El Papa reitera el esfuerzo de la Iglesia para garantizar un trabajo seguro, digno
y estable y pide un compromiso serio para detener la cadena de muertes y accidentes
laborales
Sábado, 26 mar (RV).- Benedicto XVI reiteró, al final de esta mañana, que la Iglesia
impulsa todo esfuerzo por garantizar un trabajo seguro, digno y estable, al recibir
a unos ocho mil peregrinos de la diócesis italiana de Terni, en el 30 aniversario
de la visita de Juan Pablo II al complejo siderúrgico de esta localidad, en la fiesta
de san José de 1981. «Hoy queremos recordarlo, de modo especial, por el amor que demostró
hacia el mundo del trabajo», dijo el Papa, evocando las palabras de su amado predecesor,
compartiendo los mismos sentimientos del ya inminente beato y recordando lo que dijo
el día de su elección pontificia:
«Me presenté también
yo con convicción como ‘un humilde trabajador de la viña del Señor’ y hoy, junto con
vosotros, quiero recordar a todos los trabajadores y encomendarlos a la protección
de san José, el trabajador».
Tras señalar que Terni está marcada por la
presencia de una de las más grandes fábricas de acero, que ha contribuido al crecimiento
de una significativa realidad obrera, con un camino de luces, pero también de momentos
difíciles, como el actual, el Papa se refirió a las preocupaciones que atenazan el
corazón de los trabajadores, reflejadas en las palabras de su Obispo, Mons. Vincenzo
Paglia, que encabezaba esta peregrinación.
«Sé que la Iglesia diocesana comparte
vuestras preocupaciones y siente la responsabilidad de estar a vuestro lado para comunicaros
la esperanza del Evangelio y la fuerza para edificar una sociedad más justa y digna
del hombre. Y ello a partir del manantial, la Eucaristía», afirmó el Papa, alentando
a impulsar la pastoral del trabajo, afianzada en la esperanza evangélica y en la Eucaristía:
«De la Eucaristía,
en efecto, en la que Cristo se hace presente en su acto supremo de amor hacia todos
nosotros, aprendemos a vivir en la sociedad como cristianos, para hacerla más acogedora,
más solidaria y más atenta a las necesidades de todos - en particular de los más débiles
– y más rica de amor»
Refiriéndose a los problemas del sector laboral y
la crisis del desempleo, Benedicto XVI hizo hincapié en la necesidad de impedir riesgos
de incidentes en los lugares de trabajo y en la importancia de que los jóvenes puedan
tener un empleo:
«Quisiera recordar
el grave problema de la seguridad en el trabajo. Sé que habéis debido afrontar esta
trágica realidad. Hay que cumplir todos los esfuerzos para que se detenga la cadena
de muertes e incidentes. Sin olvidar la precariedad del trabajo, en particular de
los jóvenes. Motivo de angustia para tantas familias. Vuestro obispo citó además la
difícil situación de la industria química de vuestra ciudad y los problemas en el
sector siderúrgico. Estoy particularmente a vuestro lado y pongo en las manos de Dios
todas vuestras angustias y preocupaciones, anhelando que en la lógica de la gratuidad
y solidaridad, se puedan superar estos momentos, para que se asegure un trabajo seguro,
digno y estable».
En este contexto, Benedicto XVI recordó una vez más a
Juan Pablo II, que en Terni habló del ‘Evangelio del trabajo’, afirmando que fue «escrito
sobre todo por el hecho de que el Hijo de Dios, de la misma sustancia que el Padre,
al hacerse hombre, trabajó con las propias manos. Más aún, su trabajo, que fue un
auténtico trabajo físico, ocupó la mayor parte de su vida en esta tierra, y así entró
en la obra de la redención del hombre y del mundo»:
«Ello nos habla
de la dignidad del trabajo, aún más de la dignidad específica del trabajo humano que
se inserta en el misterio mismo de la redención. Es importante comprenderlo en esta
perspectiva cristiana. Aunque a menudo se ve como instrumento de ganancias, y en varias
partes del mundo, incluso como medio de explotación, que ofende la dignidad de la
persona».
Después de recordar también la necesidad de respetar el Domingo
como día del Señor, el Santo Padre reiteró su cercanía y la de la Iglesia y sus palabras
fueron acogidas con cariño y aplausos:
«Queridos trabajadores
y trabajadoras, queridos amigos todos, quisiera terminar mis palabras diciendo que
la Iglesia sostiene, conforta y alienta todo esfuerzo dirigido a garantizar a todos
un trabajo seguro, digno y estable. El Papa está con vosotros, con vuestras familias,
vuestros niños y jóvenes, con vuestros ancianos y os lleva a todos en el corazón y
ante Dios ¡El Señor os bendiga, junto con vuestro trabajo y futuro!»