2011-04-06 12:52:49

Audiencia general: llamamiento del Papa por la paz en Costa de Marfil y Libia y para evitar más derramamiento de sangre, porque “la violencia y el odio son siempre una derrota"


Miércoles, 6 abr (RV).- “¡La violencia y el odio son siempre una derrota!”. Lo afirmó esta mañana Benedicto XVI en su llamamiento para que se ponga fin a los conflictos en Costa de Marfil y en Libia, e inicien los procesos de paz. En su catequesis semanal, el Papa presentó la figura Santa Teresa de Lisieux. Y recordó que Santa Teresita del Niño Jesús siempre ayudó a las almas más sencillas, a los pobres y a los que sufren, iluminado a toda la Iglesia con su profunda doctrina espiritual.

El Santo Padre celebró esta mañana a las 10,30 la tradicional audiencia general en la plaza de San Pedro, en la que participaron varios miles de fieles y peregrinos procedentes de numerosas naciones. En esta ocasión, y por segundo miércoles consecutivo, el Obispo de Roma hizo un apremiante llamamiento por la paz en Costa de Marfil y en Libia, países que están viviendo sendas guerras civiles en África.

El Pontífice, hablando en francés, dijo que espera que inicie cuanto antes el proceso de pacificación y acaben los derramamientos de sangre:

RealAudioMP3 “Continúo siguiendo con gran preocupación los acontecimientos dramáticos que las queridas poblaciones de Costa de Marfil y de Libia están viviendo en esos días. También espero que el cardenal Turkson, al que he encargado que viaje a Costa de Marfil para expresar mi solidaridad pueda pronto entrar en el país. Rezo por las víctimas y estos cerca de todos los que sufren. ¡La violencia y el odio son siempre una derrota! Por ello hago un nuevo y urgente llamamiento a todas las partes interesadas con el fin de iniciar los trabajos de la paz y el diálogo y evitar más derramamiento de sangre.

Benedicto XVI dedicó su catequesis a Santa Teresa de Lisieux, Santa Teresita del Niño Jesús y de la Santa Faz, quien, como señaló el Papa “vivió en este mundo tan sólo 24 años, llevando una vida muy sencilla y oculta, pero que, después de la muerte y la publicación de sus escritos, se ha convertido en una de las santas más conocidas y amadas”.

El Santo Padre afirmó que "Teresita" nunca dejó de ayudar a las almas más sencillas, a los jóvenes, a los pobres y a los que sufren”, iluminando a toda la Iglesia con su profunda doctrina espiritual. Porque como explicó Benedicto XVI “Teresa es una de los ‘pequeños’ del Evangelio que se dejan guiar por Dios en lo más profundo de su Misterio. Una guía para todos, especialmente para aquellos que, en el Pueblo de Dios, desarrollan el Ministerio de teólogos”.

Y añadió que con la humildad y la caridad, la fe y la esperanza, Teresa entra continuamente en el corazón de la Sagrada Escritura que contiene el Misterio de Cristo. “Y esa lectura de la Biblia, alimentada por la ciencia del amor –agregó el Papa- no se opone a la ciencia académica”; dado que “la ciencia de los santos, de hecho, de la que ella misma habla en la última página de ‘La Historia de un alma’, es la ciencia más alta”.

El Pontífice afirmó que todos los santos lo han entendido así y de manera, tal vez más particular, los que llenaron el universo con la “irradiación de la doctrina evangélica”. De hecho, en el Evangelio, Teresa descubre sobre todo la Misericordia de Jesús, hasta el punto de decir: "Para mí, Él ha dado su infinita Misericordia; a través de ella contemplo y adoro las demás perfecciones divinas y todo me parece radiante de amor!”

“La confianza y el amor" son, por lo tanto, el punto final de la historia de su vida. Dos palabras que han iluminado como faros, a lo largo de su camino de santidad, con el fin de poder guiar a los demás en su mismo "caminito de vida de confianza y de amor". Este ha sido el resumen de esta catequesis que el Santo Padre leyó en nuestro idioma, para los numerosos fieles y peregrinos procedentes de América Latina y de España:

RealAudioMP3 Queridos hermanos y hermanas:
Me detengo hoy en la figura de santa Teresita del Niño Jesús, monja carmelita que vivió apenas veinticuatro años, al final del siglo diecinueve. Una vida escondida que ha tenido una relevancia crucial en la historia de la espiritualidad de la Iglesia contemporánea, hasta el punto de ser declarada patrona de las misiones por el Papa Pío once, y doctora de la Iglesia por el venerable Juan Pablo segundo. Su mensaje se nos muestra en el libro Historia de un alma. En él, santa Teresita nos narra las etapas de una intensa y profunda historia de Amor con Jesús desde su infancia hasta su muerte. Es una obra fascinante por su sencillez y frescura. En todas sus dolencias ve la gracia del Señor que la sana y la invita a progresar en su carrera de gigante. Ella propone el hacerse pequeño como camino hacia la plenitud del Amor ofrecido por la Iglesia, por los pecadores, por los últimos. Su noche oscura, al final de la vida, es una fuerte prueba de fe que ella acepta por todos los ateos del mundo moderno. Cumpliendo su vocación de ser, en el corazón de la Iglesia, el amor, muere con las sencillas palabras “¡Dios mío, os amo!”.

Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua española, en particular a los de las diócesis de Alcalá de Henares y Plasencia, al grupo de Religiosas Siervas de María, que celebran el cincuenta aniversario de su consagración religiosa, así como a los demás fieles provenientes de España, Argentina, México y otros países latinoamericanos. A ejemplo de santa Teresita del Niño Jesús, invito a todos a descubrir en la lectura orante de la Biblia, en participación fructuosa en la Eucaristía y en la contemplación del Crucificado la ciencia del amor misericordioso que impregna el misterio de Cristo. Muchas gracias.

Como es costumbre, el Papa finalizó este encuentro semanal dirigiendo un saludo a los jóvenes, enfermos y recién casados congregados en la Plaza de San Pedro. En esta ocasión Benedicto XVI, dirigiéndose a los jóvenes, afirmó que encontrarse con ellos es siempre para él “motivo de consuelo y de esperanza”, porque su edad “es la primavera de la vida”. Por esta razón les pidió que sepan “responder al amor que Dios les tiene”.

A los queridos enfermos el Santo Padre les pidió que se dejen “iluminar por la Cruz del Señor para ser fuertes en la prueba”. Mientras a los recién casados los animó a ser “gratos a Dios por el don de la familia”. “Contando siempre con su ayuda –les dijo– haced de vuestra existencia una misión de amor fiel y generoso”.







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