hijo, en los momentos decisivos de su misterio redentor