Audiencia general: llamamiento del Papa por la paz en Costa de Marfil y Libia y para
evitar más derramamiento de sangre, porque “la violencia y el odio son siempre una
derrota"
Miércoles, 6 abr (RV).- “¡La violencia y el odio son siempre una derrota!”. Lo afirmó
esta mañana Benedicto XVI en su llamamiento para que se ponga fin a los conflictos
en Costa de Marfil y en Libia, e inicien los procesos de paz. En su catequesis semanal,
el Papa presentó la figura Santa Teresa de Lisieux. Y recordó que Santa Teresita del
Niño Jesús siempre ayudó a las almas más sencillas, a los pobres y a los que sufren,
iluminado a toda la Iglesia con su profunda doctrina espiritual.
El Santo Padre
celebró esta mañana a las 10,30 la tradicional audiencia general en la plaza de San
Pedro, en la que participaron varios miles de fieles y peregrinos procedentes de numerosas
naciones. En esta ocasión, y por segundo miércoles consecutivo, el Obispo de Roma
hizo un apremiante llamamiento por la paz en Costa de Marfil y en Libia, países que
están viviendo sendas guerras civiles en África.
El Pontífice, hablando en
francés, dijo que espera que inicie cuanto antes el proceso de pacificación y acaben
los derramamientos de sangre:
“Continúo
siguiendo con gran preocupación los acontecimientos dramáticos que las queridas poblaciones
de Costa de Marfil y de Libia están viviendo en esos días. También espero que el cardenal
Turkson, al que he encargado que viaje a Costa de Marfil para expresar mi solidaridad
pueda pronto entrar en el país. Rezo por las víctimas y estos cerca de todos los que
sufren. ¡La violencia y el odio son siempre una derrota! Por ello hago un nuevo y
urgente llamamiento a todas las partes interesadas con el fin de iniciar los trabajos
de la paz y el diálogo y evitar más derramamiento de sangre.
Benedicto
XVI dedicó su catequesis a Santa Teresa de Lisieux, Santa Teresita del Niño Jesús
y de la Santa Faz, quien, como señaló el Papa “vivió en este mundo tan sólo 24 años,
llevando una vida muy sencilla y oculta, pero que, después de la muerte y la publicación
de sus escritos, se ha convertido en una de las santas más conocidas y amadas”.
El
Santo Padre afirmó que "Teresita" nunca dejó de ayudar a las almas más sencillas,
a los jóvenes, a los pobres y a los que sufren”, iluminando a toda la Iglesia con
su profunda doctrina espiritual. Porque como explicó Benedicto XVI “Teresa es una
de los ‘pequeños’ del Evangelio que se dejan guiar por Dios en lo más profundo de
su Misterio. Una guía para todos, especialmente para aquellos que, en el Pueblo de
Dios, desarrollan el Ministerio de teólogos”.
Y añadió que con la humildad
y la caridad, la fe y la esperanza, Teresa entra continuamente en el corazón de la
Sagrada Escritura que contiene el Misterio de Cristo. “Y esa lectura de la Biblia,
alimentada por la ciencia del amor –agregó el Papa- no se opone a la ciencia académica”;
dado que “la ciencia de los santos, de hecho, de la que ella misma habla en la última
página de ‘La Historia de un alma’, es la ciencia más alta”.
El Pontífice afirmó
que todos los santos lo han entendido así y de manera, tal vez más particular, los
que llenaron el universo con la “irradiación de la doctrina evangélica”. De hecho,
en el Evangelio, Teresa descubre sobre todo la Misericordia de Jesús, hasta el punto
de decir: "Para mí, Él ha dado su infinita Misericordia; a través de ella contemplo
y adoro las demás perfecciones divinas y todo me parece radiante de amor!”
“La
confianza y el amor" son, por lo tanto, el punto final de la historia de su vida.
Dos palabras que han iluminado como faros, a lo largo de su camino de santidad, con
el fin de poder guiar a los demás en su mismo "caminito de vida de confianza y de
amor". Este ha sido el resumen de esta catequesis que el Santo Padre leyó en nuestro
idioma, para los numerosos fieles y peregrinos procedentes de América Latina y de
España:
Queridos hermanos
y hermanas: Me detengo hoy en la figura de santa Teresita del Niño Jesús,
monja carmelita que vivió apenas veinticuatro años, al final del siglo diecinueve.
Una vida escondida que ha tenido una relevancia crucial en la historia de la espiritualidad
de la Iglesia contemporánea, hasta el punto de ser declarada patrona de las misiones
por el Papa Pío once, y doctora de la Iglesia por el venerable Juan Pablo segundo.
Su mensaje se nos muestra en el libro Historia de un alma. En él, santa Teresita nos
narra las etapas de una intensa y profunda historia de Amor con Jesús desde su infancia
hasta su muerte. Es una obra fascinante por su sencillez y frescura. En todas sus
dolencias ve la gracia del Señor que la sana y la invita a progresar en su carrera
de gigante. Ella propone el hacerse pequeño como camino hacia la plenitud del Amor
ofrecido por la Iglesia, por los pecadores, por los últimos. Su noche oscura, al final
de la vida, es una fuerte prueba de fe que ella acepta por todos los ateos del mundo
moderno. Cumpliendo su vocación de ser, en el corazón de la Iglesia, el amor, muere
con las sencillas palabras “¡Dios mío, os amo!”.
Saludo cordialmente
a los peregrinos de lengua española, en particular a los de las diócesis de Alcalá
de Henares y Plasencia, al grupo de Religiosas Siervas de María, que celebran el cincuenta
aniversario de su consagración religiosa, así como a los demás fieles provenientes
de España, Argentina, México y otros países latinoamericanos. A ejemplo de santa Teresita
del Niño Jesús, invito a todos a descubrir en la lectura orante de la Biblia, en participación
fructuosa en la Eucaristía y en la contemplación del Crucificado la ciencia del amor
misericordioso que impregna el misterio de Cristo. Muchas gracias.
Como
es costumbre, el Papa finalizó este encuentro semanal dirigiendo un saludo a los jóvenes,
enfermos y recién casados congregados en la Plaza de San Pedro. En esta ocasión Benedicto
XVI, dirigiéndose a los jóvenes, afirmó que encontrarse con ellos es siempre para
él “motivo de consuelo y de esperanza”, porque su edad “es la primavera de la vida”.
Por esta razón les pidió que sepan “responder al amor que Dios les tiene”.
A
los queridos enfermos el Santo Padre les pidió que se dejen “iluminar por la Cruz
del Señor para ser fuertes en la prueba”. Mientras a los recién casados los animó
a ser “gratos a Dios por el don de la familia”. “Contando siempre con su ayuda –les
dijo– haced de vuestra existencia una misión de amor fiel y generoso”.